Las conocemos como lo que realmente son: tribus.
En mayo de 1989 Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y los miembros de la Corriente Democratizadora del PRI, junto con prominentes miembros de la izquierda mexicana que venían desde el Partido Comunista y varias otras expresiones vanguardistas, fundaron el Partido de la Revolución Democrática.
México venía de una elección cuestionada. En la mente de millones de mexicanos que votamos en 1988 en la elección presidencial, existe la certeza de que el ganador de ese proceso fue Cárdenas.
El camino institucional de ese partido no fue fácil. Muchos que venían de la izquierda, no veían conveniente que los expriistas dirigieran la nueva conformación política. Pero el liderazgo de Cárdenas y Muñoz Ledo, avasalló.
A partir de su fundación, se crearon las corrientes de opinión. Las conocemos como lo que realmente son: tribus.Algunos de ellos comenzaron a cuestionar la dirección y el liderazgo de Cuauhtémoc. Pedían que se jubilara.
La presidencia de Muñoz Ledo dio paso del descontento, por el fraude electoral del 88, a la institucionalidad del partido. Se consolidó como ente de la partidocracia. Pero sus primeras incursiones electorales fueron más bien testimoniales.
Llegó entonces la presidencia de otro expriista: Andrés Manuel López Obrador. Dirigente del PRD en Tabasco, le dio al nuevo partido, como lo dijo en su momento Muñoz Ledo: la movilidad y la estructura para ser verdadera opción electoral.
Y sí, comenzaron los triunfos en los municipios conurbados del Estado de México. Principalmente en el oriente de esa entidad y en 1997 con Cárdenas como candidato; y Andrés Manuel como presidente del partido, la izquierda conquistó el Distrito Federal.
Lo que vino después, fueron los triunfos de gubernaturas, más alcaldías y mayor presencia en los congresos; tanto el federal como los locales.
Al final de la gestión de López Obrador, comenzaron los conflictos. Amalia García y Jesús Ortega buscaron la presidencia perredista. Una elección amañada dio paso a un interinato de Pablo Gómez. Al final, Amalia García se quedó como presidenta.
Después vino el mayor golpe en contra del perredismo. Además de los militantes asesinados en los primeros años del perredismo, los videoescándalos cimbraron a la izquierda. Prominentes figuras del partido fueron grabados recibiendo dinero en efectivo del empresario Carlos Ahumada, cercano a la entonces presidenta del PRD Rosario Robles.
Ella renunció no sólo a la presidencia, sino también al partido antes de ser expulsada. En su lugar llegó Leonel Godoy, político michoacano, cercano a Cuauhtémoc Cárdenas.
Terminó el periodo de Robles-Godoy y asumió la presidencia Leonel Cota. En él recayó la dirección de un partido que estuvo como nunca cerca de ganar la presidencia de la República. El candidato fue Andrés Manuel López Obrador. La diferencia con el candidato del derechista Partido Acción Nacional, Felipe Calderón, fue mínima, menos de un punto porcentual.
El conflicto electoral fue resuelto por el Tribunal Electoral. Los magistrados le otorgaron el triunfo al candidato del establishment.
La decisión del tribunal y la postura del candidato López Obrador llevaron a una nueva crisis al PRD. Cota se fue, y la dirección perredista se quedó en manos de Graco Ramírez y Gustavo Cárdenas. Guadalupe Acosta asumió después la presidencia y ahí comenzó la hegemonía de la tribu denominada Los Chuchos, en la presidencia perredista.
Jesús Ortega y Jesús Zambrano obtuvieron algunas victorias electorales, pero las derrotas fueron más contundentes. El avance que se logró con Cárdenas y López Obrador comenzó a diluirse.
La elección presidencial del 2012 llevó al PRD a una ruptura, pues el candidato López Obrador diseñó una estructura paralela a la del partido. La elección la ganó el priista Enrique Peña.
El siguiente presidente perredista fue Carlos Navarrete, otro de los Chuchos. Pero una de las tragedias más impactantes en la historia de México provocó su salida. El 26 y 27 de septiembre de 2014, 43 jóvenes normalistas de Ayotzinapa fueron levantados por policías municipales de Iguala, Hutzico y Cocula. Hoy, esos jóvenes no han regresado a casa.
Navarrete renunció. Y aunque los dirigentes de Nueva Izquierda (Los Chuchos) y los opinócratas cercanos al régimen quisieron hacer responsable a López Obrador de la candidatura del entonces alcalde de Iguala, señalado como uno de los autores intelectuales de la desaparición de los 43, quedó claro que la dirigencia nacional y estatal del PRD avalaron esa candidatura y políticamente son responsables de esa postulación.
La salida de Navarrete fue suplida por un intelectual socialdemócrata, Agustín Basave.
Lo que parecía una salida razonada, tersa e inteligente, se complicó.
Mañana, la segunda y última parte de este recuento, “De vida o muerte”.
«PARTE II»: De vida o muerte