Por. Adriana Luna
“Veo gente muerta… Caminando como gente normal. No pueden verse entre ellos. Sólo ven lo que quieren ver. No saben que están muertos… Todo el tiempo… están en todas partes”, es el diálogo cinematográfico de la cinta Sexto Sentido. Ahora tendría que añadirse: “Están en todas partes… pero, especialmente en tiempos electorales”.
Hoy se comprende la tristeza, desesperación, impotencia y terror que sentía ese pequeño con los ojos llorosos, buscando en su padre la sensación de alivio, en el que ahora los mexicanos, especialmente jaliscienses, que hace tres décadas optaron por la alternancia político-partidista, ahora están perdiendo la esperanza, la confianza, y hasta el civismo.
Y es que a pesar de que en la boleta electoral aparecerán los logotipos de casi una decena de propuestas políticas, todas son de contrastantes colores y extremos ideológicos como derecha, centro e izquierda a la vez.
Hay quienes ven un error mortal en la decisión de Pedro Kumamoto, que fue el primer candidato independiente de la historia en conseguir un cargo de elección popular. Y posteriormente fundar el Partido Futuro que abrazaba la ideología de una nueva y mejor forma de hacer política para los jóvenes.
Sin embargo, otros ven valentía en su decisión, poniendo el pecho a las balas para que un proyecto permanezca en el sistema político y poder cambiarlo desde adentro.
Al final, en México la política se ha tratado desde la dictadura perfecta y la actual dictadura perversa: “de comer estiércol sin hacer gestos”.
La mega-alianza formada por Morena-Hagamos-Futuro-PVEM-PT podría percibirse monstruosa, desesperada o estratégica con tal de arrebatar a como dé lugar el deseable bastión emecista en Jalisco. Pero indica que en realidad no se creen tan fuertes -como dicen- para ir solos.
¿Por qué es tan anhelado el voto de los jaliscienses? De entrada, porque se cuenta con un nada despreciable padrón electoral que supera los seis millones y medio de votantes.
Pedro Kumamoto, tras la lluvia de crítica mordaz envió un comunicado donde sostiene que la política es una herramienta que mejora la vida de las personas. La decisión fue grupal y busca poner fin a la inseguridad actual: “era necesario abrirnos a una alianza. Una alianza que nos permitiera mantener nuestras luchas, nuestra razón de hacer política y nuestros valores. Lo que abrió la puerta a explorar y a entablar la coalición… hacer un movimiento capaz de impulsar un cambio para Jalisco”.
Desmiente que Futuro necesite de una alianza para garantizar el registro como partido político. Y reitera que va tras la alcaldía zapopana.
Lo cierto es que mientras algunos ningunean y menosprecian a Futuro y a Kumamoto, el escándalo que armó en redes sociales su decisión, revela que sus activos sí provocan interés no solo local, también nacional.
El gobernador Enrique Alfaro se enfrascó en un pleito con el presidente Andrés Manuel López Obrador por la dignificación de la entidad por su liderazgo económico y aportaciones al PIB; si gana Morena las próximas elecciones, significaría que Jalisco mató años de amor naranja y dio un voto de castigo o que perdió esperanza en la múltiple oferta partidista y acepta una coalición que tan solo en ideología primaria, resultaría monstruosa.
Suele decirse que quien gana Jalisco se lleva también la Presidencia de la República. Con un nada despreciable padrón electoral que supera los 6 millones y medio, Jalisco se vuelve un atractivo pastel para cualquier partido o alianza política. Si Movimiento Ciudadano consolida su bastión, estará doblemente obligado a dar resultados y si la mega alianza se lleva el triunfo habrá que analizar especialmente: la peligrosa soberbia en el poder. De lo contrario, seguiremos viendo muertos de todos colores, un verdadero thriller político.