“La mafia del poder” no es una especie endémica de México. Es una plaga que, con diferentes matices, se encuentra por todo el mundo debido a la perversa evolución del capitalismo en el modelo neoliberal.
El candidato presidencial de la izquierda mexicana, Andrés Manuel López Obrador, también la ha llamado una “minoría rapaz” que ha amasado sus fortunas bajo el amparo del poder político, con total impunidad y a costa de los derechos de millones de mexicanos.
Recientemente, el Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, se refirió a lo que podría ser el símil de “la mafia del poder.” La llamó la élite corporativa y la responsabilizó del incremento de las desigualdades sociales, que han crecido dramáticamente en su país a partir de la etapa del neoliberalismo mundial o como bien se le ha llamado ¨capitalismo salvaje
De acuerdo con el Broadbent Institute con sede en Ottawa, 86 familias canadienses poseen más riqueza que INCLUSO las 11 millones de personas con los más altos ingresos del país. Del total de la población, calculada en 36 millones de habitantes, 20% poseen el 70% de la riqueza nacional. En tanto, la suma de bienes de 18 millones de canadienses tan solo representa el 6% de la riqueza del país calculada en más de 9 trillones de dólares.
Influyentes diarios como The Financial Post han descrito al Primer Ministro, Justin Trudeau como un político progresista y defensor de la redistribución del ingreso. Sin embargo, lo han criticado por querer regular la economía, gravar más a las corporaciones y a los ricos, y tratar de imponer su punto de vista social y su filosofía económica.
Trudeau, quien a su vez es líder del Partido Liberal en Canadá, ha culpado a las corporaciones del aumento de la ira en los votantes alrededor del mundo, citando como ejemplos la elección de Donald Trump en Estados Unidos y el Brexit en el Reino Unido. Por ello, ha demandado que estos poderosos grupos económicos paguen salarios dignos, impuestos justos y brinden seguridad a los trabajadores con contratos permanentes y beneficios sociales.
Su retórica y buenas intenciones no han sido suficientes para detener el poder que las corporaciones han alcanzado en las últimas cuatro décadas en Canadá. Un ejemplo de ello son los beneficios fiscales. Una investigación del diario Toronto Star reveló que por cada dólar que las corporaciones pagan al gobierno, una persona de a pie paga 3 dólares con 50 centavos. Injusto por decir lo menos.
Desde su nacimiento, el sistema capitalista dio origen al modelo de propiedad de negocio denominado: corporación. Este esquema permite a los dueños esconderse bajo la figura de una persona legal.
Con el paso del tiempo, las corporaciones no solo han acumulado riqueza y se han apropiado de todo lo que el dinero es capaz de comprar. Han corrompido autoridades y en casos extremos son quienes quitan o ponen jefes de Estado que atienden a sus intereses y les garantizan privilegios.
En la actualidad, el modelo capitalista ha derivado en su etapa neoliberal o de libre comercio, ya que tras satisfacer mercados locales, las corporaciones en los países desarrollados tuvieron la necesidad de expandirse a las naciones emergentes o en desarrollo. Ahí, además de explotar recursos naturales y humanos, externalizan los costos de producción (bajos salarios, deplorables condiciones de trabajo, contaminación ambiental) a la vez que amplían la venta de sus productos y servicios a millones de personas. Es por eso que bien podemos referirnos a este modelo como capitalismo salvaje.
En 1816, Thomas Jefferson, tercer Presidente de Estados Unidos y uno de los fundadores de la Unión Americana, advirtió que la “aristocracia de las corporaciones adineradas” se estaba atreviendo a desafiar al gobierno y a sus leyes. En aquel entonces confiaba en poder detenerlas. 200 años después, un magnate es Presidente de Estados Unidos; un candidato busca votos enfrentándose a lo que denomina la “mafia del poder” y en Canadá, retóricamente se le responsabiliza a la élite corporativa de las inequidades sociales.
Gabriel Ramírez. Periodista mexicano en Canadá.