El reciente fallecimiento de María Branyas Morera, la persona más longeva del mundo, a los 117 años, ofrece una oportunidad para reflexionar sobre los factores que contribuyen a una vida prolongada y las implicaciones sociales del envejecimiento en el contexto contemporáneo.
Nacida en 1907 en San Francisco, Estados Unidos, y residente en Cataluña, España, durante la mayor parte de su vida, Branyas fue testigo de eventos históricos fundamentales, desde la Primera Guerra Mundial hasta la era digital.
Branyas atribuyó su longevidad a un conjunto de prácticas y valores que resaltan la importancia de la estabilidad emocional, el contacto social positivo, y la conexión con la naturaleza. Este enfoque sugiere que, más allá de la genética, la calidad de vida y el entorno social desempeñan un papel crucial en la duración y calidad de la vida. Su vida nos invita a considerar la longevidad no solo como una cuestión biológica, sino como un fenómeno profundamente interrelacionado con el bienestar psicológico y social.
En México, el fenómeno del envejecimiento poblacional es cada vez más relevante. Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo de 2022, el 14% de la población está compuesta por personas de 60 años o más, un porcentaje significativo que plantea importantes desafíos para las políticas públicas y la estructura social del país. La longevidad promedio en México es de 72 a 74 años para los hombres y de 76 a 77 para las mujeres, cifras que, si bien reflejan una mejora en la expectativa de vida, también ponen de relieve la necesidad de abordar las condiciones en que envejecen los mexicanos.
Guadalupe Cañongo León, académica de la UNAM, ha destacado la importancia de reconocer y visibilizar a las personas mayores como sujetos de derecho, subrayando que la vejez, lejos de ser una enfermedad, debe entenderse como una etapa de vida que puede y debe ser plena. El enfoque de Cañongo León enfatiza la urgencia de superar la discriminación y los estigmas asociados a la vejez, promoviendo en su lugar una concepción del envejecimiento que valore la experiencia y la contribución de los mayores a la sociedad.
A pesar de los avances en el reconocimiento de los derechos de las personas mayores, persisten desafíos significativos. Uno de los principales es el concepto erróneo de que el envejecimiento está necesariamente asociado con la dependencia y la enfermedad. Como lo demuestra la vida de Branyas, es posible alcanzar edades avanzadas con una calidad de vida óptima, siempre que se mantengan factores como la estabilidad emocional, la red de apoyo social y un estilo de vida saludable.
En este sentido, la longevidad, tal como fue vivida por Branyas, se presenta como un fenómeno multifactorial, donde intervienen la genética, el entorno, y las políticas sociales. Para México, un país con una población envejecida en crecimiento, resulta crucial desarrollar estrategias que no solo prolonguen la vida, sino que también aseguren su calidad, abordando aspectos como la salud preventiva, la integración social, y la protección de los derechos humanos de las personas mayores.
El análisis de la vida y legado de María Branyas Morera nos invita a reconsiderar nuestras percepciones sobre la vejez y el envejecimiento, así como a repensar las estructuras sociales que afectan a este grupo poblacional. Es imperativo que, como sociedad, se promuevan políticas y prácticas que garanticen un envejecimiento digno y saludable, permitiendo que las personas mayores continúen siendo miembros activos y valiosos de la comunidad, tal como Branyas lo fue hasta el final de su vida.
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