Sustituirá al que actualmente tiene 23 años.
El fin de semana pasado medio desperté, y aún con los ojos cerrados, inmediatamente encendí la radio para escuchar las noticias de la CBC (Canadian Broadcasting Corporation, la radiodifusora pública). La nota más importante fue: “Día histórico: los Premiers (como gobernadores de las provincias y territorios) acordaron, en principio, un acuerdo de libre comercio interno para crear empleos y mejorar la economía”. ¡Qué absurdo! ¿Es día de los Santos Inocentes o April´s Fools? ¿Cómo es que se tiene que firmar un acuerdo de libre comercio al interior de Canadá? ¿Qué no estamos dentro del mismo país? ¿Sigo dormida y estoy soñando?
Pues no, ni soñaba ni era una broma. Después de dos días de trabajo de la reunión anual del Concejo de la Federación, llevado a cabo en la ciudad de Whitehorse, capital del territorio de Yukon, los 13 Premiers acordaron un nuevo acuerdo de comercio interprovincial o Acuerdo de libre comercio canadiense (CFTA, por sus siglas en inglés) que sustituirá al que actualmente tiene 23 años.
El anuncio despertó tal optimismo que el ministro de Desarrollo Económico, Navdeep Bains, dijo que este acuerdo sin precedente, “es la primera vez en una generación que Canadá tendrá un nuevo y moderno marco de comercio dentro de sus fronteras”.
Por supuesto que todavía no hay detalles sobre el nuevo acuerdo que todavía tiene que ser sometido al gobierno federal y a las primeras naciones. De hecho, según algunos asistentes a la reunión, el acuerdo podría tomar entre dos o tres años para ser instrumentado. Muy temprano para cantar victoria.
A pesar de vivir aquí y después del choque inicial de saber que los servicios educativos, de salud y sociales son responsabilidad de cada provincia, prometo comentar estos puntos en una futura entrega. A mí esto del tratado de libre comercio interno me sigue sonando de lo complicado y extraño.
Pero por otro lado, el nuevo acuerdo hace mucho sentido después de escuchar que el Comité de Banca, Industria y Comercio del Senado reportó en junio pasado que la pérdida de oportunidades de negocio al interior del país cuesta $130 billones de dólares canadienses, a causa del exceso de regulaciones provinciales y diferencias legislativas entre jurisdicciones.
No voy a entrar en detalles de esas regulaciones ni en puntos específicos de los sectores mas afectados por las mismas, pero por ejemplo, sólo las provincias de Columbia Británica, Manitoba y Nueva Escocia permiten la venta de vinos directamente al consumidor. En el resto del país, los consumidores debemos pagar cuotas adicionales que van directamente al gobierno provincial que es el dueño de las tiendas de licores, en Ontario las LCBO (Liquor Control Board of Ontario). Cada provincia impone los límites que los consumidores pueden “importar” de otras provincias.
Si a la conveniencia de desregular esa industria, se suma la necesidad de estandarizarlos sistemas de compensación de los trabajadores; los reglamentos de transporte y vehículos pesados; las reglas de manufactura y de registro de empresas; la libre movilidad de los trabajadores entre provincias o de las empresas para competir por proyectos de infraestructura, e inclusive el tamaño de las botellas de cerveza y de los cartones de leche entre otras, el acuerdo de libre comercio interno de Canadá es imperativo y oportuno. ¡Enhorabuena por el CFTA!