Por. Andrea Ramírez Valdés
IG: @masha_y_sus_libros
Ha llegado el otoño y con él los pumpkin spice lattes, los suéteres oversize, así como un nuevo repertorio de historias de terror. Este es uno de los encantos de dicha estación: encontrar aquellos relatos que logran espantarnos el alma, ayudarnos a recibir el cambio y así dejar atrás la primavera. En las últimas semanas he disfrutado del terror narrativo de tres autoras latinoamericanas, que a través de sus obras logran no solo ponerte los nervios de punta, sino que también te atrapan en un trance que impide parar la lectura…aunque el miedo ya te haya excedido.
Me refiero a las escritoras Mariana Enriquez, Agustina Bazterrica y Elaine Vilar Madruga. Lo que hace de sus narrativas tan hipnotizantes y terroríficas es que no se trata de la clásica fórmula de susto, ni de historias de fantasmas o casas embrujadas. Se trata de un terror cotidiano, el que vivimos día a día, pero que, al ser tan incómodo y real, optamos por ignorar. Es terror del que tratamos de escapar, prefiriendo así refugiarnos en el lejano mundo de los espíritus y lo paranormal.
En Los peligros de fumar en la cama, Enriquez presenta una serie de cuentos que te harán querer escapar de tu piel. En ellos incomoda al lector ante la realidad del ser humano y su complejidad como seres sociales. Si bien, emplea un par de elementos de magia negra y fantasmas, al final el argumento se ancla a una realidad en la que es inevitable ignorar: la naturaleza humana en su máxima hobbesiana.
A través de doce cuentos es que Enriquez hace que el corazón se mantenga en constante suspenso, poniendo a trabajar la imaginación ante los posibles desenlaces que desencadenan sus cuentos. No solo se trata del terror de lo incomprensible, sino del que abunda en nuestra realidad, y lo cotidianos que son los relatos que presenta en su libro. Difícilmente regresarás a la realidad con otra mirada que no sea con los detalles que captura Enriquez en este libro.
En un mundo postapocalíptico en el que el cambio climático ha causado daños irreversibles, Bazterrica nos muestra en Las indignas cómo las consecuencias del deterioro del mundo han terminado por deshumanizar lo que quedaba de las personas. Narrado a través del diario de una mujer que transcribe sus recuerdos y experiencias sobre el culto al que pertenece, permite al lector asomarse a un mundo lleno de secretos y sacrificios.
Aquí el terror no solo se vive desde las paredes de un culto que aparenta ser un santuario, sino de la cadena de sucesos que conllevan a que el planeta tierra sea inhabitable. El tema del cambio climático, como el de la memoria, son una constante dentro del libro, que invita considerar con seriedad el rumbo que se está tomando en torno a la destrucción del planeta. Además de que trae a colación una cuestión que me dejó helada: la problemática actual de la inteligencia artificial y su papel previo al mundo postapocalíptico descrito en la novela.
Madruga también presenta un mundo apocalíptico, en el que las mujeres deben alimentar a la selva con sus hijos…si es que quieren sobrevivir. El cielo de la selva, es quizás el libro más brutal entre los tres, narrado desde distintas voces los terrores de la selva y lo que vive cada uno de los personajes para sobrellevar el miedo y la pérdida de cordura.
Con un lenguaje crudo pero directo, la autora conecta cada una de las historias, al punto que se siente que se está mirando desde distintos ángulos espaciales y temporales. No podrás evitar sentir que tu corazón se alebresta con cada pasaje, revelando una pieza nueva para completar el rompecabezas que presenta Madruga. Sin duda un libro que por más violentas que sean las imágenes, no podrás dejar de leer para indagar qué pasa con el monstruo que se oculta entre sus páginas.
Los tres libros nos hablan de mundos donde la soledad es uno de sus componentes clave. Una soledad en la que se debe de sobrevivir ante una humanidad hostil, en constante hambre de satisfacer emociones exacerbadas de miedo, enojo, despojó, añoranza. Y es ante esos mundos que se busca escapar de las prisiones que se presentan como santuarios, de la locura que se presenta como cordura.
El peso de los símbolos, los rituales y el manejo de los mitos son otros de los ingredientes clave en el desarrollo que realizan las autoras en sus libros. A través de estos últimos es que se reproducen la violencia, el odio, el miedo y el despojamiento de lo humano, incomodando al lector, obligándolo a ver su realidad reflejada en estas ficciones y orillándolo a cuestionarse por qué son una constante en nuestra sociedad. ¿Cómo se llega a su ciclo vicioso? ¿Cuál es el costo de sus consecuencias? ¿Algún día cesarán?
Porque lo más terrorífico de estas tres autoras es que es posible empatar sus libros con la realidad: desapariciones, violencia, crimen organizado, adicciones, maternidad, otredad, crímenes de odio. En fin, es una lista interminable que nos invita a iniciar un diálogo ante estos temas tan necesarios, como incómodos.
Se trata de tres libros que, si bien te mantienen en suspenso y dejan algunas cuestiones por indagar, no dejan de hacer reflexionar al lector sobre el poder que tiene la humanidad para dañar, las consecuencias de ese daño y lo mucho que nos falta por deconstruir las lógicas de violencia enraizadas en nuestras sociedades. Si tú también buscas calentar motores en la atmósfera del terror, te invito a que leas a estas tres grandes escritoras latinoamericanas y sus obras. Sin duda su lectura será garantía de muchas reflexiones… y uno que otro escalofrío.