Por. Paloma Cuevas R.
RICARDO GARDUÑO: Muchas gracias maestra Paloma, pues estamos trabajando porque tenemos bien fija la meta, ser ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en este proceso inédito, novedoso, y además llegar de una manera limpia, íntegra, gastando los zapatos y aprovechando el tiempo. Fíjense que hoy tuve la oportunidad de comenzar desde muy temprano en Cuernavaca, ya me invitaron a acudir a una universidad a dar una plática, esto tema totalmente académico, en un congreso que justo se abrió en una universidad de Cuernavaca, entonces ahí tuve oportunidad, a mí me encanta dar clases.
PALOMA CUEVAS: Estimado Magistrado, yo me enteré de usted justamente por una entrevista donde platicó una cosa que se me hizo sumamente entrañable, yo tengo un hijo que está estudiando para ser abogado y conocemos cómo es el mundo de la abogacía, el ambiente que es pesadito, de repente también es mucho de ostentación en mucha gente, de presunción, todo el mundo es Superman. Todo mundo dice ser compadre, primo, hermano o algo de alguien muy grande y la grandeza se mide en términos económicos en muchas ocasiones y a mí me encantó cuando vi, que usted contaba una historia muy hermosa que me gustaría que retomemos, que tiene que ver con la admiración que usted siente por su padre, con la infancia en la que usted siendo niño, en el Estado de México, que creció en Jocotitlán. Yo me encontré en su historia de vida que usted en lugar de presumir de su árbol genealógico, presume con mucho orgullo que cuando era un niño vendía desperdicio de leña en compañía de su papá y esto a mí me habla de tres cosas:
- El amor por la familia, que los días que vivimos de repente es difícil.
- El haber tenido una responsabilidad a una edad muy temprana.
- Y número tres, esta cuestión de tener quien te enseñe valores y que esté presente en tu vida.
Yo quiero preguntarle ¿qué es lo que su papá le enseñó, que usted recuerde que sea muy importante y qué es lo que usted aprendió de poder caminar con él, los municipios que le tocaba caminar para hacer llegar esta leña a algunos hogares que seguramente la necesitaban?
RICARDO GARDUÑO: Fíjese que, bueno, la gente que venimos desde abajo pues si algo nos inculcan es pues vamos a trabajar, hay que portarse bien y hay que ganarse el sustento de una manera limpia. Entonces, algo que me enseñó mi padre siempre fue a trabajar y jamás meternos en problemas.
Eso es algo pues buscar, buscar siempre estar dentro de lo correcto. Y usted ahorita comentaba si sentía admiración por mi padre. Seguramente ahorita me está escuchando. Él está ahorita en el municipio de Jocotitlán y ahorita no puedo estar con él, pero estoy seguro de que me está escuchando.
Fíjese que mi padre quedó huérfano en cuanto a su mamá a los ocho años. A mi mamá, su papá nunca se hizo cargo de ella y a los ocho años también, de manera lamentable, quedó solita.
Ellos se encontraron y se casaron en el municipio de Jocotitlán. Hace tiempo yo recuerdo que en una Navidad, por ejemplo, mi padre no llegaba en un 24 de diciembre, no llegaba y todos lo estábamos esperando. Ya teníamos lista la comida, pero entonces, él no llegaba y toda la familia estábamos esperando nada más a que él llegara a poner la cazuela. Y entonces, fíjese que pasó el tiempo y yo me preguntaba por qué toda la familia, – la familia de mi madre, que está integrada por varios hermanos y hermanas, – ¿por qué todos estaban esperando a que él llegara? Y lo que sucede es que cuando ellas y ellos vivieron esa situación de ser hijos, – ya ve que antes decían que hijos ilegítimos, se les hacía menos, – entonces, como que mi padre les dio esa protección, esa seguridad, esto es algo que a ellos, los arropaba. Y mi padre era el centro en muchas pláticas que teníamos, escuchábamos sus vivencias y también de mi madre y de mis tíos. Entonces, cuando usted tiene ese desarrollo muy humilde, le puedo decir que no hay de otra más que aprender a trabajar, aprender a comportarse bien, porque además uno va viendo en ellos el ejemplo.
