Del Hilton y Centro Histórico es vasta.
La próxima semana empiezan formalmente las vacaciones de verano, y al margen de que tomemos o no unos días de descanso en la playa o cualquier otro destino, con el sólo hecho de no enfrentar el trajín cotidiano de la escuela, el ánimo colectivo ya es otro.
Para inaugurar mi verano y celebrar la estación del cumple de mi esposo y el mío propio, fuimos a probar el Brunch de La Terraza restaurante en el sexto piso del Hotel Hilton Alameda, que ofrece un buffet dominical de cocina internacional en un ambiente fresco y relajado con una vista privilegiada hacia el Palacio de Bellas Artes y la Alameda.
El brunch debe su nombre a la unión de las palabras breakfast y lunch. Se trata de un servicio que se ofrece en el intervalo entre estos dos tiempos de comida.
Al parecer es una costumbre que se originó en las familias británicas de la clase alta, debido a que los domingos, además de levantarse tarde tras la juerga sabatina, no contaban con servidumbre, pues sus empleados descansaban. Pero antes de tomarse el día libre, los cocineros dejaban preparados varios platillos para que sus patrones se sirvieran a gusto a lo largo del día. La primera noticia impresa sobre el brunch apareció en un diario inglés a finales del siglo XIX.
Ya en el siglo XX, los estadounidenses la hicieron suya y los restaurantes y hoteles neoyorkinos comenzaron a servir este buffet, siendo muy bien recibido tanto por los hambrientos desvelados sabatinos como por quienes acudían los domingos temprano a los servicios religiosos.
En la actualidad, esta modadlidad se sirve en hoteles de prestigio de todo el mundo. Basta con saber que existen 10 millones de imágenes publicadas bajo los hashtags #brunch y #sundaybrunch en Instagram para concluir que sigue estando de moda.
Lo primero que llamó mi atención al llegar a La Terraza fue su decoración minimalista, la vegetación del jardín, el amplio espacio entre cada mesa y la manera en que el sol caía sobre las sillas y mesas de “estilo patio”, algunas cercanas a la piscina, que fue donde nosotros nos sentamos.
Desde ahí veíamos la imponente cópula del Palacio de Bellas Artes… Enseguida vino el mesero para dejarnos nuestras respectivas copas de Mimosa. En cuanto tomé el primer sorbo, sentí que estaba ya muy lejos de mi rutina cotidiana y es que el jugo de naranja con vino espumoso es un elemento clave de este concepto. Tras la resaca sabatina, comenzar el domingo con esta bebida nos prepara física y espirituosamente para recibir los alimentos sólidos y por fortuna, el brunch de La Terraza incluye dos copas.
Los alimentos están seccionados por islas. En primer plano, la de jugos (de muchos colores y sabores) y frutas (las tradicionales más kiwis e higos), incluyendo un parfait de yogur con frutas del bosque que yo elegí: en el fondo miel, en medio yogur con blueberries y en la cima, zarzamoras, frambuesas y fresas, todo muy fresco.
Justo en medio de la estancia, se encuentran la isla con la selección de huevos. Yo corrí a servirme unos “Benedictin”: un huevo escalfado con tocino, montado sobre un muffin inglés y bañado con salsa holandesa. Otro plato indispensable del brunch, pues toda la grasa que contiene absorbe el alcohol en la sangre. Por eso me cayó fenomenal tras haber ingerido mucho vino el día anterior.
Después me asomé a la isla de comfort food que ofrece salmón con elotes, papa gratinada, brócoli con queso, costillas de cerdo BBQ, carne en su jugo, pollo con champiñones, aunque también me formé en la “Isla grill” (cortes selectos de carne, pollo, camarones y vegetales a la parrilla) donde pedí un trozo de arrachera y camarones
Tras hacer una larga pausa disfrutando de la música lounge en vivo, la brisa y la plática entre amigos, mi siguiente parada fue en la “Isla de sushi y mariscos”. La oferta: ostras, cócteles, ceviches, aguachiles, sashimis y sushi. Probé un poquito de todo. Lo mejor: el sashimi de atún, el ceviche peruano y el sushi de salmón. Para acompañar estos frutos del mar, era obligado prepararse un Bloody mary (coctel de vodka y jugo de tomate), otro elemento imprescindible en un brunch, ya que es la bebida “cura crudas” por excelencia, cuyos elementos aquí disponen en una mesa exclusiva.
Para pasar de lo salado a lo dulce, les recomiendo limpiar el paladar con una bola de sorbete de manzana verde con albahaca (una delicia disponible en el carrito de helados). La “Isla de postres” (obviamente mi parte preferida), ocupa dos largas mesas con tartas, mousses, cremas, pasteles, cake pops, bombones y dulces. Sólo admirar el trabajo de los reposteros es un agasajo. Lo que deben probar –aunque luego se pongan a dieta–: el flan, el pastel de chocolate blanco con gelée de menta, el cheesecake de fresas, el domo mousse de chocolate amargo, el tiramisú y el choux con mousse de praliné, este último mi favorito. (Y, sí, ¡probé todo eso!).
Una de mis acompañantes estaba un tanto a régimen por lo que obviamente no probó ningún postre. En su lugar, fue a la “Isla antipasti”, donde se encuentran también el pan artesanal y se sirvió diversos quesos y frutos secos.
Sobra decirles que después de ese banquete tuvimos que dar unas vueltas por la Alameda y se me ocurre que ustedes podrían aprovechar para visitar el Museo Memoria y Tolerancia a unos pasos del hotel y que ahora mismo presenta la exposición temporal “MLK: un sueño de igualdad”, sobre la vida y lucha de Martin Luther King. O bien, cruzarse al Museo Franz Mayer para visitar la exposición “Dechados de virtud. Bordados y deshilados”, que muestra piezas textiles realizadas por niñas y mujeres desde el siglo XVIII.
Como ven, la oferta en La Terraza del Hilton y de nuestro Centro Histórico es vasta. Hay de todo y para todos. Me encanta la idea de comer mucho, disfrutar del paisaje, la arquitectura y la cultura en un mismo cuadrante. Vayan de vacaciones o no, no pierdan la oportunidad de “comer como si no hubiera un mañana” en este lugar y después, ustedes sabrán. Felices vacaciones.
La Terraza
Hotel Hilton Alameda
Av. Juárez No. 70, Centro Histórico
Brunch dominical: 450 pesos
Horario: 10:00 a 16.00 horas