Por. Saraí Aguilar
Las agendas sociales son para liberar, el romper con los techos de cristal es para empoderar a otras, no para volvernos cadeneras de las causas. Esto parece ser necesario aclarárselo a la electa presidenta de México.
Hace unos días la doctora Claudia Sheinbaum encabezó el encuentro con mujeres “Con Claudia llegamos todas” realizado en el patio principal de la Universidad del Claustro de Sor Juana, en donde recibió el “bastón de las mujeres” de manos de Olga Sánchez Cordero.
En su discurso se puede destacar cuando dice que “México ha cambiado profundamente, disminuyó la desigualdad, la pobreza y también la transformación abrió paso para las mujeres, más mujeres en todos los espacios de la vida pública, mujeres en las presidencias municipales, en el Congreso, en el Gobierno de la República y por primera vez, sí, una mujer en la Presidencia de México, sin duda eso ya es un logro, es un símbolo para las niñas, para las jóvenes”.
Incluso se puede resaltar el hablar de la justicia social con enfoque de género al enfatizar que se deberá continuar con una transformación que signifique avanzar a un país libre de machismo y discriminación, sin brecha salarial y que aumente la presencia de mujeres en puestos de dirección.
Pero lo peligroso es lo que se dijo después. Se habló del final de falsos feminismos, y con sesgo político se enunció que en México quedó atrás el neoliberalismo: “no somos mujeres conservadoras, nosotros no vamos a regresar al pasado de corrupción, de privilegios, de falsos feminismos”. Asimismo, vestida de color guinda, el color del partido oficialista, Sheinbaum Pardo destacó la labor del gobierno de Andrés Manuel López Obrador que, según dijo, además de hacer justicia a las personas más vulnerables, pudo dar paso a la primer mujer presidenta del país.
Al final del día, el feminismo tiene bancada y el llegar las mujeres al poder se le debe a un hombre. Por increíble que parezca, lo anterior fue celebrado por feministas. Se puede entender que por desgracia, para algunas mujeres que han logrado llegar a posiciones de poder, se vuelva prioritario cuidar la posición aunque eso implique hacer a un lado la agenda. Pues el que la llegada de una mujer al poder termine siendo el logro de un hombre resulta chocante… pero no cuando se trata de congraciarse.
En el caso de los neoliberalismos y conservadurismos mencionados por la presidenta electa, vale la pena señalar que el feminismo no es un partido ni le responde a una línea partidista, sino a las mujeres, indistintamente de sus filias o fobias. Que la gobernanza y la lucha es por todas, no por aquellas afines o alineadas. Se trata de romper moldes, no de reproducir las mismas jerarquías y exclusiones de nuestro sistema patriarcal, pero ahora con mujeres.
¿Es por todas? Lo veremos.