Lo vi hace rato en las noticias y si no lo comento me va a hacer daño, mejor lo escribo, no vaya a ser que además de soñarlo amanezca con un entripado de aquellos.
Perdón, y nuevamente reitero:
¿A mi qué diablos me importa que critiquen al Doctor Hugo López-Gatell y al Presidente Andrés Manuel López Obrador?
Cada quien es libre de tener sus propias antipatías y a quien le resulte insoportable la presciencia de alguien en el ámbito político, pues que con su pan se lo coma, es igual para todos.
Pero es que de verdad, nos pasamos de obvios y absurdos, con el respeto del respetable lector.
Me indigna el comportamiento de una mujer como la señora Lilly Téllez haciendo uso de la palabra para demostrar penosamente su falta de sentido común y tendencia tan obvia y poco congruente de una oposición empeñada en agredir a como dé lugar, incluso denunciando hechos sin sustento y falsos.
Acusando al subsecretario de Salud de no haber dado cifras reales, de haber ocultado números, de tener camas vacías y de no instruir a la población sobre las medidas de protección e higiene para el combate del COVID19.
Pido una disculpa de ante mano si ya desvarío y a lo mejor confundo la realidad con la ficción, pero de verdad, desde que empezó todo este asunto de la pandemia le he dado un seguimiento, como muchos ciudadanos a las noticias y el desarrollo de la situación. He visto, sin exagerar por lo menos el 80 por ciento de las conferencias diarias del Doctor Hugo López-Gatell y puedo asegurar sin ningún miedo a equivocarme, que no ha escatimado en la recomendación del uso del cubrebocas, la sana distancia y el uso constante del gel antibacterial. Lo tengo grabado en la memoria, cierro los ojos y escucho su monótona y cansada voz pidiéndonos que nos quedemos en casa y que no vayamos a reuniones ni eventos concurridos.
Las primeras semanas es cierto que hubo escasez de gel antibacterial, cloro, desinfectantes en aerosol y tapabocas y en gran parte se debe a las compras de pánico que hicieron prevenidos y egoístas ciudadanos, que junto con el papel de baño y el helado de oreo acapararon todo lo que había en existencia en los almacenes.
Pero eso fue hace ya varios meses.
Yo como ama de casa soy la encargada de hacer las compras y me consta que no ha habido desabasto de prácticamente nada, no al menos en las principales ciudades y también me consta que las fiestas, reuniones, bodas, y festejos se hacen sin ningún recato por todos lados.
Puedo numerar no menos de 30 conocidos míos que han estado contagiados de COVID y no se hicieron la prueba ni dieron ningún tipo de aviso. ¿Por qué culpamos al gobierno de no dar cifras correctas si todos hemos sido responsables de esto?
Si yo estoy consciente de la urgencia de conservar la distancia y del uso del cubrebocas como artículo de primera necesidad, no entiendo por qué hay millones de personas que no lo saben. ¿Acaso vemos noticieros diferentes? ¿Son ellos víctimas de una desinformación expresamente dirigida?
¿Por qué si en absolutamente todos los establecimientos se pide a la gente tomarse la temperatura y limpiarse las manos, al igual que el calzado, mantener el cubrebocas puesto y no exceder los límites de sana distancia, nos seguimos contagiando?
Yo se los voy a decir, porque no obedécenos, porque seguimos yendo a fiestas y reuniones, porque bajamos la guardia y no respetamos la distancia.
Pero es mucho más sencillo ocupar un micrófono y acusar a alguien que reconocer nuestra tremenda falta de civismo.
Seguramente el encargado del manejo del COVID en México organiza las fiestas clandestinas, reuniones en casas, y bodas; seguramente su equipo se acerca a las personas y las convence de traer el cubrebocas de corbata, de andar como si nada.
¿Somos o nos hacemos?
Si nuestra propia salud no nos importa, tomemos conciencia por todos el equipo médico que no merece seguir alejado de sus familias y exponiendo su salud y vida porque a nosotros no se nos da la gana cuidarnos.
Diría que ya estamos grandecitos para este comportamiento irresponsable, pero evidentemente no es una cuestión de edad ni de preparación, sino de conciencia.
Ya es hora de tomar responsabilidades y dejar de jugar a las víctimas en una catástrofe mundial y crisis sanitaria sin precedentes, que nos va a llevar a un derrumbe económico histórico y que pudimos haber controlado si no nos comportáramos como seres irracionales y resentidos; enfermos de odio, que preferimos infectarnos y victimizarnos que apoyar a las instituciones y al gobierno a hacer un trabajo responsable y organizado.
El que esté libre de pecado que tire la primera piedra, todos o casi todos nos hemos portado mal, ya seamos cívicos y reconozcamos nuestras fallas.
Dudo que de cualquier manera pueda dormir bien, aún habiendo desahogado mi indignación, también estoy consciente que seguiré escuchando y viendo escenas tan absurdas y groseras como las que sucedieron hoy en el Senado de la República, supongo que en algún momento tal vez la misma inercia me lleve a confirmar mi teoría tantas veces estudiada.
La humanidad camina con paso firme y constante hacia el auto exterminio.