Yo vi eso en mi padre, cómo él protegió a toda una familia que en realidad no era de él. Cuando él se casó, automáticamente ya había varios niños y niñas que venían, como hermanos de mi madre. Esa es una de las partes por las que yo creo que toda mi familia, ve mi padre alguien grande a quien admiramos. Si algo tengo que reconocer es que mi padre también haya buscado que hubiera unidad en la familia. A partir de ahí, nos enseña a trabajar. Y no solamente fue a mí, también a mi hermana, y a mis tías menores.
Mi padre, es una persona a quien admiro infinitamente, aunque puede tener una apariencia de muy fuerte, pues la verdad que tiene un corazón muy, muy noble y lo quiero y lo admiro.
Yo sé que mi historia es la de muchas y muchos mexicanos que al contrario, lejos de esconderla, hay que llevarla, hay que exponerla, para que esas personas que están viviendo una situación que es complicada y que creen que no van a salir, pues que vean que con esfuerzo se pueden conseguir cosas grandiosas.
PALOMA CUEVAS: Dicen por ahí que la posibilidad de movilidad económica en México es casi nula, sin embargo, yo leí que al término de su educación básica usted alcanzó un grado escolar en la secundaria como auxiliar técnico agropecuario, sin embargo, hoy es un doctor en derecho, un magistrado, por qué decide continuar educándose, preparándose, si pudo haberse quedado ahí y no ir más allá, qué fue lo que le abrió los ojos y le dijo, “Ricardo tú puedes hacer más cosas.”
RICARDO GARDUÑO: Mire maestra, en el municipio de Jocotitlán y todos los lugares de alrededor, hubo un maestro Efraín González Sánchez que se encargó e hizo todo lo posible para que esa escuela agropecuaria pudiera crecer y creció muchas personas que salieron de ahí, de verdad hicieron de su vida alguna actividad que tiene relación con cuestiones del campo, ganaderas o de hacer alimentos, eso es una realidad. gracias a varios maestros y maestras que me impulsaron y me dijeron: “Ricardo consideramos que tienes la capacidad como para que te vayas a buscar un cambio de vida, un cambio de historia, así que ve Ricardo”. En mi familia decíamos: “pero pues si nadie de nuestra familia ha estudiado en una universidad.” Yo pensaba: “ni siquiera voy a poder entrar en la prepa.” Pero los maestros me dijeron: “sí vete vete a estudiar a Toluca, ve y haces los exámenes y vas a ver qué vas a pasar.” Así fue como me animé a ir a Toluca, la ciudad es complicada cuando uno es de pueblo y sobre todo pues imagínense hace tantos años que el transporte era muy escaso.
De mi pueblo fíjese que recuerdo con mucho cariño hay unas personas que les dicen, “Los Chichos”, uno de ellos era cobrador y tengo que decirlo, cuando me veía que iba yo en el camión me cobraba la mitad. Me daba el boleto y me decía “si te llegan a revisar les dices que te subiste en Ixtlahuaca”, y la verdad eso es algo bien hermoso que hoy recuerdo y no sabe cuánto me llena el corazón y sé que gracias a esas personas de ese corazón tan noble es que yo puedo estar aquí en esta posición, buscando llevar a la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
PALOMA CUEVAS: ¿Qué es lo que más les sorprendió cuando llegó a Toluca y comenzó a estudiar en la Prepa 3?
