Por. Boris Berenzon Gorn
Esta semana iniciaron diversos actos conmemorativos en torno al octogésimo aniversario de la liberación de Auschwitz. El gran desafío que enfrenta la humanidad radica en liberar la autocomplacencia del poder, ese poder que se sustenta a cualquier precio, que desgasta el sistema e impone valores de cambio a costa de todo.
Primo Levi (1919-1987), escritor y químico italiano de origen judío sefardí, es una de las figuras más significativas del testimonio literario sobre el Holocausto. Su obra Si esto es un hombre (1947) se ha convertido en una de las narraciones más impactantes sobre la experiencia en los campos de concentración nazis, especialmente en Auschwitz, donde Levi fue prisionero entre 1944 y 1945. Su testimonio no solo relata una crónica personal de la brutalidad sufrida en el campo, sino que también aborda las implicaciones de esa experiencia para la humanidad, la cultura y la memoria colectiva.
La obra de Primo Levi se articula en torno a tres ejes fundamentales: la historia, la cultura y la memoria. El contexto histórico del Holocausto, uno de los genocidios más sistemáticos y devastadores de la historia, es fundamental para comprender el testimonio de Levi. Auschwitz, el campo de concentración y exterminio más conocido, fue uno de los lugares donde se implementó de forma más eficiente el exterminio masivo de los judíos y otros grupos considerados “indeseables” por el régimen nazi, como los gitanos, los discapacitados, los homosexuales y los prisioneros de guerra soviéticos. En este contexto, Levi fue arrestado por la policía fascista italiana en 1943, tras la ocupación nazi de Italia, y deportado a Auschwitz en 1944, donde pasó casi un año como prisionero.
La literatura se viste de historia, y la memoria se convierte en una huella del futuro. En la obra de Primo Levi, ambas se entrelazan profundamente. A través de su testimonio personal y su capacidad literaria, no solo narra las atrocidades del Holocausto, sino que explora los límites de la memoria humana frente al trauma colectivo, ante la aniquilación de los valores fundamentales. Levi, sobreviviente de Auschwitz, utilizó la escritura como un acto de resistencia, preservando la historia de aquellos que ya no podían hablar por sí mismos. En Si esto es un hombre, fusiona el testimonio con las grandes preguntas de la filosofía, mostrando cómo la memoria histórica, al ser narrada, no solo recupera los hechos, sino que también les otorga sentido y permite entender las profundidades del sufrimiento humano.
La literatura, en este contexto, se convierte en una búsqueda perpetua de la memoria para que la historia no sea olvidada, para que el horror y la barbarie del pasado se mantengan vivos en el presente, invitando a una reflexión constante sobre la humanidad y sus posibilidades. La fortaleza de las evidencias radica precisamente en su capacidad para ofrecer un relato directo y virtuoso sobre las condiciones de vida en el campo, las atrocidades cometidas por los nazis y la deshumanización sistemática a la que fueron sometidos los prisioneros.
La obra de Levi no se limita a narrar los hechos de la historia; también se convierte en un análisis profundo sobre lo que significa ser humano en situaciones extremas. Si esto es un hombre plantea una de las preguntas centrales de la obra: “¿Es esto un hombre?” El enigma resuena como una maldición tanto para los perpetradores del genocidio como para los propios sobrevivientes, quienes se vieron obligados a enfrentarse a la pérdida de su humanidad. ¿Qué constituye la condición humana? La obra también subraya la importancia de los testimonios de los sobrevivientes para preservar la memoria histórica de una manera activa, crítica y dialéctica. Levi se convierte en portavoz de millones de víctimas que no pudieron hablar por sí mismas. A través de su relato, se preserva la historia de Auschwitz como una certeza irrebatible de los horrores cometidos por el régimen nazi, y se recalca la necesidad de que la humanidad reconozca y aprenda de ese pasado. Las grandes lecciones del pasado son los prefacios del futuro.
En términos culturales, la literatura de Primo Levi es el gran testimonio de los sobrevivientes del Holocausto. La literatura, y especialmente la prosa de Levi, actúan como un espejo que permite a las generaciones posteriores comprender la magnitud de los sufrimientos vividos en los campos de concentración.
La obra de Levi, además de ser un documento histórico, también es un reflejo de la incapacidad del lenguaje para transmitir plenamente el horror y la violencia. El estilo de Levi es preciso, sobrio y despojado de emociones excesivas. Esta frialdad, en cierto modo, refleja la deshumanización de los prisioneros, quienes, como señala Levi, se ven reducidos a un estado de “cosa” al perder su identidad personal y su dignidad. La prosa de Levi se convierte, entonces, en una forma de resistencia al vacío de lenguaje impuesto por los nazis, quienes usaban un lenguaje neutral y despersonalizado para describir las atrocidades, como la “selección” de los prisioneros para la muerte.
