martes 21 enero, 2025
Mujer es Más –
COLUMNAS COLUMNA INVITADA

ENTRE LÍNEAS Y LETRAS: Todos necesitamos un remedio

Por. Alicia Reyes Amador

Venenos de Dios, remedios del Diablo, Mia Couto, Edit. Almadia.

Mia Couto es un autor africano, escribe en lengua portuguesa y cuenta con varios premios a su narrativa.

La historia que hoy comentamos, ejemplifica el porqué de ello.

Es un texto pequeño lleno de historias. Una familia extraña y separada por la decisión de una hija, Deolinda, a la que podemos señalar como la generadora de las acciones de sus padres; Munda (víctima y manipuladora magistral de su relación con Bartolomé) y Bartolomé (el fulano, como le dice su esposa).

Aunque, Deolinda también un personaje atrapado en una situación extraña, humorística, pero desesperante, creada, sin duda, por sus padres. A esta historia se añade la del que podría funcionar como el personaje principal, El Doc., aún no titulado y enamorado de Deolinda; Sidonio que, a diferencia de otros de su tipo, no es el que define las acciones de sus acompañantes, sino que termina siendo un inocente, del que se aprovechan y abusan aquellos que él piensa que está protegiendo.

Esta historia podría ser definida como una tragicomedia, pero, llena de humor y sarcasmo.

Sidonio, supone que logrará ganarse a la familia de Deolinda.

Así, en el transcurso de la historia, mientras Deolinda se aleja de su familia, por el posible acoso de su padre. Munda vive, por un lado atada a las exigencias de su marido y por otro deseando ser vista como una mujer atractiva. Bartolomé se va sumiendo en un deterioro, provocado por su necia y egoísta actitud. El recuerdo de Deolinda es hábilmente utilizado por sus padres para recibir de Sidonio prebendas, adjudicadas por ellos a los requerimientos de Deolinda, hasta que él se percata de ello y decide abandonar el pueblo, no sin antes habernos regalado diálogos y experiencias inteligentes, dolorosas y extrañas llenas de una forma de ver la realidad, ajena a la que estamos acostumbrados en nuestro contexto. En ellas se entrelazan lo que los personajes están experimentando, siempre acompañadas con la explicación de ello proveniente de sus creencias religiosas en las que los espíritus están presentes.

El manejo del humor ácido, descarnado y lleno de referencias hacia sí mismos o los demás cercanos, deja ver, entre otras cosas, la fluidez con la que el autor sabe narrar una historia llena de descripciones, escuetas, pero precisas, con lo que nos hace partícipes de la forma en que sus personajes sus vivencias. En ese proceso, nos percatamos de que somos incluidos en los caminos llenos de lodo, la recámara de Bartolomé, el consultorio de Sidonio y los enredos que Munda teje.

Finalmente, el deseado “remedio” que pide Munda para Bartolomé no llega. La generosidad del Dr. Sidonio, se termina, el amor de Sidonio se termina y Deolinda no aparece. ¿Por qué? La respuesta a todas estas interrogantes, la tendrá que encontrar el lector que decida conocer y disfrutar de está creativa y creíble novela.

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