jueves 21 noviembre, 2024
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COLUMNA INVITADA

«EL RING DE LOS DEBATES»: México y los salvajes

Una doble golpiza recibió la senadora Ana Guevara, primero cuatro golpeadores y luego cientos de insultos en las redes sociales. 

Fue un ataque salvaje, bestial, fuera de toda proporción y psicópata.

 

La historia ha sido ampliamente difundida. La senadora del PT, Ana Gabriela Guevara, conducía una motocicleta, una Harley Davidson (no una motoneta que algunos consideran como “apropiada” para una mujer), el domingo por la tarde-noche, en la autopista Toluca-México.

 

Regresaba de Valle de Bravo y se encontró con un embotellamiento. Al incorporarse a la autopista, avanzó poco a poco de carril en carril hasta llegar al de alta. Fue entonces cuando el conductor de una camioneta, una Dodge Voyager 2004 con placas MMU 8473 del Estado de México, la embistió.

 

El vehículo quedó atrapado en el tránsito. La velocista se acercó y dijo al responsable que iba a llamar al seguro a fin de que se repararan los daños. Sin darse cuenta, dos sujetos que viajaban en otro auto y que conocían a los ocupantes de la camioneta, se le acercaron.

 

Uno de ellos la sujetó por la espalda y la derribó. Ya en el piso, comenzó la golpiza. Cuatro sujetos, de manera cobarde, le lanzaron patadas en las costillas y en el rostro. Hubo insultos por su condición de mujer y de motociclista. La agresión duró varios minutos, hasta que testigos se acercaron y exigieron que se detuvieran. Los responsables abordaron la camioneta y se marcharon.

 

Ana Gabriela Guevara fue trasladada a un hospital. El diagnóstico: fractura en tres partes del pómulo, moretones en todo el cuerpo y una herida en la mano, por lo que tuvo que ser sometida a una operación. El lunes, luego de despertar de la anestesia, subió a sus redes sociales las imágenes de su rostro deformado por los moretones.

 

Es importante tomar en cuenta que durante los hechos, la víctima nunca “charoleó” para ostentarse como senadora; nunca presumió su fuero, ni sus logros como medallista olímpica. Era una mujer agredida con lujo de violencia. Una escena de hombres golpeando brutalmente a una mujer. Una cruda muestra no sólo de violencia de género, también de bestialidad y salvajismo que no quedó ahí y que tristemente se extendió a las redes sociales.  

 

La campaña de amenazas y burlas

 

Además del atroz y cruel ataque, la senadora fue re-victimizada. Por Twitter y Facebook llovieron las amenazas en su contra, las burlas, la discriminación y el escarnio. Todos con un denominador común: un tufo misógino.

 

Algunos retrógradas han sugerido que esta golpiza se debió a que “las mujeres no deben salir de la cocina”, que “eso le pasa por andar en moto”, que “ella se lo busca por pendeja”, que “parece hombre” y una sarta de sandeces que no vale siquiera la pena reproducir.

 

El tema fue llevado a la tribuna del Senado, el jueves pasado, durante la última sesión de este periodo ordinario. “Tuve la oportunidad de ver algunos mensajes y con franqueza hay que admitir que la cultura de la violencia contra la mujer tiene raíces profundas en la civilización contemporánea”, expresó la agredida a través de un punto de acuerdo, publicado en la Gaceta Parlamentaria.

 

La atleta propuso iniciar una cruzada nacional contra la violencia a la mujer y convocar a una mesa de trabajo nacional que incluya a todos los sectores, especialistas, universidades y dependencias gubernamentales para analizar la gravedad del problema.

 

Este diagnóstico permitirá atacar el tema desde sus raíces, a fin de eliminar esas actitudes que se han convertido en “costumbres” y que promueven e impulsan la violencia contra este sector mayoritario de la población, en cualquiera de sus manifestaciones.

 

Actualmente ya existen cifras que describen a este fenómeno como una pandemia. Por ejemplo: la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, aplicada por el INEGI en 2011, revela que 63 de cada 100 mujeres en México, mayores de 15 años, han padecido distintos tipos de violencia.

 

Además, en 2014 se registraron 7 mil 411 casos de violencia contra las mujeres, de acuerdo con datos del Banco Nacional de Datos e Información sobre Violencia contra las Mujeres.

 

El fenómeno no es privativo de México. La Organización Mundial de la Salud (OMS), consideró que la violencia contra las mujeres es un problema de salud pública de proporciones epidémicas, ya que impacta en su salud física y mental, con daños que pueden ir desde los huesos rotos hasta complicaciones en los embarazos, problemas mentales y un deterioro en el funcionamiento social.

 

Más allá de que este hecho afectó a un personaje público, esta última frase del organismo internacional nos debe llevar a la reflexión. La violencia contra la mujer es un fenómeno que es causa del deterioro social y que al mismo tiempo lo agudiza.

 

¿De qué otra forma entender un comportamiento cavernícola? ¿En qué momento un accidente de tránsito, un choque “laminero”, puede llevarnos a la agresión física? ¿Cómo es que cuatro sujetos pueden golpear de manera salvaje a una mujer, pateándola hasta fracturarle el pómulo?   

 

Este ataque salvaje, bestial, fuera de toda proporción y psicópata debe llamarnos como sociedad a reflexionar si ese es el país que queremos ser. Si ese es el México que queremos heredar a nuestros hijos.  Estoy segura que no. Por eso, al sumarnos a esta cruzada, lo primero que debemos hacer es enseñar a quienes están a nuestro lado que a la mujer se le respeta como respeto merece cualquier ser humano sin importar su color, origen ético o condición social.

 

De nosotros depende en buena medida evitar que, por este tipo de conductas, avancemos a convertirnos en un México cavernario. 

 

Hannia phixr

Hannia Novell. Licenciada en Ciencias de la Comunicación, realizó estudios en Periodismo, Literatura y Seguridad Nacional en diversas instituciones como la Universidad Iberoamericana, el Centro de Comunicación, Radio Educación y el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Especialidad en corresponsalía de guerra en La Universidad de Jerusalem (Israel) y una especialidad en comunicación política en George Washington University. Titular del noticiario estelar de Proyecto 40 en su edición nocturna. 

 

 

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