El Coronavirus ha sacado a relucir las carencias emocionales de muchos mexicanos y también la fortaleza mental de otros. Ha dejado en evidencia la solidaridad de muchos y la voraz ambición de otros. La infinita creatividad de reporteros para no agotar el tema de la pandemia durante casi dos meses y el riesgo de muerte para muchos medios de comunicación.
Quizás se cruzó por la mente, por un momento, la posibilidad de que la pandemia mundial por el COVID-19 y sus millares de muertes, obligarían al humano a dejar atrás intereses, diferencias y egoísmos para sumar conciencias, espíritus y combatir una plaga moderna. Pero no, al transcurrir cada día del aislamiento social obligatorio reaparecen la corrupción, la tentación, la flaqueza, la perversión y por si fuera poco también, la ignorancia.
Cuando las noticias falsas (fake news) se multiplican en las redes sociales y teléfonos inteligentes, ingenuamente se pensaría que en México, diversos periódicos, radiodifusoras, televisoras y medios digitales, aún con mesas de redacción mermadas se mantendrían firmes en la trinchera, priorizando el beneficio social.
En esta etapa de miedo, confusión y caos podría haber sido un gran momento para que el periodismo profesional, maduro, social, desinteresado, responsable, por fin retomara su digno lugar, que hiciera lujo de su credibilidad ganada a pulso. Pero no, en plena pandemia reaparecen los personajes populares que hacen gala de su ignorancia en el mejor de los casos, o de sus intereses pervertidos, en el peor de ellos.
Ya ni se digan los partidos políticos apoyando a su funcionario gubernamental, placeándolo con esfuerzos sobrehumanos. Exhibiéndole al pueblo su empatía e interés heroico para sacar adelante a la gente de este apocalíptico capítulo. ¡Claro, cómo se nos olvidaba que este año arranca el proceso electoral intermedio! Ni siquiera la pandemia mundial por Coronavirus podía impedirlo.
Los políticos mexicanos han mostrado de nuevo que no saben estar al nivel. Vergonzosamente aparecen los ingenuos, los mesiánicos, los patiños, los vivales, los ladrones, los mitómanos.
En medio de este mar turbio y confuso se ven también los mexicanos resilientes, los creativos, los soñadores, los que se abrazan del humor para sacar toda la podredumbre y sobrevivir a riesgos y tragedias.
Si algo ha dejado claro el Coronavirus, es la razón por la que México repite sus errores. ¡Este país sigue ciego, dolido e ignorante, porque quiere! No ve el gran potencial que tiene como Nación, ni porque está enfrente. Se apega inexplicablemente a las añejas traiciones de sus corruptos gobernantes para permanecer sumido como avestruz, culpando a otros. Prefiere taparse los ojos, en lugar de aprender de su historia. Opta por su mediocridad para no desarraigar con valentía sus vicios, transformando su futuro. Se deleita en la ignorancia. ¿Por qué tanta rudeza?
Qué le dice usted a un pueblo que por costumbre agrede al personal médico, a los bomberos, a los policías, que en su mayoría siguen en el combate al virus, muchos de ellos hasta se encuentran frente al paredón, a merced de la enfermedad porque no cuentan ni con lo mínimo elemental para defenderse. ¿Qué nos cuesta decir simplemente: gracias?
¿Qué futuro le espera a México después del Covid-19? ¿Qué futuro le espera a su democracia? Tan sólo un ejemplo, los medios de comunicación vienen arrastrando problemas económicos añejos, muchos de ellos morirán tras la pandemia. Una infinidad de reporteros que han sobrevivido a las crisis mediáticas recientes, terminarán su labor periodística porque sus medios bajarán la cortina.
¿Qué decir del sector empresarial? Que ha sido tratado por sus gobernantes como voraces magnates, crueles y egoístas feudales o viles ladrones, cuando ellos y sus trabajadores forjan el progreso de la Nación. Ay, México, ¿por qué necesitas estar destrozado por la tragedia para levantarte en solidaridad, en tu orgullo indígena, en tu fuerza motriz? Tu peligro no se llama Coronavirus, porque ese mal pronto tendrá una vacuna. ¡Pregúntate si el peligro para México, eres tú!
