En los congresos del país no es suficiente la equidad de género.
En estos días me tocó leer una noticia que resulta alentadora para cualquier mujer interesada en el tema de libertad y derechos. México destaca por su equidad de género en el Congreso. La nota de Leticia Robles de la Rosa publicada por Excélsior menciona que, de acuerdo con la Unión Interparlamentaria, entre los 58 nuevos parlamentos formados en 2015, México se situó como el país con el mayor número de mujeres por escaño (42.4% en la Cámara de Diputados y 36.7% en el Senado), seguido de Finlandia con un 41.5% y de España con un 40%.
Este resultado es positivo a simple vista. En corto tiempo parece haberse logrado la intención de la iniciativa lanzada hace tres años por el presidente Enrique Peña Nieto para lograr la equidad de género en el Congreso, a partir de obligar a los partidos a conformar sus listas de candidatos a diputados y senadores con 50% de aspirantes correspondiente a un género y la mitad restante al otro.
¿Pero acaso esta equidad legislativa se ha visto reflejada en políticas con enfoque de género? ¿ Se ha visto permeado algún beneficio al electorado femenino?
No, y sobran ejemplos de que esta cultura está lejos de permear. En días recientes, el congreso de Veracruz aprobó la criminalización de la interrupción del embarazo desde la concepción. De acuerdo con varios medios que difundieron la nota, la ONU manifestó su descontento con dicha ley. Por ello, laOficina en México de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer (ONU-Mujeres), la Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH) y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), rechazaron el aval que dio el congreso del Estado a la iniciativa del gobernador Javier Duarte de Ochoa, que conlleva “graves consecuencias como el embarazo adolescente, los abortos clandestinos e insalubres y la mortalidad materna”.
En Sonora, un estado gobernado por una mujer, Claudia Pavlóvich, en fechas recientes se le negó a una menor de 14 años el derecho a interrumpir el embarazo producto de una violación porque el juez consideró que era estupro, a pesar que la menor interpuso la denuncia correspondiente y pasó los exámenes físicos y el Ministerio Público había determinado la denuncia como procedente. La declaración de la gobernadora en entrevista para Radio Fórmula (agosto 2 con José Cardenas) fue de apoyo total ¡al juez!
En otros estados, como Aguascalientes, han sido las mismas legisladoras –tal es el caso de la coordinadora de la fracción parlamentaria del PAN, Martha Álvarez– quienes se han opuesto al ejercicio de los derechos reproductores de sus congéneres.
En Nuevo León, el escenario no es menos grave. En un estado que se ostenta con tres mujeres representándolo en la Cámara Alta, los diputados locales y federales del PAN y la Unión Neolonesa de Padres de Familia dijeron que arrancarían las páginas de los libros de texto gratuitos que contuvieran información sexual, sobre el cuerpo humano y métodos anticonceptivos. La diputada Yanira Gómez, del PAN, fue quien planteó esta “alternativa” y arremetió contra el matrimonio igualitario y el derecho a la adopción de parejas del mismo sexo, e incluso llamó a que se quemaran los libros y a tomar las escuelas si estos textos no eran retirados.
En la misma línea, en contra de la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes que garantiza el derecho a la educación sexual laica, Liliana Tijerina, del PRI, aseguró que el tema debe de consultarse previamente con las asociaciones religiosas.
No se menosprecia la cuota de género en el Congreso, lo cuestionable es si la cantidad hace el cambio, si nuestras pares están conscientes de la lucha que muchas mujeres han enfrentado por conseguir esos beneficios que ellas ahora representan.
Desgraciadamente, muchas de ellas han optado por seguir la línea propuesta por Yamilett Orduño, la presidente ejecutiva del Instituto Estatal de la Mujer en Nuevo León. En el mes de julio, en su cuenta de Facebook, publicó un video explicando la visión para el instituto: éste no sería un lugar para mujeres “gritonas”. Al parecer, la clase política femenina decidió que ese viejo dicho popular “calladita me veo más bonita”, era la mejor forma de defender a esas miles de gritonas que día a día libran la vida cotidiana sin beneficio de fuero ni cuota de género.