En una sociedad donde a la mujer se le educa para ser de otro, es decir, esposa de, madre de, hija de, cuando fallece la pareja y autoridad masculina las viudas pueden sentirse perdidas, lo cual las deja en un estado de indefensión y las pone en vulnerabilidad ante la sociedad y el Estado, reflexionaron académicas de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) y de la Facultad de Derecho (FD), ambas entidades académicas de la UNAM.
En ocasión del Día Internacional de las Viudas, que se celebra este 23 de junio, las universitarias Imelda Nathaly González Guevara y Ariana Lourdes González Rodríguez recuerdan que -según el último censo de población del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (2020)- 3.7 millones de mujeres en México son viudas y casi 77 por ciento son jefas del hogar.
En 2011 la Organización de las Naciones Unidas decidió instaurar esta efeméride para dar voz a sus experiencias, luego de la pérdida de su pareja, a fin de luchar por sus derechos básicos y su dignidad. Además, el organismo informó en su sitio de internet que en 2022 había en el mundo más de 258 millones viudas.
González Guevara, académica de la FD, explicó que para el derecho mexicano el concepto “viudas” está rebasado; es decir, nada más hay dos estados civiles: solteras o casadas, mientras el término viuda es más bien un concepto sociológico tradicional que se utiliza.
“Muchas veces en los documentos oficiales que firmamos nos preguntan estado civil: soltero, casado, viudo, divorciado, y jurídicamente nada más tenemos esas dos (soltero o casado)”, comenta la abogada.
La experta destacó que a partir de que pierden a su pareja pueden empezar a vivir una serie de violencias transversales, pues la sociedad en general las minimiza por ser mujeres y no tener marido; a esto se suman otros condicionantes como su situación económica y que carezcan de preparación académica.
“Dentro del mismo núcleo social o familiar se les somete a rituales de duelo vejatorios -recordemos que en comunidades alejadas de nuestro país hay múltiples expresiones culturales-, a lo mejor se le pone en ayuno o deben empezar a servirle a la familia, pues cuando fallece el marido la esposa queda como propiedad de la familia política, pero sin derechos”, subrayó.
Esto ocurre mientras les permiten permanecer en el hogar, aunque también sucede que las desalojen del domicilio conyugal o se les niegan los derechos de herencia, especialmente cuando no había un testamento, lo cual las sitúa en mayor condición de vulnerabilidad y desigualdad, enfatizó.
A su vez, la académica de la ENTS, González Rodríguez, consideró: el mundo es interpretado a partir de una mirada masculina, donde a las mujeres nos educan para ser de otros; es decir, casarse y vivir en pareja es uno de los ideales; ser viuda es señal de debilidad; se les olvida y deja de lado y tampoco se quiere hablar de ellas.
“Como vivimos en una sociedad patriarcal, donde se nos dice que una mujer vale más cuando está casada que cuando es viuda, entonces se generan procesos de violencia en su contra. También depende mucho de la edad a la que esto ocurre, pues si enviudase temprano todavía se puede casar porque tiene un cuerpo joven y puede reproducirse, pero si es una adulta de 50 años se le asignan ciertas actividades de dependencia, incluso económica hacia los familiares”, argumentó.
En ese contexto, la violencia se presenta a nivel de la familia, de las comunidades. Puntualiza en la necesidad de que lo que se encuentra estipulado en políticas públicas sea respetado, es decir, los temas de sucesión (en donde mayormente se ven afectadas), perfectamente estipulados en los códigos de procedimientos civiles de las entidades federativas. Sin embargo, a veces las personas no buscan la asesoría de un abogado que las oriente, y a los procesos hay que presentarse con la debida asesoría y acompañamiento jurídico.
Por ejemplo, en comunidades ejidales las que heredan no tienen voz ni voto dentro de las asambleas, incluso se decide quiénes de los familiares hombres serán los herederos; en caso de que sea mujer ni siquiera se le considera para recibir los recursos.
¿Qué hacer?
Ante esta situación, González Guevara alertó la necesidad de contar con un testamento, y aunque en México no nos gusta mucho hablar del tema por la superstición de que se llama a la muerte, con este documento se puede anticipar que se respete la última voluntad del cónyuge.
También recomendó a las parejas comunicarse más y, por ejemplo, compartir las claves de acceso de las tarjetas y cuentas bancarias, pues durante la pandemia por la COVID-19 numerosas personas no tenían designados a sus beneficiarios y por ello sus seres cercanos estuvieron imposibilitados para recuperar el dinero.
“Creo que todas las personas deberíamos tener un abogado de cabecera para consultarle, pero a veces la verdad es que nos conformamos con lo que nos dicen los vecinos o los amigos”, señaló González Guevara.
“Perder a una pareja, cuando quedas viuda, no tendría que ser un problema o un factor de vulnerabilidad, ya que es un proceso muy complejo y difícil para las personas. Tenemos que trabajar a nivel de sociedad para desmontar esta mirada sesgada y errónea de lo que implica ser viuda”, aseveró.
Respecto al actuar en materia de políticas públicas, la abogada sugiere intensificar las campañas informativas donde se alerte sobre la importancia de la elaboración de testamento a cualquier edad. Es recurrente que algunas personas piensen que lo más oportuno es contar con este documento a mayor edad, cuando lo cierto es que podemos perder la vida en cualquier momento.
También podría ser creada una oficina jurídica especializada para mujeres viudas, máxime si cuentan con hijos menores de edad, esto para buscar -en la medida de lo posible- otorgarles seguridad jurídica ante la falta del cónyuge, en caso de que él fuera el principal proveedor.
El empoderamiento no depende solo de ellas, ni en cómo se relacionan con los otros, implica el reconocimiento de que tienen la misma capacidad de tomar decisiones que los hombres, que pueden afrontar obstáculos, pues lo que se busca, al final, es una sociedad más igualitaria, enfatizaron González Guevara y González Rodríguez.
UNAM