Deberes morales del y de la ciudadana digital mexicana
Capítulo tercero
I – Deberes para con nosotros mismos
I.– Si hemos entrado a las redes sociales para compartir cada detalle de nuestras vidas, para adorar cada reflexión de los opinadores, y para aspirar a mejores realidades que la que nos ofrece esta vida perecedera y calamitosa; si nos debemos también a nuestros usuarios semejantes y en especial a aquellos con quienes estamos conectados lo mismo en Facebook que en Instagram y Twitter, y si tan importantes e imprescindibles son las publicaciones que nuestro corazón y nuestro espíritu tienen que compartir con el mundo, para corresponder dignamente a las miras de los influencers, es una consecuencia necesaria que nos encontremos constituidos en el deber de instruirnos en las artes de ser un opinador con una K en el número de seguidores, de leer historias de éxito sobre opinadores que saltaron a la fama y ver tutoriales con consejos sobre cómo llegar a ser un youtuber con millones de visitas.
II.– La importancia de estos deberes está implícitamente reconocida en el simple reconocimiento de los demás deberes del y de la ciudadana digital, los cuales nos sería imposible cumplir si la luz del entendimiento que nos dio la web 2.0 no nos guiase en todas nuestras interacciones sociales, si no promoviéramos nuestras publicaciones aun fuera de la red, y si no trabajásemos constantemente en precavernos de la ira, de la venganza, de la envidia, de la ingratitud y todos los demás movimientos irregulares a que desgraciadamente están sujetos los corazones humanos de los otros usuarios que pueden sentirse amenazados por la popularidad de nuestras publicaciones.
III. – ¿Cómo podríamos concebir la grandeza de las redes sociales sin detenernos con una mirada inteligente a contemplar la magnificencia de las obras de los opinadores y admirar el espectáculo y las joyas producidas por los influencers, los tuitstars, los poetuiteros y toda clase de creadores e intelectuales que han llegado a nosotros gracias a los visionarios de Silicon Valley, tan adelantados a su época? Sin ilustrar nuestro entendimiento en el arte del poetuit, sin dejarnos llevar por lo menos un par de veces al día por el algoritmo de YouTube, sin adquirir por lo menos aquellas nociones generales del panorama de los opinadores que hoy por hoy moldean la opinión pública, sin su antorcha que nos ilumina en el sendero del análisis político, la crítica teatral y la apreciación cinematográfica, necesariamente habrían de ser confusas y obscuras nuestras ideas acerca de cualquier tema en el mundo y nuestros juicios estarían profundamente errados, lejanos de los verdaderos caracteres de la virtud y del vicio, y de los medios de felicidad conque los gigantes tecnológicos han favorecido en la web 2.0 a sus criaturas.
IV.– La mayor parte de las desgracias que afligen a las y los ciudadanos digitales tienen su origen en su propia ignorancia y pocas veces llega un usuario de redes sociales al extremo de la perversidad de convertirse en un trol sin que sus primeros pasos hayan sido guiados por una oferta de compra de votos o por la influencia de un opinador que sostenga posturas contrarias a las nuestras, por principios falsos o por el desconocimiento absoluto de las netas que tiran los opinadores que nosotros seguimos y que ostentan la verdad absoluta como el mástil en el que se levanta la bandera como un sol entre céfiros y trinos.
V.– La ignorancia corrompe con su hálito impuro todos los muros de Facebook de los usuarios que están fuera de nuestra caja de resonancia, y convierte muchas veces en daño de nosotros, los usuarios que usamos las redes propiamente, las más bellas disposiciones de los gigantes tecnológicos. Por el contrario, la ilustración de los usuarios que se encuentran dentro de esta caja aprovecha todas las buenas dotes que hemos obtenido de los opinadores, y colaboran a encaminarnos a análisis más elevados del panorama internacional, de la política local y de casi cualquier tema que se nos pueda ocurrir.
VI. – A pesar de todas las contradicciones que experimentemos entre nuestras propias opiniones, a pesar de todas las amarguras y sinsabores a que nos han sujetado las fake news por las que nos hemos dejado llevar, hay que recordar que nuestro juicio siempre es el más claro, que nuestra caja de resonancia es la que guarda la verdad y que los opinadores que seguimos son los profetas que nos guían en los sinuosos caminos de la red; mal haríamos al ser críticos con nuestros propios dogmas, pero no podemos olvidarnos ni un segundo de serlo, tan encarnizadamente como sea posible, con los dogmas ajenos.
Manchamanteles
El día de ayer inició en Murcia, España, el juicio en contra de los creadores del sitio web Seriesyonkis. Los administradores de esta página, una plataforma de streaming y descarga de series televisivas, enfrentan el mayor juicio por piratería en la historia de España. Los cuatro han sido acusados de delitos contra la propiedad intelectual y de perjudicar a la industria televisiva por un monto que asciende a los 550 millones de euros. Este juicio, que está recibiendo una amplia cobertura mediática, trasciende los tribunales y lleva a la opinión pública a emitir sus propias sentencias. Éstas van principalmente en dos sentidos: quienes opinan que la propiedad intelectual de las grandes empresas es intocable y quienes opinan que plataformas como ésta son herramientas para el acceso a la cultura. ¿De qué lado se pondrá la historia?
Narciso el obsceno
Al narcisismo no lo vence ni el espectro ni el adelanto de la muerte. ¿Será acaso que baja a la tumba con lo ominoso de un cuerpo muerto? ¿Qué queda entonces para huir de esa patología universal? ¿Será acaso que el narcisismo quiere luchar con la vida? Nos da chance. Sería prudente empezar a pensar, si el narcisismo es metáfora de vida o de muerte
