martes 24 septiembre, 2024
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COLUMNAS FERNANDO COCA

ACTOS DE PODER: ¿Tienen futuro los partidos? MORENA (IV)

  • Un breve, pero extenso repaso por el obradorismo.

Por. Fernando Coca

Para la gran mayoría de los biógrafos de MORENA, este partido nació en 2011 cuando Andrés Manuel López Obrador fundó una asociación civil llamada Movimiento Regeneración Nacional. Eso fue en octubre de ese año.

Sin embargo, la lucha de Andrés Manuel y el movimiento que hoy se conoce como obradorismo no comenzó ahí. Para entenderlo, tendríamos que remontarnos no sólo a sus inicios en la política cuando militó y dirigió al PRI de Tabasco, sino a sus primeras elecciones como dirigente del PRD y candidato de ese partido a la gubernatura del estado en dos oportunidades.

La aparición nacional de AMLO se registra en los Éxodos por la Democracia (1991 y 1995) para reclamar triunfos electorales del PRD.

Las dos caravanas de López Obrador tuvieron repercusiones en el PRI. La primera, en el 91, provocó la caída del gobernador Neme. La segunda significó una fractura en el priismo nacional cuando Roberto Madrazo no aceptó renunciar a la gubernatura para irse a un cargo al gabinete de Ernesto Zedillo.

Esa segunda marcha marcó en definitiva el camino de Andrés Manuel. Además de los efectos provocados en las más altas esferas del priismo, la base militante y del PRD y de varios sectores de la sociedad en varias entidades, pero principalmente en el oriente del Estado de México (con epicentro en Ixtapaluca) dimensionó al tabasqueño como un político que actuaba fuera de lo normal y que, a pesar de los ofrecimientos que le hicieron desde el poder, no cedió y continuó al lado de los fundadores del obradorismo que, aún sin saberlo, daban inicio a una nueva etapa en la vida política del país.

En 1966 López Obrador gana la elección para dirigir al PRD. Supera a Amalia García y a Heberto Castillo. A partir de ese momento, el PRD sufre una transformación y llegan los triunfos electorales más importantes en toda la historia de la izquierda mexicana.

En 1997 obtiene 125 puestos en la cámara de diputados para convertirse en la segunda fuerza electoral en San Lázaro. El triunfo más contundente se da en el Distrito Federal: Cuauhtémoc Cárdenas gana la elección de jefe de Gobierno sacando al PRI de esa posición desde que, después de la revolución se suprimieron las elecciones para designar un gobernante de la capital.

En 1988 el PRD gana Tlaxcala y Zacatecas. Un año después obtiene los triunfos en Baja California y en coalición con el PAN, Nayarit.

Al concluir su etapa como presidente del CEN perredista, se retira momentáneamente de la política, pero regresa para ser candidato a la jefatura de Gobierno, candidatura le regatean Pablo Gómez y Demetrio Sodi al grado de que llevaron su inconformidad a las instancias de electorales de la ciudad.

La elección no estuvo fácil. La candidatura del PAN, Santiago Creel, pisaba de cerca gracias al efecto que provocó Vicente Fox como abanderado presidencial. Pero un movimiento de Marcelo Ebrard y Manuel Camacho significó que los ciudadanos ubicados en el centro político se decidieran por Andrés Manuel luego de la declinación de Ebrard a favor de Andrés.

El gobierno de la ciudad de México significó ya, su reconocimiento como un político de alcances nacionales. Dos hechos políticos marcaron su despegue: los programas sociales para ayudar a personas de la tercera edad, ayuda a madres solteras y apoyo a padres de familia con útiles escolares y la diaria confrontación con el gobierno de Vicente Fox.

La herramienta fundamental para fijar la agenda nacional desde el Palacio del Antiguo Ayuntamiento fue la conferencia diaria que daba antes de que amaneciera. La Mañanera, no nació de la visión o como una estrategia prediseñada para la comunicación política, sino que fue la presencia de los medios de comunicación para verificar que, como había dicho en campaña, llegaría a trabajar desde la seis de la mañana.

La insistencia de los reporteros por tener calidad en la información fue lo que dio paso a un formato de conferencia de prensa en el que el jefe de Gobierno respondía las preguntas que reporteras y reporteros hacían y los temas que él deseaba imponer en la agenda mediática del país.

Fue tal la fuerza política que significó La Mañanera que desde Los Pinos intentaron realizar una conferencia para contener los dichos de López Obrador. No pudieron comunicar.

Ante el avance de López Obrador, Vicente Fox en contubernio con el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Mariano Azuela, intentaron con el desafuero, descarrilar a Andrés Manuel. No pudieron por dos razones, el caso no tenía asidero jurídico y por las mismas fechas en las que deseaban aniquilar las aspiraciones de Andrés, Rafael Macedo de la Concha, entonces procurador federal, estaba en las mismas condiciones que AMLO: un juez le había ordenado a Fox ponerlo a disposición del Congreso para que lo desaforaran y un juez le iniciara un procedimiento por no cumplir con un amparo.

Ese proceso fue decisivo para que el obradorismo se consolidara. El apoyo ciudadano, de militantes y simpatizantes de otros partidos diferentes al PRD, de empresarios, artistas, pero de manera firme y determinante de la clase media y las clases populares convirtieron el desafuero en la plataforma que lanzó a Andrés Manuel López Obrador a lo más alto de la vida política.

No se diga lo que sucedió después del fraude de 2006. Ya no hubo político que fuera más popular que Andrés. El 2012 y la llegada de Peña Nieto vuelven a magnificar la figura de Andrés luego de que las autoridades le dan el triunfo al mexiquense, sino porque AMLO venía de un infarto del cual sus adversarios decían no se levantaría.

La contundencia con la que MORENA comenzó a ganar espacios en los ayuntamientos, los congresos locales y la presencia en el imaginario del electorado dieron casi por sentada una rotunda victoria en el 2018, tal como fue.

Con nuevos aliados y viejos conocidos opuesto a su forma de hacer política, el obradorismo ya tenía presidente de la República.

Los programas sociales se profundizaron, las políticas públicas se determinaron con la visión de López Obrador y en seis años consolidó a su movimiento.

La llegada de Luisa María Alcalde y Andrés Manuel López Beltrán a la presidencia y la secretaria de Organización, respectivamente, de MORENA, no es sino un paso más en el obradorismo.

Sin embargo, desde 1995, cuando Andrés Manuel López Obrador sale de Tabasco para denuncia un fraude electoral en su contra, es él, y sólo él, la figura central y secundaria de su movimiento.

Y ese es el principal reto y la mayor desventaja que tienen Alcalde y Andy, aunque con carreras propias en el ámbito que les tocó actuar, la figura del fundador del obradorismo es uno, es único y es inigualable.

¿Cómo fortalecer a MORENA sin su figura principal? ¿Cómo mantener la unidad sin la dirección del fundador? ¿Cómo evitar las disidencias sin la amalgama que significa Andrés?

Hay varios caminos. Uno, es el de seguir el ejemplo y hacer política con las tres S. Ese va aparejado a hacer política con la base y no con los dueños de la membresía en los municipios y los estados y que el Comité Nacional baje a las calles a hacer política tal como lo hizo López Obrador.

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