Claudia Sheinbaum, la primera mujer electa para estar al frente de la Jefatura del Gobierno de la Ciudad de México, fracasó en su obligación de garantizar un ambiente libre de violencia y aceptó, por fin, emitir la Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres (AVGM).
Durante los primeros seis meses de su administración, igual que su antecesor, Miguel Ángel Mancera, ignoró las demandas del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria sobre la urgencia de aplicar el protocolo de la AVMG para frenar la violencia machista.
En junio consideró que era una medida innecesaria, pese a que la Ciudad de México ocupaba ya dos sitios vergonzosos a nivel nacional: el primer lugar en feminicidios y el segundo lugar en la incidencia de delitos cometidos contra las mujeres.
El jueves 21 de noviembre, la víspera de una nueva marcha de protestas encabezada por colectivos feministas, Sheinbaum anunció la aplicación de la Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres en la capital del país, que consiste en un conjunto de acciones gubernamentales de emergencia para enfrentar y erradicar la violencia feminicida.
Aunque el anuncio fue a todas luces oportunista, es necesario reconocer su valor y trascendencia para terminar con la violencia sexual que sufren las mujeres en espacios públicos, como miradas morbosas, piropos ofensivos, tocamientos y exhibición de genitales; los asaltos sexuales y violaciones; los maltratos físicos y psicológicos; y los brutales asesinatos.
El reto es impresionante. Un estudio de la Organización de Naciones Unidas (ONU), señala que el 96.3 por ciento de las mujeres que viven en la Ciudad de México han sido objeto de violencia sexual en espacios públicos; 91.6 por ciento en Monterrey; 81 por ciento en Guadalajara, y 55.9 por ciento en Puebla.
El documento de la ONU detalla que el grupo de edad de las mujeres más afectadas por la violencia es el de 15 a 29 años, pero ni siquiera las mujeres de la tercera edad se salvan de las agresiones y ataques, porque la mitad de las féminas mayores de 60 años son víctimas recurrentes de golpes, mutilaciones y vejaciones.
Y si en todo el país se han cometido 833 feminicidios, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) reveló que de diciembre de 2018 a octubre de 2019, 50 mujeres fueron asesinadas brutalmente en la Ciudad de México sólo por su condición de género.
Siempre será insuficiente cualquier esfuerzo oficial para frenar la violencia, pero es un avance importante saber que más allá de un transporte público con espacios separados para mujeres, discapacitados y personas de la tercera edad, el gobierno de Sheinbaum Pardo está verdaderamente ocupado en garantizar un espacio libre de violencia para las mujeres.
Que los policías, investigadores, ministerios públicos, fiscalías y jueces abordarán todos y cada uno de los casos con sensibilidad, respeto y diligencia; con transparencia y perspectiva de género.
Que desde el resguardo de la escena del crimen, los interrogatorios de las víctimas, la investigación de su entorno familiar y la revisión de sus redes sociales sean instrumentos para el esclarecimiento del hecho delictivo, no el pretexto para desprestigiar a la víctima, estigmatizarla y revictimizarla.
Cerrar los ojos a una realidad lastimosa y preocupante no es el camino para solucionar un fenómeno creciente. Llegó la hora de que Claudia Sheinbaum muestre al electorado que es capaz de cumplir la palabra empeñada y de que realmente está decidida a demostrar las ventajas de haber elegido a una mujer como Jefa de Gobierno.
