Hace 12 años, en 2007, se creó la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, la cual establece la Alerta de Violencia de Género Contra las Mujeres.
Era el primer año de gobierno de Felipe Calderón en el que se planteó enfrentar y erradicar la violencia contra las mujeres con protocolos de investigación sobre feminicidios y programas destinados a la prevención.
Doce años después, las estadísticas nos obligan a replantear de manera urgente dicha ley. Los objetivos no se han logrado y la batalla que libran día a día las mujeres, es cada vez más compleja.
Cuando se creó la Alerta de Violencia de Género Contra las Mujeres, se presumió que era un mecanismo de protección de los derechos humanos para las mujeres, único en el mundo. Pues sí, innovador y exclusivo, pero ineficiente. Los feminicidios no cesaron, al contrario, crecieron.
El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública indicó que en los últimos tres años el asesinato de mujeres pasó de 406 a 760, es decir, se incrementó en el 47 por ciento.
Lamentablemente se complica hablar de cifras, porque solo se denuncia el 20 por ciento de los asesinatos de mujeres. Pero eso no es lo peor, no todos esos crímenes son tipificados como feminicidios. Otro porcentaje se queda en la estadística de desaparecidas, porque sus cuerpos nunca aparecen.
Ante ese deplorable panorama, duele imaginar cuántas niñas y mujeres han sido asesinadas en México.
Actualmente, solo en 12 de las 32 entidades del país se han declarado Alertas de Violencia de Género contra las Mujeres, en municipios de los estados de México, Morelos, Michoacán, Chiapas, Nuevo León, Veracruz, Sinaloa, Colima, San Luis Potosí, Guerrero, Quintana Roo y Nayarit.
A pesar de contar con la Alerta de Violencia, el Estado de México, Veracruz y Nuevo León, son los primeros lugares de feminicidios cometidos el año pasado. Lo que nos obliga a preguntar ¿de qué ha servido la Alerta en esas entidades?
En julio de 2017 se rechazó la solicitud de Alerta de Violencia contra las mujeres en Puebla. Hoy, Puebla es una de las siente entidades que tuvieron el mayor número de feminicidios en el 2018. Treinta asesinatos de mujeres y niñas, insisto, solo el número de los que fueron denunciados.
El movimiento #NiUnaMas ha sido tendencia una y otra vez en las redes sociales. A penas en las últimas horas por Gisselle, una niña de 11 años que desapareció el 19 de enero en Chimalhuacán, en el Estado de México y unos días después la encontraron muerta en Ixtapaluca.
Los crímenes aumentan, la impunidad también y con ello la zozobra de una sociedad que se siente desprotegida, ante la ausencia de la autoridad.
Ni toques de queda ni hashtags, ni movimientos mediáticos ni discursos apaga fuegos. Demandamos que tanto los feminicidios como la violencia contra las mujeres tengan prioridad en las agendas de los tres niveles de gobierno, federal, estatal y municipal.
Que se queden en “casita” quienes carecen de argumentos para defender los derechos de las mujeres. Por lo pronto, afuera hay mucho que hacer, mucho que luchar y mucho que exigir, para recuperar la tranquilidad que hemos perdido.