Por. Adriana Luna
Los políticos mexicanos no han aprendido la máxima lección de la democracia: la soberbia del poder acelera la alternancia partidista en los gobiernos. En Jalisco, el PRI en dos ocasiones y el PAN conoce perfectamente el significado del voto de castigo.
Los tricolores con la negligencia en asuntos delicados como la limpieza del subsuelo (que terminó en la mayor tragedia tapatía: las explosiones del sector Reforma) y recientemente con la corrupción que provocó que el crimen organizado se infiltrara profundamente en el tejido social, mientras que los albiazules que perdieron el apoyo ciudadano cuando el gobernante embriagado de poder, le mentó la madre al pueblo.
En los últimos años, el partido Movimiento Ciudadano tiene su bastión en Jalisco, Enrique Alfaro gobierna la entidad y en las principales ciudades, los naranjas no sólo han ganado alcaldías sino que han sido hasta reelectos. Sin embargo, el grave problema del agua contaminada e insuficiente suministro, la terrible inseguridad y los miles de desaparecidos, las innumerables narcofosas y ofensivas foto-multas, junto con la recaudatoria verificación, además de los gandayas parquímetros, vialidades colapsadas y el desgaste de estar en el poder, podría cobrar facturas muy costosas.
Los jaliscienses hasta el momento no han permitido el ingreso del Partido Morena. Hoy mediante una alianza para algunos más terrorífica que Frankenstein, porque incluye una madeja ideológica: Morena-PT-PVEM-Hagamos y Futuro, que hasta algunos de sus militantes no termina de asimilar.
Recientes encuestas revelan que la simpatía ciudadana por perfil de candidato se inclinan hacia Pablo Lemus. Sin embargo, cuando se apunta por cuál partido votaría y no votaría, los resultados varían, en ambas aparece arriba Morena. Por eso hay tanta expectativa nacional de lo que sucederá en Jalisco el próximo 2 de junio. ¿Los jaliscienses quedarán atrapados por la política de los apoyos sociales y el arrastre de Andrés Manuel López Obrador o seguirán con su amor naranja?
No sólo se trata de los más de 6 millones de votos (abundante de voto joven y maduro), también influye el territorio que es un atractivo corredor tanto para el trasiego de drogas como de comercio nacional e internacional, y es también la potencia agroalimentaria y de producción tecnológica en el país. Además, fue la entidad que se rebela ante la actual política hacendaria, al grado de que entre las promesas de los gobiernos naranjas está hacer sus propias legislaciones y sistemas hacendarios, educativos y de salud. O sea, una capital tipo vaticanesca, dentro de la República.
Los jaliscienses están interesados en la situación económica y política no sólo de Jalisco y México, también la internacional porque casi la mitad de los habitantes tiene vínculo familiar directo o comercial con Estados Unidos.
En Jalisco también se vive la polarización, tal reflejo nacional. Este fin de semana quienes aspiran a gobernar la entidad protagonizaron el segundo de cuatro debates, fueron escasas las propuestas de gobierno, la que más captó atención fue la promesa de Pablo Lemus (Movimiento Ciudadano) de invertir 13,300 millones de pesos para la construcción de la Línea 5 del Tren Eléctrico Urbano que como ruta tendría el Estadio Akron (casa de las Chivas) hasta el corredor industrial de El Salto, utilizando la vía de Ferromex, ya existente. El proyecto estaría terminado antes del Mundial de Futbol en 2026.
Sin embargo, lo que más resonó fueron señalamientos y acusaciones de los tres protagonistas: mentirosos, corruptos, poco transparentes y hasta traidores. Los golpes se concentraron en la morenista Claudia Delgadillo, le restregaron su pasado priista, sus relaciones con personajes polémicos como Enrique Peña Nieto, le recordaron las 107 faltas a sesiones como diputada federal, su millonario patrimonio como una casota de 60 millones de pesos ubicada en un fraccionamiento privado citadino. “Claudia sí se escribe con C de casotas, de carrotes y de corrupción”, aseveró el abanderado emecista.
Ella entre risas dijo que no está avergonzada de su pasado porque es una mujer honesta que ha trabajado desde los 15 años de edad, litigando con su padre abogado. La casota siguió siendo tema durante el postdebate, Claudia dijo que si le demuestran que es de ella y por corrupción, se las vende en 20 millones de pesos. Pablo Lemus, con su visión empresarial, de inmediato dio un golpe en la mesa y dijo: “¡ya está, trato hecho!”. Hasta propuso hacer una vaquita entre amigos, comprar la casa y luego revenderla para destinar los recursos en beneficio de la población vulnerable.
Pero lo más incendiario no fue en el debate a la gubernatura sino que fue una trifulca entre los militantes de Movimiento Ciudadano y Morena, mientras los candidatos a gobernar el municipio de San Pedro Tlaquepaque debatían sobre seguridad.
Los candidatos suelen coincidir en un punto: “Jalisco se cuece aparte”. El escenario está caliente, por cualquier ángulo que quiera verse y será en este proceso electoral cuando se conozca el resultado final: ¿naranja, guinda o de plano multicolor? No hay nada para nadie todavía. Y al parecer, todos sufren del mismo mal: la soberbia del poder.
