Los hombres de las décadas pasadas.
Feo, fuerte y formal, así se afirmaba que debían ser los hombres en las décadas pasadas, para gozar de reconocimiento social y entre las mujeres, quienes en el fondo siempre los han preferido guapos, solventes y protectores.
Durante mi infancia escuché a vecinos y a familiares maternos y paternos sostener esa idea que no cuadraba con la galanura de algunos varones de los que se componía mi parentela, y de los cuales las mamás, abuelas, primas, tías y hermanas se mostraban orgullosas al tener un guapo en casa que llevara su sangre y uno de sus apellidos.
Por su parte, los papás, abuelos, hermanos, primos o tíos, cuando debían mencionar o reconocer la belleza de alguno de los varones, se concretaban a expresar lo más secamente posible que su familiar era: “Un carita”, “un rostro”, “está galán”, para no poner en duda su “inquebrantable” heterosexualidad, pues no era correcto que un hombre se refiriera a otro llamándolo: “guapo”
Para fortuna de todos, algunas cosas han cambiado y dejado en desuso esas creencias e imposiciones respecto a la fealdad y rudeza de los varones. Los hombres contemporáneos se interesan más en cuidar de su salud y de su apariencia personal, no sólo para gustar a las damas, sino para ser más competitivos entre varones a la hora de ser elegidos por las mujeres. Para ello, acuden al gimnasio donde se ejercitan y labran su cuerpo para resultar más atractivos para el sexo opuesto, o incluso, por qué no, para el mismo sexo.
Otros más invierten tiempo y dinero en cuidar su cabello, la piel, su alimentación para lucir bien y conservar la salud. No es extraño encontrarlos en los supermercados eligiendo las frutas y verduras más frescas y de buena calidad. Lo mismo visitan los establecimientos donde se expenden complementos vitamínicos, cremas de afeitar y rastrillos de buena calidad para conservar lozana la piel.
Eso de ser siempre feo y rudo ni a ellos los convence del todo. Muchos prefieren saberse y sentirse guapos al estar bien rasurados, no sólo en las mejillas, sino incluso depilan su cuerpo para que luzca más joven y sin relacionarlo como un acto femenino, como ocurría en el pasado. En contra parte, los hay quienes conservan el vello corporal y lucen una abundante y bien cuidada barba que reafirme su masculinidad ante sí mismos y frente a la sociedad.
Entres más limpios, educados, bien vestidos, exitosos, caballerosos, atléticos y con solvencia económica, ellos saben que están en el centro de la mirada y del interés femenino. Cada día más mujeres los prefieren responsables de los quehaceres de la casa y del cuidado de los hijos. Poco a poco han ido introyectando la idea de que los hombres deben ser temerarios y los únicos proveedores del hogar.
Festejo que los hombres reafirmen su fortaleza y la formalidad en cada compromiso de vida, pero aquello de seguir asumiendo ser un “feo” hoy en día a nadie convence. Llámese amor propio, vanidad o moda, lo cierto es que cada día más hombres optan por lucir atractivos y merecer el reconocimiento de ambos sexos.
Gerardo Guiza Lemus
Es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la UNAM, consejero sexual y autor de los libros: Masculinidades, las facetas del hombre (traducido también al alemán), En el pecado está la penitencia, La historia no convenida, Artilugios, Quizás no entendí, Tus estelas en mi espacio, y Como la flor del amaranto.