Por MARISA IGLESIAS
Veintidós años no han sido suficientes para que los Legionarios de Cristo encuentren la forma de lavarse la cara y reconciliarse –si cabe- con sus víctimas. Desde que en 1997 el periódico estadounidense The Hartford Courant, el mexicano La Jornada y la televisora CNI Canal 40 hicieran públicas las denuncias de ocho hombres violentados sexualmente por el fundador de la Legión, Marcial Maciel, en la década de los 40, la congregación ha pasado de la negación, las amenazas y las represalias, a una resignada aceptación, cuando fue obligada por el Vaticano, y ahora a algunos tímidos intentos de desagravio. El más reciente, el Informe 1941-2019 sobre abuso sexual de menores presentado el sábado 21 es lamentable por tibio y omiso. Podría llamarle ingenuo, pero nada hay más lejano a los Legionarios de Cristo que la ingenuidad. Diré entonces que es torpe.
El documento justifica la “respuesta institucional” de la congregación entre 1941 y 2005, es decir la negación y el encubrimiento sistemáticos durante 64 años, escudándose en lo que los Legionarios llaman “la mentalidad de la época”. Aquella en la que los abusos sexuales eran un “tabú social”. Vaya excusa. O vaya manera de frasearla. Lo dicho: torpe.
Los 175 casos de menores violentados sexualmente por sacerdotes de la congregación son reducidos a estadísticas… De hecho así son presentados en la parte final del informe, como gráficas, de esas que se llaman pies o pasteles. De las que se usan para medir los ratings de televisión o los índices inflacionarios o el aumento anual de las remesas, solo que aquí miden porcentajes de sacerdotes pederastas en la Legión de Cristo y sus víctimas. Real. Porcentajes. Los 33 sacerdotes denunciados equivalen solo al 2.44 por ciento de mil 353 de los ordenados por la congregación. Quizá debamos alegrarnos… Dos solo cometieron abuso virtual, peccata minuta. Cuatro lo hicieron solo una vez, nueve lo hicieron repetidamente con una misma víctima y 11 abusaron de entre dos y cinco niños. Cinco, de entre seis y diez y uno más, de al menos otros 13. El que tiene la marca más alta, la infame cifra de 60 menores abusados sexualmente, es desde luego Marcial Maciel. El execrable Padre Maciel. Pero en las gráficas del informe de los Legionarios de Cristo, esos 60 niños violentados por Maciel corresponden únicamente al 3 por ciento del pie. Porcentaje casi insignificante. ¿Es cínico presentar así la información? No lo sé. Pero torpe, muy torpe, desde luego sí.
Tampoco hay nombres ni apellidos, con excepción del ya muy público caso de Maciel. ¿Quiénes son los otros 32 sacerdotes Legionarios que a lo largo de 64 años abusaron sexualmente de al menos 175 niños y adolescentes? ¿Fueron sancionados? ¿De qué forma se les castigó? ¿Se cuidó que no reincidieran? Eso no se precisa en el informe de los Legionarios. Y tampoco se toca el tema, tan grave como los abusos mismos, del encubrimiento. El encubrimiento sistemático que permitió que durante más de 60 años los sacerdotes pederastas de la Legión de Cristo, empezando por su fundador, permanecieran impunes. Y sus víctimas, silenciadas. Como si mordiera, la temida palabra es enunciada solo dos veces en el informe. Y solo para decir que están conscientes de que se trata “de una importante tarea pendiente”. Eso nos lo quedan a deber. Quizá en el próximo informe, minimizado en un porcentaje ridículo en una gráfica en forma de pastel. Carajo… Pudiendo tomar el camino corto se empeñan en enredarse en los vericuetos de su propio laberinto. Les gusta la oscuridad.