lunes 16 septiembre, 2024
Mujer es Más –
BÁRBARA LEJTIK COLUMNAS

CEREBRO 40: Consideración

Por. Bárbara Lejtik

En este afortunado viaje que estoy teniendo la oportunidad de realizar por algunas ciudades de Europa muchas cosas llaman mi atención, obviamente la arquitectura, la historia, pero algo más importante, la gente.

Estar en ciudades tan grandes habitadas por personas de todas las etnias radiales posibles es una experiencia fuera de serie, como un día de olímpicos, aquí en cada calle se encuentra uno de frente con personas de culturas y religiones muy diversas, colores, tamaños corporales, preferencias y orientaciones sexuales, modas, costumbres, tradiciones, todo vive y convive en armonía. En las ciudades más chicas en donde he vivido de verdad que dentro de la misma comunidad hay desencuentros muy desafortunados, al grado de no poder ni siquiera caminar en la misma acera ni convivir en un estadio en un evento deportivo, acá no, acá a nadie parece molestarle la existencia del otro y yo trato de entender por qué ¿Qué han hecho estas culturas tan globalizadas para transitar en armonía?

Pienso que los gobiernos y las normas sociales ayudan mucho, sin duda las prohibiciones y las multas igual que las constituciones marcan un límite en el comportamiento e invasión de la libertad y el espacio de los vecinos de vida, pero creo que hay algo más, algo muy importante que me da vueltas en la cabeza y es la “Consideración”. Ese simple ejercicio diario de respetar los espacios y las necesidades de los otros, de prestar atención para no molestar, no estorbar y no ocasionarle incomodidad al otro. Consideración con los peatones, con las personas con discapacidad física, con los adultos mayores, es increíble que estando uno de visita en sus ciudades que son el primer mundo se muestren tan amables, tan preocupados por dar un buen servicio, tan amistosos. Quisiera decir lo mismo del trato de los mexicanos, sobre todo hacia otros mexicanos y siento mucha vergüenza al recordar cosas que veo todos los días de cómo nos importa tan poco la comodidad y el bienestar del otro. Pasamos encima de quien sea, no respetamos las señales de tránsito ni los espacios, nos colamos, nos aprovechamos, si no nos conviene,  no nos detenemos 5 segundos por nadie, de lo que se puede echamos mano y si afectamos a otro mala tarde. La consideración es sin duda lo que distingue hoy en día a las grandes culturas.

En el Museo Británico tuve oportunidad de admirar unas momias de más de 5,000 años y pensé en eso que dicen, que empezamos a evolucionar como especie racional en el momento que nos detuvimos para cuidar a nuestros enfermos y heridos y para enterrar a nuestros muertos. Yo siempre dije que el momento cumbre del parteaguas de la evolución fue la escritura, pero puede ser que la teoría de la consideración sea correcta, en el momento que empezamos a considerar a los más débiles, a los más lentos, a los mayores, a las mujeres embarazadas, a las que están criando a sus hijos, a los heridos y a todos aquellos que por alguna razón necesitan un cuidado o una “Consideración” y a partir de ese ejercicio somos mejores o peores como sociedad. Una comunidad que no camina pareja no es exitosa por mucho dinero que tenga o extensión territorial o habitantes, pero las comunidades en las que todos se preocupan porque todos estén felices y seguros, reciban oportunidades y apoyos, trabajos dignos y bien remunerados, horarios sanos en los que puedan tener además de un trabajo una vida, haya puntualidad con sus horas de salida para que la gente pueda convivir con sus familias, hacer ejercicio, descansar como es debido.

Acá pienso que mientras haya ingreso a las empresas poco les importan sus empleados, si están cansados o agotados de hacer lo mismo todo el día todos los días. No piensan los patrones en que tal vez fuera de las empresas ellos tengan una vida.

Me encanta ver cómo se respetan los horarios de cierres de tiendas y restaurantes, porque tienen razón, me encanta ver que la gente se siente conforme con el uso que se le da a sus impuestos y a cambio trabaja con compromiso. Se ve a chicos y grandes desempeñándose en sus quehaceres contentos y satisfechos, atendiendo, vendiendo, manejando, limpiando, o cualquier actividad correspondiente a su capacidad y oficio y no por obligación sino por un genuino amor a la vida, a sus vidas y estando conscientes que nada dignifica más que el trabajo.

En fin, ojalá algún día en México dejemos de molestarnos por los apoyos al los grupos vulnerables y tal vez entendamos que en la sociedad todos nos merecemos vivir felices y seguros, en el entendido de que quien más trabaje o más se prepare tendrá más y mejores oportunidades, pero no por eso los que no tengan la oportunidad o la capacidad merecen ser tratados como ciudadanos de segunda o de tercera. En pocas palabras un trato humano ente humanos.

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