Después de 15 años, México sigue reprobado en matemáticas, ciencias y lectura.
A nadie debe sorprender que, una vez más, México reprobara la prueba PISA en Matemáticas, Ciencias y Lectura.
Cómo podría haber buenas noticias, si en décadas no se ha hecho nada para enfrentar el rezago en materia educativa en el país.
El problema no sólo es que los estudiantes mexicanos no lograron superar la media en estas tres asignaturas evaluadas en 72 naciones y el último lugar de los 35 miembros de la OCDE; a 15 años de que se aplicó la primera prueba PISA, México no ha tenido avances. Nada en tres lustros. Fiel reflejo de un fallido sistema educativo.
Los resultados del Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA), de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), deben ser ya un acicate. Y no por el penoso último lugar, sino por la vergonzosa omisión pedagógica a la que hemos llegado.
A 15 años de distancia, pudiera ser muy temprano, pero no hay una sola señal que fortalezca, impulse y allane el camino, para el cumplimiento de la Reforma Educativa aprobada con bombos y platillos en 2013.
Urge que el tema educativo sea prioridad en la agenda nacional, pero no sólo en el discurso, ese nos lo sabemos de memoria. Basta de solapar o ceder a los chantajes de quienes se niegan al cambio o buscan beneficios personales, políticos o electorales.
En algunos estados del país, el sistema educativo sigue secuestrado por líderes sindicales, que han engañado y dañado al gremio.
Ya se ha dicho una y otra vez que debe establecerse un sistema de incentivos para tener a los mejores maestros, directores y supervisores en las escuelas; que debe involucrarse más a los padres de familia y que a los principales actores, a los profesores, no se le ha tomado en cuenta a la hora de las decisiones.
Y qué decir de los centros educativos. La SEP ha reconocido que el 11% de las escuelas no tiene baños y carece de energía eléctrica. Súmele otros detalles que las autoridades no ven y que los alumnos padecen.
Miles de estudiantes toman clases en espacios no deseables, el esfuerzo lo hacen a pesar de las peores condiciones.
Sin techo ni paredes, es más, sin mesas para poder colocar los libros o para poder escribir.
¿Entonces, por qué sorprendernos de las calificaciones reprobatorias?
El tiempo nos rebasó. Si bien nos va, comenzarán a verse resultados en una o dos décadas, lo han pronosticado los estudiosos del tema.
La prueba PISA se aplica cada tres años a estudiantes de 15 años de escuelas públicas y privadas en 72 países, 35 de ellos miembros de la OCDE.
Ah, pero no crea que en los colegios de privados los resultados son mejores. No, las bajas calificaciones los ponen al mismo nivel. Reprueban tanto unos como los otros.
En Ciencias, México obtuvo 416 puntos y en Lectura 408, de un promedio, según la OCDE, de 493 puntos en ambas materias. En Matemáticas se obtuvieron 408 puntos, cuando el promedio de los países miembros de la OCDE, es de 490 puntos.
Los estudiantes mexicanos con niveles de excelencia, de alto rendimiento, no alcanza ni siquiera el uno por ciento.
Ocho de cada 10 jóvenes simplemente reprobaron.
La matrícula escolar va en aumento, sería un gravísimo error no acompañarlo de avances óptimos en la calidad educativa.
Este tema es de todos, estudiantes, padres de familia, profesores y autoridades. Pero sin brújula no hay dirección y sin un sistema educativo sólido y adaptado a los nuevos tiempos, no hay aspiración.
De nada sirve querer “ler”, si ni siquiera sabemos leer.
