Por. Marissa Rivera
La escandalosa renuncia de Arturo Zaldívar como ministro de la Suprema Corte de Justicia de la nación, fue un tiro de tres bandas del presidente.
Primero para desviar la atención de su fallida actuación en la tragedia que vivieron y viven los guerrerenses, principalmente los acapulqueños.
Segundo para quitarse las mascaras y mostrar la estrecha relación que mantiene con el tiktokero ministro.
No les bastó intentar pasar por encima de la Constitución, esa que ambos, por separado y por obligación de sus encargos, juraron hacer cumplir.
No, la vulgar ambición los llevó a urdir una argucia para mantener al ministro carnal al frente del máximo tribunal constitucional.
Pero, fracasaron. La trampa siempre acusa y solo se exhibieron.
Ahora, en otro ardid, 14 años después de gozar de las prebendas que tanto le criticó su amigo el presidente, renuncia al cargo, sin explicar, la causa grave por la que renunció. La única razón por la que un ministro puede renunciar.
Lamentablemente jamás sabremos porque no hay tal causa grave.
Quizá la causa más grave sea su ambición.
Porque su periodo terminaría en el 2024. Y al dejar su cargo como ministro no podría tener ningún encargo en el servicio público durante los dos siguientes años, es decir, hasta finales de 2026.
Pero, siempre hay vacíos. Y renunció para ponerse a las órdenes de su jefe.
Su aspiración, dicen es la Fiscalía General de la República, pasando antes, por una senaduría por la vía plurinominal.
El tercer tiro es que el presidente, tendrá la oportunidad de nombrar a un quinto ministro, cuando la división de poderes y los nombramientos escalonados de los ministros, solo le permitía nombrar a tres.
Tanto Eduardo Medina Mora, como Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, le abrieron las puertas para que debilitara a este importante contrapeso.
Uno quizá con amenazas y otro en contubernio, le cedieron el paso, para atentar con el manual del populismo en mano, contra uno de los otros dos poderes de la nación.
Las señales han sido inequívocas, debilitar al Congreso de la Unión, debilitar al Poder Judicial, debilitar a la Prensa, por señalar solo algunos.
Ayer, en Comisiones los senadores de Morena y sus rémoras cumplieron con el protocolo: aprobaron la renuncia del ministro Zaldívar, que hoy se discutirá ante el pleno y que será aprobada por mayoría simple.
Dejar el cargo de ministro por irse a una campaña no es ningún crimen.
Se trata de la credibilidad, reputación y dignidad de la persona. ¿Cómo entender cuando una persona traiciona lo que representa?
De un político es una vereda en su camino, renunciar a un partido para seguir viviendo del erario, pero por otro partido. El mismo presidente lo hizo.
Pero un ministro que deja a uno de los contrapesos del país, el Poder Judicial, para pasar al que quiere avasallar a los demás, el Poder Ejecutivo, es por decir lo menos, incongruente.
Quién lo diría, de ministro tiktokero a subalterno matraquero.