RICARDO GARDUÑO: Lo más me impactó fue el primer día. Tenía quince años salgo de la escuela a las 8 de la noche y cachito y dije para dónde quedó mi tierra ya todo estaba oscuro. Tomé un camión para la terminal. Llegué después de las 9 y ya no había camión para Jocotitlán, es fue una de las cuestiones que más le impactan a uno que va de provincia porque yo iba y venía a diario. Eso es algo de lo que más nos impacta a los de provincia. De entrada el saber cómo regresar a nuestra tierra, el no perder la brújula y ya adentro de lo que es la ciudad fíjese que también algo que es impactante es que la verdad la gente de ciudad vive muy rápido y también pues tienen otras digamos ideas y algo de lo que también debo señalar me costó trabajo es a veces emparejarme en las palabras en el léxico porque por ejemplo yo utilizaba palabras que pues aquí no eran bien vistas. Por ejemplo, decir: “aiga”, “me trompecé”. Poco a poco uno pues ya va entendiendo y la verdad es que a veces llega uno a la ciudad con una con un sentimiento de inferioridad.
PALOMA CUEVAS: Yo veo que usted siempre excedió el promedio de nueve, ¿cuándo comprendió que si realmente quería superarse tenía que echarle todas esas ganas? ¿Ya lo sabía? ¿Quién le contó o cómo se dio cuenta?
RICARDO GARDUÑO: La verdad es que tengo que decir que todo eso ha sido gracias a mi madre aquí. Mi madre siempre fue la que me estuvo impulsando para que estudiara. Ella y la maestra Lidia Santos Sánchez. Ella estuvo siempre estuvo detrás de mí. Me decía: “hijo tienes que echarle ganas”
Recuerdo que cuando terminé la licenciatura me dijo: “hijo sigue con la maestría y cuando la termines te vas al doctorado.” Cuando se enteró que llegué al Poder Judicial y que ya era parte de él, ella era una de las personas que yo sentía que estaba muy orgullosa de su servidor, porque ella sabía que yo era parte de ella. Todos somos parte de alguien. Luego concursé para ser juez y nosotros teníamos la creencia de que cuando llegáramos a ser jueces nos iban a dar 10 lugares para invitar en la Suprema Corte y entonces yo hasta hacía mis cuentas y decía voy a invitar a tal persona, a tal persona y tal persona. Gané el concurso y quedé como juez, pero no nos toman protesta rápido y en ese inter ella trascendió. Ya no me pudo acompañar y la verdad es uno de los temas que a uno le duelen, porque ella es y será siempre persona básica para mí.
Mi madre tuvo la oportunidad de trabajar en la Ciudad de México, desde pequeña pues trabajaba auxiliando las labores del hogar en casas, era trabajadora del hogar y veía a ciertos niños o niñas que tienen una calidad de vida muy diferente a la que ella tenía. Y me decía: “Hijo hay otra vida y otros mundos.”
Ella me enseñó esos otros mundos.
Debo decir que mi impulso se lo debo, el valor y la seguridad de mi padre, eso es una realidad, pero mi deseo de superarme, de salir adelante se lo debo en mayor medida a mi señora madre.
PALOMA CUEVAS: Cuéntenos un poquito sobre su trayectoria profesional.
RICARDO GARDUÑO: Alguna vez fui abogado postulante y como tal pude ver que era muy difícil llegar a un órgano jurisdiccional, a un juzgado, a pedir, a clamar, a rogar justicia. Me di cuenta de que en muchas ocasiones los jueces no lo quieren recibir a uno, que muchos juzgadores y gente del personal, asumen una conducta que no es siempre la más adecuada. Entonces, cuando a mí me correspondió realizar esa actividad y me dí cuenta de que no hay esa empatía, justo entonces me dije, “a ver Ricardo, más allá de resolver los casos, lo primero que eres, eres una persona y quien viene contigo son personas. Tu obligación es cuando menos tratar bien a las víctimas y respetar los derechos de las personas que están siendo procesadas. Todos somos y son personas, no son un expediente.” Algo por lo que he pugnado desde hace muchos años es por el trato cordial a cualquier persona que acude a buscar justicia.
