El jueves termina la simulación de campañas y arranca la madre de todas las batallas.
Los absurdos e innecesarios conceptos de precampaña e intercampaña que solo alargaron un costosísimo proceso electoral, darán paso a la confrontación de ideas, de propuestas, de personalidades y por supuesto de más guerra sucia.
Todos arrancarán preocupados, menos uno. Aunque la historia nos recuerda que todo puede cambiar.
La pelea por el segundo lugar será una batalla que deben superar rápido José Antonio Meade y Ricardo Anaya, para buscar acortar la enorme distancia que los separa del primer lugar de Andrés Manuel López Obrador.
Ricardo Anaya arranca con una carga muy pesada a cuestas, las acusaciones de “supuesto” lavado de dinero y evasión de impuestos, que ya le han costado que algunos encuestadores lo ubiquen en tercer lugar y durante la campaña sus opositores se lo recordaran cada que puedan.
José Antonio Meade carga con la losa de un PRI desgastado, le ha costado trabajo conectar con la gente y se ve desenganchado. Dicen sus cercanos que con el inicio de la campaña comenzará el despegue de su candidato. A ver si le alcanza el tiempo y logra convencer a quienes están hartos de la corrupción e impunidad de gobiernos priistas.
Aunque Margarita Zavala, con su candidatura independiente rechazó el presupuesto que le otorga el INE para hacer campaña, su mensaje de austera no será suficiente para quitarse la sombra de ser la esposa de un expresidente.
Al puntero Andrés Manuel López Obrador parecería que nadie lo alcanza. Dicen los sabios, que quien se confía pierde, ya le ocurrió dos veces y una tercera lo mandaría directamente a su rancho, “La Chingada”.
Aunque las campañas inician el primer minuto del viernes. Los candidatos respetarán la semana santa, que para algunos es un pretexto para las vacaciones y otros siguen la tradición católica. El domingo iniciarán sus campañas. Solo Margarita Zavala iniciará el primer minuto del día 30 en el Ángel de la Independencia.
Lo deseable serían los argumentos, las propuestas, las ideas y dejar que los candidatos lleguen a los ciudadanos. Pero ya sabemos mucho de lo que va a pasar, descalificaciones, guerra sucia, trapos sucios, ataques, demagogia y más demagogia.
Los ciudadanos y eso no lo han entendido los candidatos, están hartos de ver y escuchar lo mismo en cada elección.
Se necesitan propuestas viables, que se cumplan, que nos digan como lo harán. Queremos saber soluciones a temas prioritarios para los mexicanos, inseguridad, corrupción, salud, trabajo.
También fijar posturas en temas como la interrupción del embarazo, matrimonios entre personas del mismo sexo, por ejemplo. Parece que nadie se atreve a hablar de esto. Hasta hoy, lo que han ofrecido algunos, son promesas que sabemos serán imposibles de cumplir.
Ese 38 por ciento de mexicanos que aún no saben por quién votar, según la última encuesta de “El Financiero”, podría definir su voto si alguno de los candidatos se lo gana con propuestas serias, palpables y necesarias.
Las encuestas, aunque se parezcan mucho, ya no demostraron que no son confiables.
Las redes sociales jugarán un papel esencial, ya lo han hecho en otras elecciones. Sin embargo, las redes no votan, votan las personas y esa tarea nos corresponde a nosotros.
