El debate Clinton-Trump derriba el mito de que la mujer no llegue a los cargos políticos más altos.
Una Hillary Clinton con absoluta seguridad de su capacidad para llegar a la Casa Blanca y llevar el timón del país más poderoso del planeta, eso fue lo que vimos en el debate del lunes. Con la comprensión de los grandes problemas que enfrentará: racismo endémico, venta indiscriminada de armas, economía incapaz de generar más empleos y situación fuera de control en Medio Oriente, y una visión clara de cómo enfrentar cada uno. Junto a Hillary, el empresario-showman-republicano dominado por su ira, ya no sabía ni cómo se llamaba ¿Era Donald? ¿Era Trump? ¿Sí o no?
¿Por qué hago esta afirmación?
Cuando ambos abordaron el tema de los asesinatos de afroamericanos a manos de policías blancos, Hillary reconoció que hay prejuicios raciales en la policía “y en tanto que éstos tienen consecuencias fatales, he dicho que en mi primer presupuesto destinaré dinero para enfrentar esos prejuicios, a través de un re-entrenamiento de muchos de nuestros policías”.
Mientras que Trump nunca dijo cómo enfrentaría el problema. Se limitó a decirle en tono iracundo a Hillary: “la secretaria Clinton no quiere usar dos palabras: ley y orden, y necesitamos ley y orden”. Así de simplón su enfoque de un tema tan complejo.
Lo único que se le ocurrió a Trump fue decir que sería conveniente aplicar la política de “stop and frisk” o “detención y registro”, en la que un policía puede detener a cualquier persona en la calle para revisar si trae armas.
Sólo que el “stop and frisk” fue prohibido en Nueva York porque se pervirtió, se convirtió en una ‘política de seguridad’ racista, un pretexto para detener a los afroamericanos y latinos, y cuando el conductor del debate Lester Holt, se lo recordó a Trump, el magnate enfureció y lo negó rotundamente.
Al abordar el tema de las armas, Hillary abordó una de las fibras más sensibles del tema: “Si eres muy peligroso para volar, eres muy peligroso para comprar un arma”. Y es que, por absurdo que parezca, el congreso de Estados Unidos no ha aprobado una ley que establezca que a los terroristas que están en las listas de personas que tienen prohibido subir a un avión, tampoco se les permita comprar armas.
Trump se limitó a decir que estaba de acuerdo con Clinton y aprovechó para hacer un comercial de la Asociación Nacional del Rifle: “de quienes tengo el apoyo, de lo cual estoy muy orgulloso. Ellos son muy buenas personas”.
Un momento clave del debate fue cuando Clinton afirmó que Trump había construido su carrera política sobre una mentira de corte racista: decir que Barack Obama no había nacido en Estados Unidos.
Y anotó otro gol al señalar que “un hombre que puede ser provocado por un tweet, no debe tener sus manos cerca de los códigos nucleares”, refiriéndose a la facultad de los presidentes de Estados Unidos de tener acceso a esos códigos.
Quizá uno de los pocos momentos en que Trump pudo conectar mejor con su electorado, fue cuando dijo que a causa de la apertura de la economía estadounidense, miles de fábricas habían salido de su país para instalarse en el extranjero. Es una realidad que ha golpeado a millones de familias estadounidenses.
Pero cuando el conductor Holt le preguntó cómo pensaba revertir ese proceso, Trump planteó que lo haría dándoles beneficios fiscales a las empresas que mantengan sus plantas de producción en Estados Unidos, momento que aprovechó Clinton para recordarle que fue justo la reducción de impuestos a las grandes corporaciones y dejar a la clase media en el olvido, lo que generó “la tormenta perfecta” y la crisis de Wall Street del 2008.
Este debate hace una aportación histórica a la humanidad: derriba de un plumazo los mitos de que las mujeres carecen de capacidades para ocupar cargos altos en política. No importa el género, lo que importa es la inteligencia, preparación, sagacidad, tesón, capacidad de ignorar la crítica y ver más allá de los ataques personales. Nadie dice que Hillary sea una santa, pero es, por mucho, más capaz de hacer un papel digno en la Casa Blanca que el señor Trump.
Georgina Olson
Reportera, apasionada por la investigación; afición que abarca desde reportajes de la Venezuela chavista, pasando por el tráfico de armas, la migración centroamericana, hasta la explotación del oro mexicano por los consorcios mineros internacionales. Es licenciada en Relaciones internacionales por la Universidad de las Américas, maestra en Periodismo por la Universidad del Rey Juan Carlos de Madrid-Agencia EFE. En 2010, The Woodrow Wilson Center y The Washington Post la becaron para realizar una investigación sobre tráfico de armas de EU a México, publicada en Excélsior.