China, el orden dentro del desorden. Qué mejor ejemplo que lo que se ve en el Metro de Shanghái. Un recorrido con el doctor Laborde.
Tenía que estar muy temprano cerca de la zona financiera de Shanghái. La recomendación de mis colegas fue viajar en Metro. Así lo hice. Me levanté temprano y salí hacia la estación de la línea 10 Jiangwan Stadium, que está cercade mi departamento. Tan pronto me incorporé a la calle, automáticamente fui parte de ese ejército de personas que al igual que yo, se dirigían al Metro.
Unas lo hacían en bicicleta, otros caminando o en motoneta. Cada uno bajo una misma dinámica, es decir, a toda prisa. Tuve que insertarme a ella. Caminé a su paso. Conforme me acercaba, el volumen de la gente aumentaba; más bicicletas y motonetas: un caos, pero ordenado. Quizá como en México, claro, contemplado desde nuestra óptica. Trataré de explicarme. Aunque esta observación podría carecer de lógica, no es así. El caos tiene orden. El Metro de Shanghái es el mejore ejemplo. El acceso a lo vagones fue fluido, sin embargo, ya en los andenes el panorama cambió. Muchos esperando turno para abordar. Un logro entrar. Ya adentro, el hacinamiento era claro, pero noté que no afectaba a los usuarios. Todos iban concentrados con la cabeza agachada mirando sus teléfonos inteligentes.
Ni el movimiento brusco de los altos en las estaciones los afectaba. Mucho menos en las bajadas y subidas. Eran estatuas vivientes que sólo se desconectaban a la hora de bajar. En la estación Siping Rd realicé una conexión. Mi experiencia en el Metro de la Ciudad de México ayudó. No lo niego, sin embargo, si no la hubiera tenido hubiese salido bien librado. La entrada y salida es en bloques. El camino al transbordo fue muy similar al de mi casa al Metro, es decir, me integré a los flujos de miles de personas que van en esa dirección.
De nuevo, el orden dentro el caos. En esta ocasión tuve que dejar pasar un tren para abordar. Imposible penetrar el vagón. Como yo, muchos hicieron lo mismo. Logré mi cometido en el siguiente. Mi experiencia de regreso fue similar. La gente simple y sencillamente sigue su camino y sólo en ocasiones muy esporádicas un oficial de policía interrumpe el camino de los transeúntes para revisar las mochilas antes de entrar a las plataformas de abordaje, o bien, un uniformado vigila y toca el silbato al arribo y salida de los convoyes.
Después de este episodio, olvidé el asunto. No le di importancia, sin embargo, en una de mis clases sobre historia China, algo me hizo pensar en ese sentido. Entendí muchas cosas observadas. A partir de la primera dinastía, la Qin (秦朝 en carácter chino) 221-206 a.C., se estableció el orden a través de nuevas vías: un sistema burocrático en la administración; se retomó el confucionismo, el taoísmo y el legalismo. Me queda claro por qué en China, como en otros países de Asia, existe una coexistencia entre el pasado y el presente. Entre los aspectos culturales milenarios y lo foráneo-contemporáneo. Me sigo convenciendo de que este es un marco de referencia para recuperar lo que a nosotros nos funcionó en el pasado. ¿Seremos capaces de hacerlo? ¿Qué tal una reconciliación? Más aún cuando parece que nada funciona en el país.