lunes 25 noviembre, 2024
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COLUMNAS COLUMNA INVITADA

«SALA DE ESPERA»: ¡A recoger las varas!

 

La experiencia afirma que “hay un tiempo para echar cohetes, y otro para recoger las varas”.

Es muy probable que ahora ese refrán no signifique nada para la mayoría de los mexicanos, máxime para los jóvenes, aunque los cohetes no dejen dormir ni de taladrarle los oídos a los perros.

No tiene ninguna ciencia interpretar su significado sobre todo cuando es más que milenario (que no millennials), incluido en el Eclesiastés: “Hay bajo el sol un momento para todo, y un tiempo para hacer cada cosa: Tiempo para nacer, y tiempo para morir; tiempo para plantar, y tiempo para arrancar lo plantado…

…tiempo para llorar y tiempo para reír; tiempo para gemir y tiempo para bailar.”

        Ocurre siempre, también en México: hay tiempo para prometer y el tiempo para cumplir; tiempo para votar, y el tiempo para arrepentirse; tiempo para apoyar y el tiempo para exigir.

Hoy la fiesta democrática de apenas hace unos meses comienza ya a provocar resaca. Ya se sabe que la democracia no es el mejor sistema democrático, sino apenas el menos peor, tanto que hasta las monarquía se han democratizado a través de sus parlamentos.

Los humanos hemos experimentado todo a lo largo de la historia en el presunto arte –hay quienes creen que es una ciencia– de gobernar: el poder en manos de Dios, el poder en manos de los sabios, el poder en manos de los ancianos, el poder de los reyes, el poder en manos de los hombres, el poder en manos de las mujeres, el poder en manos de la minorías de cualquier tipo y luego todos nos hemos hecho la ilusión de que el mejor gobierno es, o al menos debe ser, el poder en manos del pueblo, a través claro de sus representantes electos por el voto popular.

Por eso hay quienes se ilusionan y suponen también que el pueblo es sabio, que no se equivoca, que es bueno, que es la voz de Dios. Todo es falso. Lo que el voto popular da es mayoría para gobernar, legitimidad para hacerlo. En el México del 2018, el 53 por ciento de los votantes; apenas el 30 por ciento de los empadronados.

Y entonces llega el tiempo de recoger las varas para unos y otros. Todos sabrán que los cohetes fueron fuegos artificiales, luces que iluminaron un breve momento la oscuridad que dejaron las promesas incumplidas de quienes los antecedieron en el ejercicio del poder.

Apenas inició, mediante la instalación del Congreso de la Unión, el nuevo gobierno federal y las varas de los cohetes se acumulan: que no bajará el precio de la gasolina; que el Ejército y la Marina seguirán en las calles para combatir al crimen organizado; que la paz y la seguridad se conseguirán con el perdón de las víctimas a los victimarios y no con la aplicación de la justicia que combate la impunidad; que el salario de los senadores y diputados no bajará; que la edad para entregar “pensiones” a los adultos mayores se aumentará a los 68 años; que las becas a los “ninis” se darán siempre y cuando entren de “aprendices” a una fábrica; que siempre sí se respetarán los contratos petroleros y la Reforma Energética, que, bueno, hay que esperar al 1 de diciembre para que todo cambie… más lo que se acumule.

El pueblo bueno, acostumbrado a ver de lejos los fuegos de artificio y el tronido de los cohetes, sabe de sobra que será él quien recoja las varas. Como antes, como siempre. Los costos, el económico sobre todo, lo pagará el pueblo “bueno” sin chistar. También el político.

El escribidor todavía tiene ánimo de reportero. Hace unos días, en una “cola” en la ventanilla de pensiones de una clínica del IMSS, escuchó la charla entre dos mujeres mayores, acompañadas de quienes parecían sus respectivas hijas. Coincidentemente, las dos fueron en plan de reclamo porque siguen recibiendo la misma cantidad de pensión del Seguro Social. “Pos’ ya ve, me dicen que no hay autorización para el aumento”. “A mí también me dijeron lo mismo”. “Pero si Andrés Manuel lo dijo muy claro: se van a duplicar las pensiones de los adultos mayores. Él ya lo dijo”. “Sí, por eso voté por él”. “Pos sí, pero ahí sigue el otro que no deja la Presidencia y se sigue robando el dinero”. “Quiere llevarse todo para no dejar gobernar a López Obrador”. “Pero ‘ora que tome posesión nos va a cumplir”. Y… pues, ni cómo explicarles que las pensiones del IMSS no subirán al doble.

Pese a todo, la popularidad del nuevo Presidente no sufrirá mella en los próximos meses, quizás ni en los próximos años. Los agravios y los hartazgos, y la ignorancia también, son tales que se vuelven capas protectoras aún contra medidas impopulares. Ocurre en el mundo de hoy. El mejor ejemplo es Donald Trump, quien mantiene su popularidad pese a todos su fracasos y escándalos y no me vengan a decir que el gobierno de Barack Obama fue un desastre… con crisis de corrupción, inseguridad, impunidad como el de México.

En otras palabras: la borrachera de las fiestas produce resaca. Y crudos hay que recoger las varas. Y apenas comienza. Ni para cuándo la próxima fiesta. En todo caso, ya se sabe, las varas serán responsabilidad de “la mafia del poder”.

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