Margo Glantz es sin duda la invasión más auténtica del mundo femenino, en el México contemporáneo, y evidentemente es una referencia en todos los espacios que trastoca, con voz firme y profunda, pero sin estridencias se ha colocado en todas partes el mundo de lo femenino con una vigencia inaudita que trasciende como su Esguince de Cintura (1994), la musculatura del simbolismo de lo que significa ser mujer. La sensación que me da cuando leo la prosa de Margo Glantz en cualquiera de sus expresiones, desde el más agudo de sus análisis, hasta la sensibilidad siempre exquisita de sus novelas llegado al más irónico de sus tweets o su participación permanente en las redes sociales, Margo Glantz produce movilidad y tráfico de ideas más allá de la literatura y más de acá de la “invención de lo cotidiano” del que habla Michel de Certeau. Al pasar las páginas de sus textos, se viaja con ella a lugares insospechados que nunca he visto y quizá jamás veré. Es como si cada libro fuera un pedacito de su vida que nos comparte una especie de biografía fracturada que, al mismo tiempo, se convierte en una experiencia propia. No me gustaría escribir sobre lo maravillosa que es la escritura de Margo Glantz, no porque no crea que es fabulosa -lo creo fervientemente-, sino porque no sería el primero ni el más avezado en el estudio de su trabajo, además el formato me constriñe. Por el contrario, quisiera contar mi experiencia personal, lo que he sentido cuando la escucho en entrevistas, en conferencias o cuando la tengo frente a mí, volcada en un libro cuyo género todavía no está catalogado.
La literatura de Margo Glantz se fija en tópicos extraños, pero nunca ajenos, como por ejemplo La cabellera andante, donde no añade más que reflexiones sobre el cabello. La representación de ese entramado proveniente de folículos dentro de la cultura popular, desde King Kong, hasta los poemas eróticos de Efrén Rebolledo, desprende símbolos que explican el mundo. La autora de Las genealogías (1981), tiene una habilidad excepcional para convertir la llaneza de las historias sobre el cabello en historias significativas para el lector, de accionar el interés por lo que a simple vista parecería un tema profano. Le corresponde la minuciosidad, como diría Georges Perec, de encontrar la belleza o la miseria en las cosas pequeñas y, al parecer, insignificantes. Margo ayer en un tweet coincidía con tino y certidumbre con Simone de Beauvoir a la que cita: “Entre otras cosas, nada me parece más discutible que el slogan que condena al mundo a la uniformidad y, por lo tanto, al tedio.” Quizá porque su vida es un antígeno modélico ante el aburrimiento y la invasión de lo previsible. Margo apuesta por la vida y por ello por el movimiento perpetuo que siempre es incierto y por ello fascinante.
Margo, en su conversación, o bien, en su literatura, nos lleva por una calzada que se desvía completamente del de la tradición; es decir, quizá el viaje más importante al que asistimos con el trabajo e imaginaciones de Margo, es al viaje intelectual, la seducción de la razón desde una muy aguda e irónica creatividad permanente. Va de músicos a pintores ingleses, a costumbres antiquísimas perdidas en la memoria, pero rescatadas para sus propios fines de escritura, de novelas, de escritores y escritoras, de un lugar a otro en el conocimiento, como si tuviera una computadora en la cabeza. Es verdaderamente impresionante escucharla y leerla y observar la capacidad que tiene de llevar, tanto al escucha como al lector, de un sitio a otro.
La energía con la que Margo aborda la vida es esencial y ejemplar como cuando nombro a la “generación de la onda” y porque agarro la onda se fue… Reitera muy bien que en su forma del ensayo existen pautas bien definidas. No están los acotamientos largos hacia una obra citada, porque Margo sabe convivir con las influencias, con esas voces que le ofrecen un sin fin de posibilidades para abordar los temas. Por lo mismo, las referencias a los autores modulan un tipo de conversatorio. Margo, en realidad, no solo escribe para ser leída, escribe para ser escuchada con la palabra escrita. Esta sinestesia es obligada. Por lo demás, la consecución de interferencias en cuanto al manejo discursivo plantea lo que he venido diciendo en líneas anteriores: un espacio de relaciones mutuas, donde lo directo sea la voz femenina con los planteamientos y posturas políticas y literarias, abiertas y puestas en discusión por la historia y la propia Margo. En un día de luchas por la reivindicación de la mujer, que la mirada femenina lo embargue todo.
Manchamanteles
No es cuestión de festejo la disparidad de género y la violencia que todavía prevalecen en nuestro país. Hoy no celebramos a la mujer, conmemoramos su lucha y nos unimos como sociedad, mujeres y hombres por la justicia y la equidad. No banalicemos una invitación a la reflexión, promovamos en nuestras esferas una cultura diferente.
Narciso el obsceno
Dijo Margo Glantz en entrevista al diario El Clarín el 22 de febrero del 2013 “tuitear constituye un gran desafío, permite caer de bruces en el narcisismo flagrante sin que los parámetros tradicionales de modestia nos ruboricen. Permite por eso mismo publicitarse de manera desvergonzada, ya lícita; difundir, como si fueran aforismos, textos de nuestros escritores favoritos; lograr que el tuitero pueda convertirse en poeta japonés: ¿quién que es quién no intenta ser ingenioso, transgresor y pergeñar con 140 caracteres (con espacios) maravillosos haikus?”
