Invitada por la Coordinación de Humanidades de la UNAM y el Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDJS), la reconocida antropóloga y escritora, Rita Segato, sostuvo una conversación pública en la que compartió algunas de las claves de su pensamiento reciente.
El poder de la palabra
“Nombrar es trazar el rumbo de la historia”, dijo Rita Segato al comenzar su conversación en la UNAM. Con humor, crítica y una lucidez implacable, la antropóloga y pensadora feminista —reconocida internacionalmente por sus estudios sobre género, violencia y colonialidad— abrió un espacio de reflexión colectiva que fue, en sus propias palabras, un ejercicio de pensamiento vivo.
“Las humanidades son las disciplinas más poderosas que existen, aunque nos hagan creer lo contrario. Al crear vocabulario, al elegir qué experiencias nombrar y cuáles no, las humanidades diseñan el camino de la historia. Son más importantes incluso que la política”.
Una vida entre lenguas y fronteras
Aunque es argentina, Segato construyó su carrera académica en Brasil, lo que marcó profundamente la circulación de su obra. “Nadie lee en portugués. Hay muy pocos lectores. Es como si hubiera una reserva de mercado teórica: si uno se llama John Smith, lo traducen; si se llama Juan Pérez, no”. En ese sentido, agradeció profundamente que su palabra haya encontrado resonancia en tantos países de América Latina y, particularmente, en México.
Desde Tilcara, en la quebrada de Humahuaca, donde vive con su compañero, Segato ha defendido una mirada crítica y descolonizadora de la teoría y la práctica académica. Por eso, cuando se le invitó a la UNAM, propuso que el formato fuera el de una conversación abierta: “Cuando converso pienso mejor, pienso cosas que antes no había pensado”.
México: frontera de civilizaciones
“México no es la frontera entre México y Estados Unidos. Es la frontera entre una civilización entera y el norte”, afirmó con énfasis. En su visión, México tiene una posición geopolítica y simbólica única en el continente: “Es el país más importante de América Latina, y lo digo siempre. Tiene un papel clave en la disputa civilizatoria que vivimos”.
Esta afirmación no es solamente geográfica: es política. Para Segato, la historia de los pueblos de América Latina está atravesada por múltiples formas de colonialismo, y México, con su riqueza cultural, histórica y demográfica, es un actor central en la disputa por el sentido de lo humano.
El poder como mandato de masculinidad
Aunque ampliamente reconocida como feminista, Segato aclaró que su objeto de estudio no es la feminidad, sino la masculinidad como forma estructural del poder. “Comprender la masculinidad es comprender el poder. El patriarcado es la estructura fundacional de todas las formas de expropiación, de valor, de prestigio”.
Desde esa perspectiva, cuestionó teorías que afirman que el patriarcado fue una invención de la colonización: “No se puede sostener, ni desde los datos antropológicos ni desde la historia. El patriarcado antecede a la colonización, aunque ésta lo haya intensificado y reconfigurado”. A través de ejemplos etnográficos, explicó cómo las “casas de los hombres” —espacios de formación masculina en diversas culturas tribales— existían en los cinco continentes, mucho antes del contacto colonial.
De la violación a la guerra: desmontar el mandato masculino
Uno de los conceptos más profundos y transformadores de Segato es el del mandato de masculinidad. Explicó cómo este concepto evolucionó desde su idea inicial del “mandato de violación”, que describe la exigencia de demostrar masculinidad mediante la violencia sexual.
“Entrevistamos a muchos jóvenes condenados por violación en Brasil. Todos repetían una narrativa: tenían que probar algo, demostrar algo frente a otros. Ese algo es la masculinidad”. En una charla previa en Buenaventura, Colombia, le preguntaron cómo terminar con la guerra en la costa pacífica, donde los desplazamientos y la violencia son funcionales a los intereses económicos globales. Su respuesta fue clara: “Hay que derrumbar el mandato de masculinidad”.
Según Segato, la violencia es muchas veces el último recurso disponible para quienes no pueden “probar” su poder por otras vías. “Cada vez menos hombres tienen acceso a un patrimonio, a un lugar en la economía. Entonces solo les queda la violencia”.
Nuevas guerras, nuevas formas de comprender
La trayectoria de Segato ha estado marcada por su participación en peritajes, informes y estudios en escenarios de conflicto y violencia extrema: Ciudad Juárez, Colombia, El Salvador, Guatemala. Desde ahí ha construido una teoría sobre las nuevas formas de guerra que no se declaran ni terminan con acuerdos de paz: “Son guerras que no tienen inicio ni final, y que se vuelven incontenibles”.
Por eso, su mirada se aleja de enfoques centrados exclusivamente en la violencia doméstica o interpersonal. Su apuesta es más estructural: entender cómo el poder —en su forma más primaria— se encarna en la masculinidad, y cómo desarmarla puede ser una vía para la paz.
Pensar juntas, pensar en voz alta
El encuentro con la comunidad universitaria no fue una conferencia clásica. Fue, en sus palabras, “una conversación entre personas que tienen curiosidad, críticas, preguntas”. Segato agradeció el espacio para pensar colectivamente, con el deseo de que su palabra siga circulando. “A veces me preguntan si estoy viva. Porque se supone que quien propone categorías teóricas tiene que estar muerto, o vivir en el norte”.
Con agudeza, humor y compromiso, Rita Segato dejó una lección profunda: nombrar, escribir, hablar no son actos neutros. Son actos políticos que modelan el futuro.
El evento, realizado en el marco del 80 aniversario del Consejo Técnico de Humanidades, contó con la participación de Miguel Armando López Leyva, coordinador de Humanidades; John M. Ackerman, director del PUEDJS; Amneris Chaparro, directora del CIEG y Leticia Flores Farfán, coordinadora del Posgrado de Estudios de Género.