Para mí la piedra angular, es lo que me identifica: ser amable con quien acude a pedir justicia.
PALOMA CUEVAS: Ahí le va la señora pregunta: Se escucha bonito decir, soy candidato a ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el espacio que debiera ser “el espacio por excelencia” en cuanto a la justicia en México. Hoy que usted es candidato a ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, sabemos que ha sido un muy largo recorrido. ¿Qué le diría a ese niño pequeño que vendía leña con sus padres? No solamente al pequeño Ricardo, que a lo mejor se levantaba de madrugada para ir con su papá, que a lo mejor aguantó hambre en algún momento, que a lo mejor algún día tuvo frío, que un día llovió y se empapó, que un día a lo mejor no se vendió y no se comió como se hubiera querido. Todas las persona que no pertenecemos a las élites sabemos eso.
¿Qué le diría a ese pequeño Ricardo y a todas las infancias que a lo mejor también quieren soñar como usted?
RICARDO GARDUÑO: Al Ricardo del pasado le diría que siguiera actuando con el corazón y movido sólo con el corazón, porque si algo he conseguido es gracias a actuar así, a lo mejor sin el conocimiento de adónde voy. La verdad es que me he dejado llevar por donde he considerado que es el mejor camino, donde he sabido que no voy a lastimar a alguien y justo esto es algo que hoy me da la oportunidad de estar aquí. A los niños, las niñas y los jóvenes les diría: “ustedes crean, sueñen y vean cómo la vida se puede transformar con el estudio.”
Por ahí hay una canción que a mí me gusta mucho porque me hace reflexionar, de don Marco Antonio Solís sobre las casas de cartón, ¿no? Y dice que va bajando el obrero muy triste y me imagino, tengo en mi mente la imagen donde dice que se escucha a la lluvia que cae en las casas de cartón y bueno, nosotros los que hemos estado a lo mejor en una techumbre de cartón, sabemos cómo se escucha la lluvia, ¿no? Y vemos cómo va bajando, como dice la canción, el obrero con su mochilita y a veces va arrastrando los pies y va diciendo, o sea, la vida no es justa, ¿cómo voy a salir de esto? A lo mejor ya tiene muchas deudas en diferentes partes, tiene algún familiar enfermo y entonces el niño o la niña está viendo cómo se va su papá, el papá que ya se va es su héroe, la mamá que ya se va, que va en unas condiciones similares, es su heroína. Entonces yo les diría a los niños, lejos de decirle a los padres, yo les diría a los niños, enséñenles a sus padres a soñar, a creer, denles la esperanza, ustedes conviértanse en la fuerza que ellos creen que ya no tienen y enséñenles que gracias a ese sueño ustedes van a conseguir otras cosas. Niños, niñas, jóvenes: pónganse a estudiar, estudien cambien sus vidas, las suyas y las de sus padres.
Un querido amigo que hoy está en Europa y que, como dicen los jóvenes, la está reventando, que es médico militar, está estudiando allá para hacer trasplantes de hígado, de páncreas, es un mexicanazo. Hace tiempo me mandó un enlace donde él estaba dando una conferencia y yo dije, ¿qué le puedo mandar de regalo? Lo único que puedo hacer, le dije, le mando un regalo con todo el corazón y entonces le mandé nuestro himno nacional. Porque somos mexicanos y porque estamos, como dicen, al grito de guerra, pero no de una guerra de lastimarnos, se trata de una guerra de salir adelante. Entonces yo les digo a los jóvenes, hay muchas historias de superación que son reales, que son auténticas. Enseñenles a sus papás a creer.
PALOMA CUEVAS: ¿Qué es lo que hace que usted sea, si lo considera así, la mejor opción para votar en esa boleta morada, el primero de junio, con el número 47?
