La Revolución Mexicana costó un millón de muertos, nuestro proceso de Independencia -es decir, el pleito entre conservadores y liberales- nos llevó a que EU nos arrebatara la mitad del territorio.
La bonanza petrolera que dilapidó y desaprovechó López Portillo, le costó al país una década de profunda crisis económica (los años ochenta). La era neoliberal nos costó más de cincuenta millones de mexicanos en extrema pobreza y el rompimiento de cadenas productivas por doquier.
Durante el sexenio foxista, los precios internacionales del petróleo subieron de tal manera, que México recibió cerca de un billón de pesos “extra” que no preveíamos obtener. Todo ese dinero Fox lo dilapidó incrementando el gasto operativo de su gobierno y repartiéndolo entre los gobernadores (sin ninguna supervisión).
El sexenio zedillista nos dejó la herencia del Fobaproa, es decir, el rescate bancario derivado de la crisis del 95, que se convirtió en deuda pública por un monto superior a los 500 mil millones de pesos, que pagaremos los mexicanos con nuestros impuestos y que nos tomará saldar entre 30 y 70 años.
Por supuesto que cada una de esas etapas trajo consigo cosas buenas. Así por ejemplo, de la era neoliberal nos queda el TLC, la autonomía del Banco de México, el INE y la CNDH. De la Revolución nos queda la Constitución más progresista e igualitaria del mundo durante el Siglo XX, y el fin de la reelección presidencial.
Hoy muchos se rasgan las vestiduras por los 150 mil a 300 mil millones de pesos que se perderán en el NAIM de Texcoco. Pero si hubiera que comparar, el despilfarro de Fox costó, por ejemplo, el equivalente a entre 4 y 7 aeropuertos como ese. El Fobaproa zedillista equivaldría a entre 2 y 3 NAIM.
En síntesis México está podrido. Metafóricamente podría decirse que no hay en la administración pública, ningún cajón que no abras sin encontrar grotescas y pestilentes transas. El hartazgo ciudadano es absoluto y no sólo contra Peña o el PRI sino histórico, contra la partidocracia, contra el calderonismo, el foxismo, el zedillismo, el salinismo, el panismo, el perredismo, los gobernadores, legisladores y alcaldes. ¡Contra todos!
De no haber ganado AMLO la elección presidencial, el estallido social habría sido muchísimo más costoso que los errores que están cometiendo los obradoristas. Uno de esos errores de la 4T es no detallarnos más detenidamente los casos de corrupción que han venido detectando. Quizá esto se deba a esa amnistía que AMLO ofreció contra los corruptos y en lo que muchos no estamos de acuerdo.
Baste el ejemplo de las estancias infantiles: Son escandalosas las cifras maquilladas, el padrón de niños inexistentes que supuestamente son atendidos ahí y la falta de supervisión de los inmuebles. Un altísimo porcentaje de las mentadas guarderías está ubicado en zonas socio-económicas mucho más altas de donde se suponía debían estar. Un asco total.
En ese sentido, cualquier cambio político genera costos de todo tipo -cultural, económico, social- y el que encabeza AMLO no será la excepción. Pero con todo y ese precio a pagar, debemos recordar que algo nuevo había que intentar; urgía que alguien de alguna manera diera el primer paso para frenar y revertir la cagalera en que se había convertido el Sector Público.
El único tema realmente preocupante es el manejo que el nuevo gobierno le está dando a Pemex. Si en eso se equivocan y ocasionan que se ponga en entredicho la viabilidad financiera de la paraestatal, se generará un efecto dominó, la economía del país registrará un severo deterioro, que pudiera derivar en desempleo, inflación, déficit presupuestal y devaluación. Están a tiempo de evitarlo. Ojalá. Discutámoslo en Twitter.
@rodriguezrraul
