Por. Fernando Coca
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A la maestra Irma Hernández le dio un infarto. Ella, que fue secuestrada y humillada por un grupo armado se le cortó la vida por un infarto.
Pero para la gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle, resultó ser un escándalo que la sociedad se enterara de que la maestra Irma murió luego de ser humillada por un grupo de hombres armados con fusiles de alto poder, que la rodeaban mientras la obligaron a dar un mensaje a sus compañeros taxistas de que con la mafia veracruzana no se juega.
En nuestro país ya casi nada es un escándalo. Hemos perdido la capacidad de asombro. Desde 2006, cuando el usurpador llevó a México a una guerra sin estrategia, México se ha convertido, bien lo dijo Javier Sicilia, en una fosa común, en un cementerio clandestino.
Por fortuna, la claridad de la presidenta Claudia Sheinbaum sentenció que “todo homicidio, y particularmente el de la maestra, es lamentable. Y nosotros no queremos que eso pase en nuestro país”. Es decir, a diferencia de la gobernadora, la presidenta sí reconoce que la muerte de la maestra Irma Hernández no fue por causas naturales (el infarto), sino fue asesinada por esos que, armados hasta los dientes, hicieron que la vida de la maestra Hernández acabara.
El escándalo debería ser cómo pasa eso en Veracruz y por qué pasa. El escandalo es el armamento que tienen los hombres que sometieron a la maestra Irma para que emitiera el mensaje que le obligaron a pronunciar. El escándalo es que se diga que murió por un infarto sin tomar en cuenta el contexto en el que se provocó la falla en el corazón de la maestra Irma Hernández.
El movimiento social y político al que pertenecemos se indignó con la masacre de San Fernando. Como sociedad, salimos a acompañar a Javier Sicilia luego del asesinato de su hijo en esa gran marcha por la seguridad, que los llevó por toda la geografía del país a reclamar por las muertes de los inocentes, pero también a reclamar lo que desde la autoridad no se hace para dar seguridad a todos quienes habitamos México.
¿Por qué la gobernadora Nahle ve un ataque político el que la muerte de la maestra Irma Hernández sea un escándalo? Tal vez porque no tiene la menor idea de la grave situación de inseguridad que vive Veracruz. Quizá sus asesores le dijeron que declarar que la muerte de la maestra Irma fue “por causas naturales” (un infarto) bajaría el reclamo de la opinión pública y la opinión publicada.
Lo verdaderamente escandaloso es que se olviden, al llegar al poder, que nosotros fuimos los que levantamos la voz cuando Calderón comenzó a criminalizar la vida pública con su guerra sin sentido. Cada víctima era nuestra víctima. Cada abuso del poder era denunciado con fuerza desde el movimiento y no dejábamos pasar una para denunciar no sólo lo mal que gobernaban, sino la complicidad que había, la simbiosis entre gobiernos y delincuentes.
Cuando la presidenta Sheinbaum habla de homicidio en el caso de la lamentable muerte de la maestra Irma, da un paso adelante para centrar el tema en su justa dimensión: no puede haber impunidad ante el crimen cometido en contra de una mujer jubilada, trabajadora, a manos de un grupo de envalentonados encapuchados que tienen fusiles de uso militar amenazándola con matarla.
¿Es menos grave que la maestra muriera por un infarto, que por una bala estando en cautiverio? Lo escandaloso es que la indignación pública escandalice a quienes nos deben proteger. Aún hay tiempo en Veracruz de rectificar. Creo que la gobernadora Nahle tiene suficiente inteligencia para recobrar la ruta y, con humanismo, reconocer que la muerte de Irma Hernández jamás debió suceder.
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