El Consejo de Salubridad General declaró la emergencia sanitaria en México debido a la pandemia del coronavirus y las alertas se encendieron con un incremento significativo de casos de violencia intrafamiliar, otra vez, las mujeres están en riesgo.
En el marco de la jornada #QuédateEnCasa, las llamadas a los servicios de emergencia aumentaron un 60 por ciento, con denuncias relacionadas con la violencia de género. Las peticiones de asilo en refugios para mujeres maltratadas también registran un incremento del 30 por ciento.
Las medidas de aislamiento que recomendaron las autoridades sanitarias tienen como propósito evitar el contagio del COVID-19, pero la violencia contra las mujeres no está en cuarentena.
Lety vive en la Unidad Habitacional Tlatelolco. Hace 10 años se casó con Domingo. Él era ayudante de su padre en la carnicería que atiende en el mercado Martínez de la Torre. Sólo dos meses duró la luna de miel. Cada fin de semana, los vecinos escuchan las peleas del matrimonio que hoy tiene dos pequeñas hijas.
Las madrugadas son largas. Mientras ellos se hacen reclamos mutuos, las niñas lloran asustadas. Varias veces han acudido los policías para atender las llamadas anónimas de los vecinos, preocupados por la integridad física de Lety y las pequeñas, pero ella calla. A los uniformados les asegura que todo está bien y las cosas se calman por dos semanas.
Hace dos noches, Domingo volvió a las andadas. No le gustó el guisado de esa tarde y le reclamó a Lety. Primero dio un manotazo en la mesa y luego jaló el mantel. Los vasos y platos cayeron al suelo, utilizó uno de los vidrios rotos para cortarle el rostro y darle un puñetazo en el abdomen.
Esta vez fue suficiente. Lety tomó de la mano a las niñas y salió corriendo del departamento. Subió a un taxi, decidida a dejar atrás un pasado lleno de golpes, celos, engaños y gritos. Hoy vive en un refugio para mujeres que fueron víctimas de la violencia de género y está decidida a salir adelante.
Como Lety, cientos de mujeres viven todos los días junto a sus agresores. La crisis de salud provocada por la pandemia ha multiplicado los episodios violentos, el enojo y la frustración están a flor de piel y de ahí a las agresiones hay sólo un paso.
Sólo en la Ciudad de México, durante las últimas dos semanas aumentaron las personas detenidas por violencia familiar y hay mil 608 carpetas de investigación abiertas por abusos.
No sólo las mujeres están en riesgo, las niñas, niños y adolescentes también quedan expuestos a la violencia física y sexual. Desde 2015, cuando el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública empezó a medir las agresiones sexuales contra menores de 15 años, las cifras se suman cada año. En 2019 se rompió el récord de casos de violencia sexual infantil, con 3 mil 461 denuncias.
Nadie cuestiona las medidas de confinamiento para reducir los riesgos de contagio del coronavirus, pero resulta indispensable una respuesta institucional a la altura de la emergencia. Los 70 refugios que existen en el país para auxiliar a las mujeres en condición de extrema violencia carecen de recursos.
Gobierno y sociedad debemos estar atentos para detectar, denunciar, atender y sancionar los casos de violencia doméstica, golpes, acoso, hostigamiento y discriminación contra mujeres y niñas.
#NiUnaMás
