Un extasiante pero minimalista espectáculo visual.
“Arrival”, el espectáculo sci-fi más esperado del año pasado (si se deja de lado la enésima secuela de la Guerra de las Ganancias, claro está), fue intensamente elogiado por la crítica y muy bien recibido por la taquilla; es además contendiente serio a los premios Oscar.
Se trata de una paradójica pieza de lánguida expresión y contenida belleza, con una pizca del ambiente de “Another Earth” (Cahill, 2011), el enigma y la narración circular de “Interstellar” (Nolan, 2014) y el ingenio tecno-futurista del mejor Crichton (Andromeda strain, Jurassic Park, etc). Y sin embargo, el quid del asunto, el corazón del film, no son los alien o la temida invasión interplanetaria, es íntimo…
Si se deja de lado la envoltura de los efectos especiales y el CGI, estamos ante un drama muy personal (la muerte de un ser querido en la familia, la ruptura del hogar); lo que pasa es que este asunto, aparentemente singular, tiene implicaciones graves para el futuro de nuestra especie y el planeta.
Basada en el laureado cuento de Ted Chiang “Story of Your Life”, la cinta inicia directamente en el centro del drama cuando conocemos a nuestra heroína, la lingüista interpretada con gran aplomo por Amy Adams y su terrible pérdida personal, reclutada por el gobierno de EU para lidiar con la emergencia de un planeta enloquecido por la amenazante llegada de un puñado de no se sabe bien qué objetos del espacio exterior: ¿naves espaciales (a lo “Independence Day (ID4)”)? ¿O se trata más bien de monolitos (estilo “2001: A Space Odyssey”)?
El punto es que dichos objetos se posicionan estratégicamente sobre el globo y luego sólo esperan. Toca el turno a los humanos para hacer su jugada, y deciden explorarlos.
Villeneuve se desenvuelve con soltura en el género, pero le da a todo el asunto un tono ligeramente surrealista y decididamente poético; pero no hay escenas descuidadas o de relleno. Aún la contemplación tiene una clara función narrativa y hasta los más finos detalles (como los ideogramas del lenguaje alien), son explotados en el marco de un extasiante pero minimalista espectáculo visual, aderezado con una soberbia banda sonora.
El dilema planteado por el filme (la fatalidad de la impaciencia y la incapacidad de comunicación de la especie humana), funciona tanto en el nivel del thriller sci-fi, en el que nuestra heroína lucha contra los impulsos militaristas de nuestros gobiernos, como en lo más profundo del descubrimiento del tiempo circular y la peculiar característica de su pasado (o futuro) drama familiar. Y eso hace muy orgánica la película, sin necesidad de saltos lógicos o de planos narrativos alternos.
La docena de artefactos alien flotando en espera de la intervención (y comprensión) humana, son en sí mismos todo un mundo de maravillosas referencias y simbolismos; desde su forma oval y su exterior hasta su sofisticado pero simple diseño interior.
Es ahí donde el trío de personajes compuesto por Amy Adams, Jeremy Renner y Forest Whitaker, nos regala los momentos más interesantes de la historia, en su torpe pero inflexible intento de entablar comunicación con los visitantes, cuya anatomía nos evoca a los, ellos sí, invasores y peligrosos aliens de “ID4” (Emmerich, 1996), con una pizca de H. G. Welles. Y, obvio, el referente más estructural es el aeródromo preparado para la comunicación ‘musical’ con los alien en “Close encounters of the third kind” (Spileberg).
Pero mientras “Close Encounters” deja el sentido de la conversación sin explorar (si bien, como es usual en el mundo de Spielberg, la cosas casi siempre son a todo dar), “Arrival se mete al meollo mismo de la comunicación (simbología, semántica, mensaje, etc.) y a los riesgos implícitos en ella: de hecho, el desenlace (positivo o catastrófico) de la aventura, depende justamente de descifrar correctamente el intercambio.
El desenlace, en consecuencia, está muy estudiado para que sea efectivo para el gran público, al que se le regala un cierre emotivo (hasta con cierto ´suspense´), si bien la verosimilitud espacio-temporal es un poco confusa en términos lógicos. Al final, empero, todos acaban contentos (taquilla y crítica), lo que le da al filme una gran proyección para la temporada de premios.
Por otra parte, Villeneuve es ya el director designado para la secuela de “Blade Runner”, cuyo estreno se tiene previsto para junio próximo; hemos conocido sólo un trailer del nuevo proyecto y la expectativa se ha disparado.
Quizás esa alma poética tan bien evidenciada en “Arrival” fue la razón principal de su elección. Como sea, la prueba será enorme, pues se trata de una venerada pieza cinematográfica cuya secuela puede encumbrarlo (o condenarlo), cuando su carrera en realidad apenas comienza.
Alberto Monroy @iskramex / Citando a un clásico: “Estudió cómo cogen las ballenas en la Universidad del Congo; cumplirá 96 años el próximo verano”.