- Un conjunto de creencias ritos y tradiciones
Por: Cut Domínguez
X: @cut_dominguez
La celebración del Día de Muertos en nuestro país tiene su origen en la época prehispánica, cuando los pueblos indígenas rendían culto a la muerte a la que concebían como una entidad de vida; parte del ciclo de la naturaleza. Al llegar los conquistadores, el homenaje, la veneración a los difuntos se unió con la religión católica dando origen a la tradición de Día de Muertos, los días 1 y 2 de noviembre de cada año. En estas fechas, recordamos a nuestros seres queridos fallecidos acudiendo a los panteones para llevarles flores y en nuestras casas colocando altares en favor de aquellas almas queridas dejen el Más Allá por unos días y visiten a familiares y amigos.
En México, el fenómeno de la muerte ha traído un conjunto de creencias, ritos, tradiciones e incluso mofa; como es el caso de las llamadas calaveras literarias, escritas a grupos, personajes vivos del arte de la cultura, la ciencia, la política, etc. Actualmente, sobre todo en regiones rurales y semiurbanas, aún se realizan ceremonias para estos días.
MujeresMás.Mx
Con gusto escribo mis versos
para mi revista grata.
Me acompañan unos rezos
luego de estirar la pata.
Paco Ignacio Taibo II
En asquerosa morada,
se lo comen los gusanos.
Son horribles sus lamentos.
¿Su entierro fue de doblada?
Gabo
En palpitante velada,
se incineró con incienso,
al yerto que la tiznada
reclutó por ser escritor inmenso.
Ricardo Salinas Pliego
Fue cosa de algunos gritos
Murió por su ruin descaro,
ni con abonos chiquitos,
pudo pagar otro amparo.
Con el arribo de la cultura occidental, empezaron a conciliarse las antiguas creencias con la idea de una vida posterior, una trasmutación del alma de los finados que esperaría el Día del Juicio Final, mientras sus despojos mortales permanecerían en las tumbas. De ahí surge la práctica del entierro en sepulcros que es, a su vez, una tradición cuyo origen aparece en la época de las catacumbas.
En un inicio, los mexicanos sepultaron a sus difuntos en tumbas en el interior y en los atrios de las iglesias. Una muestra evidente de estas inhumaciones puede observarse, ampliamente, en los costados de la nave mayor de la catedral de Mérida, Yucatán. En el piso se encuentra una multitud de lápidas de mármol y ónix con la identificación de las personas ahí sepultadas. Esta costumbre llegó a considerarse insana, por lo que se prohibió durante el régimen juarista, dando origen a los cementerios civiles.

La ceremonia actual de velación de la Noche de Muertos se deriva de la conquista espiritual que llevaron a cabo los comisionados españoles y colonizadores en Michoacán. Entre los mexicanos antiguos se realizaban significativos rituales en torno a la muerte. Impresionaron tanto a éstos que, a través de la evangelización, introdujeron nuevas ideas dando lugar a un sincretismo religioso muy marcado.
Antiguamente, Tiripitío era un importante centro religioso dedicado a los antepasados. Ahí se ofrendaban flores amarillas (cempsúchil) y, en el día consagrado a los muertos, los mexicas subían al techo de su casa y gritaban el nombre de sus antepasados (dioses primigenios) mirando hacia el norte para recibir los alimentos que habían dejado en la puerta.
Durante la Colonia, la costumbre se fue arraigando poco a poco en Michoacán, a tal punto que hoy día es el centro de atención de turistas nacionales y extranjeros. Un altar de muerto, su color, su aroma, su luz y su contraste motivan a no quitar la vista de su arreglo. En cada región el altar representa la bienvenida a los “muertitos” que vienen de visita después de un largo recorrido desde el Más allá.
¿Pero cuáles son los elementos que conforman el altar para recibir a nuestros amados visitantes?. El agua, que simboliza la fuente de vida y fuerza para el viaje de regreso, velas o veladoras cuya flama representa la fe y esperanza e ilumina el camino para que los difuntos encuentren su antigua casa terrenal; el petate, que ofrece descanso, pan color rosado como banquete, junto con las cañas que simbolizan los huesos del occiso, una foto y ropa del muertito y algo de su comida preferida.
En la Ciudad de México, la Alcaldía Tláhuac ha cobrado relevancia los últimos años, precisamente por la organización de estas celebraciones. En la Colonia Santa Cecilia, vecinos de la calle Francisco Santiago Borras, transforman su barrio en una galería de Día de Muertos; a través de cartonería y murales. Además, decoran más de cinco calles con catrinas, calaveras y brujas, creando un recorrido lleno de color y cultura. Una iniciativa comunitaria, donde vecinos y colectivos se unen para satisfacción de propios y extraños.
