El Premio Nobel de la Paz 2020 fue otorgado al Programa Mundial de Alimentos (WFP), creado en 1961 por petición expresa de Dwight Eisenhower, presidente de Estados Unidos, para brindar ayuda alimentaria a través de la ONU.
Desde entonces, la misión de esa organización ha sido brindar asistencia alimentaria en casos de emergencia y mejorar la nutrición en comunidades vulnerables por todo el mundo.
De acuerdo con el Comité del Nobel, el WFP fue galardonado con el premio “debido a sus esfuerzos por luchar contra el hambre, por su contribución a mejorar las condiciones de paz en las zonas afectadas por conflictos y por actuar como motor de los esfuerzos para prevenir el uso del hambre como arma de guerra y conflicto”.
En su página oficial, el programa da cuenta de que –tan sólo el año pasado– distribuyeron 4.2 millones de toneladas métricas de alimentos a 97 millones de personas en 88 países, brindando así asistencia alimentaria a víctimas de guerras, de conflictos civiles, sequías, inundaciones, terremotos, huracanes, pérdidas de cosecha y desastres naturales.
Sin embargo, su misión no consiste sólo en asistir a las comunidades durante las emergencias, pues también les brindan ayuda para “reconstruir sus vidas y los medios de sustento afectados” una vez pasada la crisis.
La WPF es en la actualidad la organización humanitaria más grande del mundo. Cuando ocurre un desastre, entra de inmediato en acción y su trabajo permanente consiste en reforzar la seguridad alimentaria y nutricional.
Por ejemplo, en relación con el Covid-19, el programa adoptó su plan anual para minimizar el impacto de la epidemia atendiendo no sólo a las personas que pretendía asistir este año, sino también a los otros millones afectados por la emergencia sanitaria.
Desde la aparición del coronavirus, en China, el programa entregó equipos médicos para salvar vidas en la provincia de Hubei. Del mismo modo, y con el apoyo del gobierno japonés, hizo entrega de artículos de protección (máscaras, guantes y batas) para empleados y voluntarios médicos en Irán. Asimismo, brindó apoyo técnico y financiero al gobierno de El Salvador para establecer almacenes de depósito y entrega de artículos a personas en cuarentena.
También, junto con la Unesco y el Unicef, la WFP diseñó dos guías para un retorno seguro a las escuelas, en las que destacan los puntos que deben tener en cuenta tanto ministerios y secretarías de gobierno como directivos y docentes. Entre otros, se indican los protocolos de bioseguridad, calidad e inocuidad de los alimentos escolares.
Todo lo anterior es sólo una muestra de la labor que el Programa Mundial de Alimentación desarrolla en casos de emergencia, como la pandemia.
No obstante, la meta general de la organización es erradicar el hambre y la desnutrición, conseguir la seguridad alimentaria y promover la agricultura sostenible.
Tras recibir el Premio Nobel 2020, el pasado 9 de octubre, la nota inicial en la página oficial del programa, señala: “Donde hay conflicto, hay hambre. Y donde hay hambre, a menudo hay conflicto. Hoy es un recordatorio de que la seguridad alimentaria, la paz y la estabilidad van de la mano. Sin paz, no podemos lograr nuestro objetivo global de hambre cero; y mientras haya hambre, nunca tendremos un mundo pacífico”.
La labor del programa está financiada por donaciones 100 por ciento voluntarias, por lo que, cualquiera de nosotros puede salvar vidas durante las emergencias o brindar alimentos a niños donde quiera que los necesiten. https://donatenow.wfp.org/wfp/~mi-donativo?_