Por. Saraí Aguilar
Presidenta electa:
Hoy me dirijo a ti esperando que algún día leas esto que hoy escribo. Algo que muy probablemente no pasará.
No importa, igual lo diré. Esta noche de domingo, cuando la tendencia era irreversible y fuiste nombrada la ganadora de esta contienda te convertiste en la primera mujer en México en llegar a la Presidencia. Y más allá de esos lugares comunes del techo de cristal te convertiste en la portadora de los sueños, pero también sinsazones de muchas.
Porque más allá de las quitas partidistas, me fue imposible no pensar en mis abuelas. Tú sabes como mujer que nos criamos en tribus. Crecemos escuchando las historias de nuestras ancestras. Mi abuela materna y mis tías abuelas festejaron el día que se les otorgó el voto a las mujeres en México. Mi madre desde siempre me contó que ese día ellas se arreglaron “de domingo” para hacer valer su derecho.
Ellas no vivieron para ver que hoy las mujeres no solo votan sino gobiernan. Pero no solo eres contenedora de esos sueños. Porque igual crecí sabiendo de mi abuela paterna, quien en su niñez fue hija de una madre autónoma con toda la marginación que eso le implicó. Que en su matrimonio con mi abuelo, se acongojaba ante la idea de un embarazo más ante la pobreza de los primeros años de su matrimonio. Las carencias de ella, la falta de programas para las mujeres vulnerables, también recaen en ti.
Hoy, como siempre pasa con las mujeres, todos los ojos están puestos en lo que logres a partir de ahora. Y en lo que se convierta tu modelo de gobierno. Si y solo si decides transformar México y no solo continuar el legado de los hombres previos.
Atrévete Presidenta.
Atrévete a ver a las madres de los desaparecidos. A esas mujeres que ya perdieron todo, hasta el derecho de tener un lugar donde llorar a sus hijos.
Atrévete a ver a las mujeres con hijos con cáncer que darían su corazón en vivo por medicamentos para ellos.
Atrévete a ver a las madres autónomas que no cuentan con seguridad social y pasan noches en vela aterradas de que les pase algo a ellas y dejar sin sustento a los suyos.
Atrevete a ver a las jóvenes que recorren la ciudad con miedo de ser violentadas en los trayectos a sus trabajos y escuela. Y a las que en el campo viven el azote del crimen organizado y temen ser plagiadas.
Atrévete a ver a las niñas, que no saben que les depara este país donde hemos permitido que terminen algunas en basureros y terrenos baldíos.
Atrévete presidenta a responderle a este país, a sus mujeres. Atrévete a romper los lazos con el pasado y a responderle a todas esas mujeres que ya no están, a las que empeñaron su vida en lucha porque hoy tú llegaras donde estás. No te debes a ningún hombre. Te debes a México.
Somos nosotros los ciudadanos el deber con quien jurarás cumplir, no con tu antecesor. ¿Te atreverás?
Atrévete Presidenta.