Por. Cristina Ortega
Cuando comencé a estudiar el Doctorado, fue y ha sido muy difícil hacer comprender la importancia de estudiar la imagen “no obvia”; la que no se ve. De la obviedad hay muchos especialistas, yo hablaré en esta ocasión de la imagen que radica en el inconsciente colectivo, ese que llevamos introyectado (términos de Carl Jung) simbólicamente por la cultura, pero no lo tenemos presente.
Se habla mucho que gubernamentalmente estamos en una ilusión de las “retrotopías, que son mundos ideales ubicados en un pasado perdido/robado/abandonado. (Libro póstumo al sociólogo Z. Bauman).
Desde el inicio de la autodenominada 4T, se mandó a hacer una película que ubicaba esa retrotopía en la película Roma, trama que se desarrolla en 1971; siguiendo en la misma década; en 1975 se filmaba “La presidenta municipal” con el protagónico de la comediante María Elena Velazco, alias “La india María”, hay mucho por comentar sobre la película y la sociedad actual, como la cantidad de alias con los que se identifica el pueblo (“Resortes”, “Mantequilla”, “Borolas”, “Flaco Ibañez”…), hasta la protagonista tiene alias, porque así es la cultura mexicana hasta nuestros días (“Peje”, “Florero”, “Changoleon”, “La Botarga”…).
Lo interesante de la película de “La india María”, es que al ganar por equivocación las elecciones municipales (ojo, el mensaje de “ganar por equivocación” es un gran mensaje para la población mexicana, pues es un introyecto al inconsciente, dado que en la comicidad no hay mecanismo de defensa), la nueva Presidenta Municipal, entre algunas justicias para las mujeres promueve la paternidad responsable; el guion da continuidad como sucede hasta nuestros días, la protagonista es secuestrada y el final feliz es simplemente que la rescatan. Pero nada sucede de lo políticamente hablado, finalmente es una comedia, pretende hacer reír.
Para la siguiente década, en 1981, tan solo un sexenio después, la también comedia, pero francesa escrita para teatro con el nombre original Et ta sœur (¿Y tu hermana?) de los dramaturgos franceses Jean-Jacques Bricaire y Maurice Lasaygues, centra a dos mellizos con caracteres opuestos, haciendo un verdadero enredo entre las dos personalidades, él desalineado que no le importa nada y todo lo maneja a su favor; y ella, la hermana, una mujer preparada quien da la cara al enredo cómico. La adaptación para México en 1991, la hace el primer actor Gonzalo Vega, quien toma ambos papeles para representar la obra durante dos décadas, con sus respectivas adaptaciones al característico humor político mexicano de cada sexenio, manteniéndolo así siempre en cartelera exitosa. Posterior a la muerte de G. Vega, retoma el papel el actor Héctor Suárez en 2017; pero para entonces el humor mexicano ya había cambiado, no era correcto burlarse de los nuevos actores políticos, y por varias razones que circulan en medios de la época, la obra fue cancelada en el histórico año 2018.
Desde la imagen, podemos ver las versiones “humorísticas” y misóginas de nuestro país; ahora que por fin existe una legítima mujer presidenta; ¿qué pasa con la imagen? Iniciando desde los lingüistas ortodoxos del idioma que fundamentan que no es Presidenta, sino Presidente. Desde que la India María vendiera gelatinas, o que la melliza sea la mujer preparada, ambas historias tienen la narrativa típica del mexicano; la primera es secuestrada, hoy le llamaría el INE violencia política, pero en el guion la rescatan sin importar sus propuestas; o la segunda versión, (Vega-Suárez) que finalmente un hombre es quien la interpreta, porque en la obra de “La señora Presidenta”, no es mujer, es un hombre que se hace pasar por una mujer culta para continuar haciendo sus desperfectos.
Aquí las imágenes del inconsciente colectivo:
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