El concepto de “humanidad” es también central en la obra de Levi. En su testimonio, se pregunta cómo es posible que los seres humanos lleguen a deshumanizarse de tal forma que puedan infligir sufrimiento masivo y sistemático a sus semejantes. A través de sus observaciones en el campo, Levi analiza cómo los prisioneros, al perder sus derechos y su dignidad, se ven forzados a asumir comportamientos que les permitan sobrevivir, a veces sacrificando su moralidad.
Primo Levi, en sus reflexiones sobre el futuro de la humanidad, nos invita a considerar la paradoja de los avances científicos en un contexto de creciente incertidumbre social y política. A pesar de que la calidad de vida se deteriora en muchas partes del mundo y de que el futuro parece sombrío, el conocimiento sobre los misterios del universo, tanto a gran como a pequeña escala, ofrece una esperanza de redención para la humanidad. Levi sugiere que este conocimiento tiene el poder de salvar a la humanidad de un regreso a la barbarie, ya que es el resultado de una curiosidad insaciable por entender el mundo físico, lo que podría ser, en última instancia, el factor que permita a la humanidad salvarse de sí misma en medio de sus crisis existenciales.
Levi hace un llamado urgente a no olvidar los horrores del pasado, como el Holocausto, que siguen resonando en la sociedad. El autor señala que, aunque Auschwitz pueda parecer un evento distante y superado, su legado persiste en la indiferencia ante el sufrimiento humano y en la cobardía moral que se disfraza de patriotismo y valentía. Según Levi, la amenaza del totalitarismo no desaparece fácilmente; más bien, sigue latente, presente en la indiferencia y en la deshumanización que podría resurgir si no asimilamos la historia. Esta reflexión nos obliga a estar alerta y conscientes de que, aunque el fin de la democracia parezca lejano, siempre puede resurgir si no mantenemos viva la memoria y la solidaridad humana.
Levi también aborda la resistencia de algunos prisioneros a la deshumanización, destacando cómo, a pesar de las circunstancias extremas, algunos lograron mantener su humanidad. Este análisis cultural y filosófico convierte a *Si esto es un hombre* en un texto que va más allá de lo meramente descriptivo y se adentra en preguntas éticas y existenciales fundamentales sobre la naturaleza humana. La memoria es el tema central de la obra de Levi. Las evidencias de Levi no son solo un relato de lo vivido, sino un acto de resistencia contra el olvido.
Recordar para repensar el Holocausto no significa solo rememorar los hechos, sino también preservar la memoria de las víctimas y garantizar que las atrocidades cometidas no queden en el olvido. Levi se convierte en un guardián de esa memoria colectiva, mientras reflexiona sobre la responsabilidad moral de las generaciones posteriores de mantener viva esa historia.
Primo Levi también explora la relación entre olvido y recuerdo. La memoria, según él, es un acto necesario para evitar la repetición del genocidio y para impedir que la humanidad se olvide de las lecciones del pasado. La memoria, no es solo un tema colectivo; también tiene un componente personal. Los sobrevivientes del Holocausto, como Levi, no solo enfrentan el desafío de recordar los horrores del campo, sino que también deben lidiar con la carga emocional de su supervivencia ante la perversión del poder.
La culpa por haber sobrevivido, el duelo por los seres queridos perdidos y el trauma de los recuerdos son parte integral del proceso de recordar. Para Levi, el testimonio se convierte entonces no solo en un acto de preservación histórica, sino también en un proceso terapéutico para la psique tanto individual como colectiva.
Al escribir Si esto es un hombre, Levi no solo denuncia los crímenes del régimen nazi, sino que también desafía la indiferencia de la sociedad. El libro de Levi es un llamado a la acción, un recordatorio de que la indiferencia ante el sufrimiento ajeno permite que el mal prospere. Levi critica la pasividad de quienes fueron testigos del sufrimiento sin actuar y, al mismo tiempo, desafía al lector contemporáneo a reflexionar sobre las injusticias del presente y la responsabilidad ética de no ignorarlas. Levi también se enfrenta al problema de la banalización del mal, al cual se refiere en su obra.
El testimonio de los sobrevivientes es el gran tejido social que evita que el Holocausto se reduzca a una estadística o a una anécdota lejana en el tiempo. En un mundo donde la violencia y la intolerancia siguen presentes, la obra de Levi se mantiene como un recordatorio de la fragilidad de la humanidad y la necesidad de recordar los horrores pasados para prevenir que se repitan.
Manchamanteles
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¿Es posible que los nacionalismos, al basarse en un narcisismo colectivo delirante, sean una ruta para la paz y el futuro?