Por. Saraí Aguilar
Y llegó marzo y nuestro sector salud por supuesto que no siguió igual. Está peor. No fuimos Dinamarca.
Porque uno no puede pretender financiar vuelos con un solo pasajero o tener megafarmacias inutilizadas sin que el ya de por sí insuficiente presupuesto destinado a medicinas sufriera consecuencias.
Una de las prioridades de un gobierno de izquierda, que debiera ser que la salud esté al alcance de todos, al parecer no lo es. El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha invertido más de 500 mil millones de pesos en cinco megaproyectos, los cuales hasta ahora arrojan nulos resultados: una megafarmacia que costó 219 millones de pesos y en su primer reporte informó surtir 67 medicamentos; un aeropuerto de 84 mil millones de pesos y que ha transportado a 3.5 millones de pasajeros; un Tren Maya cuya construcción rondó los 320 mil millones de pesos, y ha transportado a 26 mil pasajeros; una aerolínea de cuatro mil millones de pesos que ha vendido 15 mil boletos y realizado vuelos con un pasajero, así como una refinería de más de 150 mil millones de pesos que tiene la promesa de alcanzar su máxima capacidad casi dos años después de ser inaugurada (Expansión Política).
De acuerdo con un trabajo periodístico de Animal Político, el número de consultas en los servicios que ofreció la Secretaría de Salud pasó de 95 millones en 2018 a 51 millones en 2022. Una caída de 44 millones, es decir, 46 por ciento menos consultas para quienes no tienen seguridad social.
Asimismo, se comprueba que no es igual a los gobiernos neoliberales pues, por ejemplo, el gobierno de AMLO hizo 20 millones de estudios de laboratorio clínico menos que Peña Nieto, lo que afecta a 5.7 millones de pacientes. Además, al corte del 2022, el 37% de las mujeres presenta carencia por acceso a servicios de salud, un nivel tres veces más alto del que se registraba en 2016 (13 por ciento). Esta es la carencia que más ha incrementado entre las mexicanas pues de acuerdo con información presentada por el diario El Economista, las cifras del Coneval (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social) indican que cuatro de cada 10 mujeres en México tienen dificultades para acceder a la salud.
Hemos vivido como mujeres una gestión desastrosa. Los feminicidios se han incrementado pero las cifras se han disimulado. Las madres buscadoras son relegadas, y el acceso a la salud se volvió un privilegio de pocas.
Y se cumplió. Primero los pobres… fueron los afectados. Pues en el país de las otras cifras, la población, la de a pie, la que trabaja día a día para pagar sus impuestos –y que los partidos y políticos reciban sus canonjías y otros desde el poder presuman logros inexistentes– cada día vive con el riesgo de enfermar y no haya los insumos para su atención o siquiera un médico.