RICARDO GARDUÑO: Mire, hay varios perfiles, nos apuntamos muchas personas y la verdad es que los filtros fueron muchos. Yo les puedo decir que yo veo que en esta reforma hay una esencia y esa esencia es buscar que gente que viene desde abajo, que gente que nunca ha tenido la oportunidad de ocupar los grandes escaños en el ámbito de la impartición de justicia, hoy esté en esos sitios buscando que haya una justicia real y una justicia humana. Veo que se exigen además tres cuestiones, la preparación académica, la experiencia y además la cercanía social. Tres cuestiones que no son fáciles de reunir en una sola persona. Yo me he dedicado a estudiar, a trabajar y desde luego a tratar de compartir con el mundo aquello que la vida me ha dado. Le puedo decir esa cercanía además me permitió hoy sea activista en centros de reinserción donde hay personas menores de edad y ahí voy y platico con chavos por ejemplo en Guanajuato, he sido padrino de programas de desintoxicación, con mujeres que están privadas de la libertad, también con algunas personas que tienen algún padecimiento por ejemplo de cáncer, en la medida que la vida y Dios nos permite también cooperar. La cercanía social es mi diferenciador.
En el tema académico me queda claro, somos muchos doctores en derecho, hay muchos que son máster y también pues en el campo de la experiencia hay varios que tienen experiencia jurisdiccional, pero difícilmente tienen los tres requisitos y sin temor a equivocarme sé que en este momento yo los reúno. Además, cuento con experiencia en la materia penal, ya que he sido juez en el Altiplano, en Puente Grande, en el Reclusorio Norte, en el Rincón Nayarit, en Culiacán, Sinaloa.
He tenido la oportunidad de ser magistrado en Guanajuato y actualmente en Toluca, entonces mi conocimiento en el ámbito penal es muy fuerte.
Una cuestión más que considero relevante, hubo actores en este proceso de reforma que desde un inicio se manifestaron en contra, yo fui el único juzgador federal o que al menos lo hizo de manera pública y abierta que dijo si tiene que venir una reforma, no precisamente en los términos que se dio, pero yo sí dije que era necesaria una reforma porque veía a un poder judicial alejado de la sociedad y hoy que he caminado como usted lo decía por todo el país, le puedo asegurar, no tengo ninguna duda, la sociedad consideraba al Poder Judicial de la Federación alejado de ella.
PALOMA CUEVAS: ¿Hay algo que usted desea agregar, que no le haya preguntado y que para usted sea fundamental?
RICARDO GARDUÑO: Gracias. Invito a toda la ciudadanía a que revise los perfiles de todas las personas y a que acudan a votar. Es necesario que salgamos, es necesario que nos formemos porque aquellos ministros o ministras que sean elegidos van a durar en el cargo 12 años. Serán 12 años en que van a regir el destino del país. Yo soy Ricardo Garduño Pasten, soy el número 47 en la boleta color morada y les invito de verdad a que participen. Esa es la mejor manera en la que triunfará la democracia. Yo no pertenezco a ningún partido político.
Soy alguien total y absolutamente independiente y esa es la historia de una persona que viene desde abajo de esfuerzo, de lucha y que, a pesar de haber estado en lugares tan complejos y tan complicados donde la corrupción pudo haber pasado o pasó enfrente, jamás tiene un señalamiento. Yo no tengo un señalamiento de corrupción y además debo decir que yo me atreví a denunciar actos de corrupción y en su momento no sólo me costaron amenazas, sino que me costó haber sido víctima de un atentado con armas de fuego. Es necesario dictar el rumbo a la justicia que debe existir en nuestro México.
PALOMA CUEVAS: Gracias por su tiempo y a quienes lean, compartan y comenten esta entrevista recuerden, la elección del primero de junio ya nos costó a todos, vale la vida y la justicia hacer que cuente.
¡Levantémonos tempranito el domingo y vamos a votar! ¡Qué gane la democracia! Aunque pueda parecer casi imposible ante tantas opciones, consulten las suyas y decidamos, y si no que la nación nos lo demande…
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