En tan solo tres meses el Covid-19 ha cambiado las formas de convivencia entre los seres humanos, la economía global y ha puesto en jaque a los gobiernos, porque no se sabe si actuaron a destiempo o simplemente no pensaron que este coronavirus tendría una mecanismo muy rápido de transmisión y pondría a sufrir a los sistemas de salud ejemplos en el mundo como el de España y el de Italia. El caso es que hasta el domingo 200 países acumulan más de 635 mil casos confirmados, de los cuales cerca del 78 por ciento, es decir unos 480 mil se sumaron en los últimos 14 días. Ese dato refleja que, en efecto, no se le puso la atención inmediata requerida.
El panorama en México hasta ayer era de 993 casos confirmados, 20 defunciones, 2,564 casos en estudio y se han descartado 4,955. Es de especial atención el llamado urgente este sábado del subsecretario Hugo López-Gatell de mantenernos en casa por lo menos un mes y, sobre todo, respetar la sana distancia. En un breve recorrido que hice este domingo en algunas zonas de la Ciudad de México pude observar que muchos restaurantes y negocios estaban cerrados. No así pequeñas fondas y taquerías ni tiendas de conveniencia. La pandemia por el Covid-19 decretada por la Organización Mundial de la Salud el 13 de marzo nos obliga más que nunca a efectivamente respetar la sana distancia. No es cosa menor ni de creencias religiosas: el Covid-19 se transmite con una rapidez extraordinaria. De hecho, más que su letalidad, que es de 4.5 por ciento a nivel mundial, es eso lo que más preocupa a los expertos. La lucha se enfoca en cómo frenar al virus.
La emergencia por el Covid-19 en México y el mundo no ha estado exenta de politiquería. De declaraciones estruendosas, insidiosas, mentirosas y demás joyas. Es por eso que gracias a una querida amiga periodista que me lo recordó, me puse a revisar el Ensayo sobre la Ceguera de José Saramago. En el relato, una ceguera se expande de manera misteriosa y rápida entre la gente. Los hospitales y las calles se llenan de ciegos y sin saber por qué. En medio del caos y el panorama aterrador, la idea es sobrevivir a como dé lugar. Y es ahí cuando surgen los abusivos, los que buscan lucrar con la tragedia, los resentidos… Pero también en ese mundo de sombras aterradoras, surgen siempre los buenos corazones, la bondad y la capacidad de ayudar siempre. Hago votos porque el coronavirus no nos deje ciegos y no nos saque lo peor de nuestro ser. Al contrario, los mexicanos hemos demostrado coraje y espíritu solidario siempre en las desgracias. Que no sea esta emergencia una excepción. Apoyémonos y dejemos que los políticos se destruyan y autodestruyan. Es tiempo de solidaridad entre los ciudadanos. Y mientras #QuedémonosEnCasa. PD: Qué mejor momento para disfrutar la lectura.