Por. Elena Chávez
Ver a Xóchitl Gálvez caminando con la luz de una veladora en sus manos en la ciudad de Fresnillo, Zacatecas, la más peligrosa de México, me hizo darme cuenta que en medio año pasó a ser la esperanza de los oprimidos.
Arrancar su campaña por la Presidencia de la República en esa ciudad hermosa e histórica, convertida en búnker de narcotraficantes, no es de una mujer débil, sino de una mujer fuerte, valiente y con una enorme sensibilidad a flor de piel con las familias que han perdido a uno o más familiares en manos del crimen organizado. Con su presencia les dio esperanza de un futuro sin miedo, sin tener que vivir prácticamente encerrados en sus viviendas ante el temor de ser víctimas de los criminales que han sido abrazados y protegidos por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
El mensaje de media noche iluminado por la flama de cientos de velas de hombres y mujeres que viven en Fresnillo, donde se adora y venera al Santo Niño de Atocha, me conmovió. No había necesidad de palabras, el abrazo cariñoso y solidario que le dio a una madre que desde hace tres años busca a su hija fue más fuerte que cualquier promesa de candidata.
No más abrazos para los delincuentes que violan y asesinan niñas, que se llevan a los jóvenes sin su voluntad para integrarlos a sus filas de matones, que secuestran mujeres para abusar de ellas y luego descuartizarlas o colgar cuerpos y cabezas sobre los puentes como aviso de que en esa ciudad mandan ellos.
¡Vaya manera de iniciar su campaña presidencial!
Vi a una Xóchitl Gálvez auténtica, dolida, solidaria con esa gran cantidad de madres que al pasar de los años ya no lloran porque sus ojos se han secado por el polvo que levanta el pico y la pala con la que buscan a sus hijos. La sentí, aun con la distancia, sincera ante el dolor de esas mujeres de no saber si sus desaparecidos están vivos o muertos; de no tener la certidumbre de por lo menos saber el lugar donde están enterrados para llevarles flores y rezarles un Padre Nuestro.
Observé con emociones encontradas cómo hombres, mujeres, adolescentes y niños dejaron el miedo de lado para salir a la calle y caminar junto a Gálvez hasta la plaza principal de Fresnillo, con la ilusión en el rostro de que esta mujer, la de los dientes chuecos, como despectivamente la ofenden los seguidores de su oponente a la Presidencia de nuestro país, se convirtió en la esperanza de los oprimidos, de los que, quizá, piensan puedan ser las siguientes víctimas de los criminales.
Qué gran responsabilidad se ha echado Xóchitl sobre los hombros. Ser candidata a la Presidencia de un México roto, polarizado, desolado, ensangrentado, agonizante, de un México donde, en este momento, hay doscientos grupos de cárteles de la droga transitando por las principales carreteras del país peleando por las plazas con la libertad y tranquilidad que les da el saber que son protegidos desde Palacio Nacional, por el presidente que prometió con la banda presidencial en el pecho, garantizar nuestra paz y vida, pero que, en los hechos, literalmente nos ha entregado a ellos para que nos exterminen cual si fuéramos hormigas.
Son tres meses de campaña en la que Xóchitl deberá lidiar con los constantes ataques del presidente López Obrador, de su candidata, Claudia Sheinbaum; de su equipo de campaña compuesto, en su gran mayoría, de narcos, huachicoleros y ladrones de cuello blanco que conocen las mañas del inframundo donde se mueven.
La seguridad de los mexicanos, de todos, ya lo dijo Gálvez, será su prioridad de llegar a la Presidencia, tarea que nos toca hacer a todas y a todos los mexicanos que amamos a nuestra patria, es decir, redoblar esfuerzos para que el 2 de junio sea quien gane la elección, y dé inicio a la recomposición del tejido social, combata con la ley, con una policía civil bien pagada y preparada, a los narcotraficantes. Regresarles la dignidad a los soldados del Ejército que se les quitó al usarlos como albañiles, lo digo sin ánimo de ofender a estos trabajadores; de crear una cárcel de alta seguridad para los delincuentes que matan sin piedad a sociedad civil inocente.
Xóchitl Gálvez sin duda es la esperanza de los oprimidos, pero también de las clases medias que sostienen este país. Ella está haciendo lo suyo, hagamos lo nuestro, el tiempo es poco y se juega todo…