Por. Bárbara Lejtik
Lo sabemos, lo esperamos, lo sufrimos y allí vamos de nuevo el siguiente año, los mexicanos no tenemos memoria ni voluntad y los comercios lo saben, basta con observar los anuncios de diciembre y enero en los medios de comunicación y redes sociales. Todo diciembre nos ofrecen ropa, viajes, restaurantes, vinos, perfumes, juguetes; y en enero créditos, casas de empeño y métodos para bajar de peso, medicina para la gastritis, el estrés y las alergias. Y qué decir de los supermercados, los estantes que hace un mes rebosaban de adornos navideños y vajillas, hoy están llenos de ropa deportiva y aparatos para ejercitarse en casa. Para la segunda semana de enero estamos un poco más acabados que arbolito de Navidad esperando en un camellón que algún camión de la basura tenga compasión de él y lo levante, marchitos, cansados y gordos no podemos ni siquiera recordar cuáles fueron nuestros propósitos mientras comíamos uvas ni en qué demonios nos gastamos todo el crédito de nuestras tarjetas y más. No tengo noción de qué fue lo que comí que me hizo subir de peso ni que hice para estar tan gastada, afortunadamente existen fotos que son evidencias de mis abusos de diciembre.
Y como yo, todos, no importa si tienes una hermosa actitud navideña o si por el contrario eres el hijo perdido del Grinch, todos gastamos de más en esta fechas.
El ingreso extra que tuvieron restaurantes, estéticas, boutiques, jugueterías, tiendas departamentales y vinaterías, lo tienen ahora gimnasios y consultorios médicos y de psicólogos.
Cada año nos prometemos con la mano sobre la biblia que no nos vuelve a pasar, que por nada del mundo nos volveremos a ir sin frenos este año y es inevitable, ya para cuando se da el banderazo de arranque del famoso maratón Guadalupe-Reyes la mayoría ya dimos unas diez salidas en falso.
Si a la cruda moral por nuestros gastos y excesos le añadimos que hace frío, llegan los recibos del predial, los estados de cuenta, se vence el plazo de la verificación, se anuncia el gasolinazo y tomamos conciencia de lo más aterrador: el 2024 es año electoral, por lo que nos esperan meses interminables de anuncios, guerras mediáticas, discusiones familiares etc. Y para colmo, es temporada de alergias y enfermedades virales y tenemos obviamente la consecuente baja de entusiasmo que en ocasiones genera nostalgia y puede parecer incluso depresión, esto da como resultado el mes más largo, frío y angustioso del año. Tan es así que tiene su peor día el temido Monday blues, que es el de la segunda quincena de enero y en el que los mexicanos no logramos ver la luz al final del túnel.
Pero no todo es malo ni catastrófico, la industria del entretenimiento y los comercios ya tienen para nosotros un remedio, un bálsamo en medio de esta cadena de sufrimiento y camino de baches, antes que deseemos que un meteorito se estrelle contra la Tierra, llegará el anhelado rojo 14 de febrero para animar los corazones y darnos un motivo de salir de nuestras frías cuevas y recuperar nuestra fe en la humanidad, así es que todo es cuestión de tiempo. Las tarjetas no descansan ni los pretextos para ver a los amigos y organizar convivios e intercambios en el trabajo.
Sin mucho más que opinar deseo que esta empinada cuesta de enero sea amable y aleccionadora para cada quien, y que este año nos encuentre serenos y medicados porque la cosa promete ser enloquecedora.