Los jóvenes inician en el boxeo por moda o imitación.
El boxeador, por naturaleza, desde su primera lección, es sometido al dolor físico. Sus primeros objetivos son adquirir la condición atlética suficiente como para tirar golpes certeros, esquivar los del contrincante y aguantar los que impacten en su cuerpo.
Puede ser golpeado en partes duras o sensibles, resentir moretones, fatiga muscular, mareos, desmayos y recibir daño en la vista, el oído, el equilibrio, el cerebro. Pero todo castigo tiene su recompensa.
Y todos sus sacrificios tienen un simple, máximo y último objetivo: Ganar.
Ese anhelo de triunfo es el que impulsa a jóvenes mexicanos a participar en torneos como el que organizó el Gobierno capitalino, “CDMX Capital de Campeones 2016”, en el que se enfrentan 730 profesionales y amateurs del boxeo en 368 peleas realizadas entre los meses de agosto y diciembre, en diversos espacios de la capital.
El objetivo del torneo, anuncian, es el mero impulso de esta disciplina de tradición.
La relevancia de eventos como éste no es menor. De este tipo de competencias suelen surgir reconocidos atletas mundiales, como Misael Rodríguez.
En esta edición de los Juegos Olímpicos Río 2016, el púgil de 22 años se cuelga la primera medalla de bronce para la delegación mexicana que compite en Brasil: Un haz de luz que se abre paso en el mar de talentos poco respaldados por las instancias deportivas oficiales.
Es el propio Misael quien bromea sobre el asunto: “Las medallas con boteadas saben más”, dijo al recordar la forma en que tuvo que pedir dinero en botes, a manera de colecta, en la calle y arriba de los camiones, para poder costearse la fase de clasificación a los juegos en los que obtuvo la presea internacional.
Disciplinas tan queridas entre jóvenes y viejos, persisten en la memoria mundial del deporte y hacen eco hoy en México y en Río, e incluso se vuelven moda o #Tendencia: los jóvenes imitan, consumen las marcas del box, adoptan las frases de los narradores deportivos.
Es muy posible que del juego o la imitación pueda surgir un campeón, como al que abraza este par de orgullosos padres. Un campeón del hogar, de la familia, de la cuadra, de la colonia, del estado, o hasta un “Misael”. De eso se trata el tiro.