Por. Marissa Rivera
Si alguien es experto en simular es el presidente.
¿Quién recorrió el país, con solo doscientos pesos en la bolsa?
¿Quién dijo que iba a terminar con la corrupción y su administración ha sido peor que otras?
¿Quién iba a bajar la gasolina a 10 pesos?
¿Quién iba a abatir la pobreza y hay más de 4 millones de nuevos pobres?
¿Quién dijo que no mentiría y se le han contabilizado más de 101 mil declaraciones falsas, engañosas o sin pruebas?
¿Quién iba a regresar a los militares a los cuarteles?
¿Quién dijo que iba a respetar y que no se entrometería en las decisiones del Poder Judicial?
Ese arte, porque no es un asunto sencillo, se debe tener talento para engañar a los demás, ese arte se volvió un estilo de vida, durante sus años de lucha por llegar al poder.
Esa experiencia recabada, la ha puesto a disposición de sus subalternos, ante la omisión y quizá pánico de las autoridades electorales.
Sin funcionarios que supieron enfrentar y contener los excesos y señalamientos del presidente, las voces críticas tanto del INE como del TEPJF han sido silenciadas.
No hay nadie que advierta, que lo que están haciendo los seis aspirantes a ser candidato presidencial de Morena son flagrantes actos anticipados de campaña. De una precampaña que debería iniciar en noviembre.
Por eso llama la atención la omisión o incluso colusión de los consejeros del INE para permitir que se violente la ley electoral.
O será que le tienen miedo al presidente. O la instrucción presidencial a los consejeros afines, es dejar hacer, dejar pasar.
Lo más que han hecho es una tímida sugerencia de no hacer llamados al voto.
Quizá no les dijeron, o tal vez sí, pero no les importó, que tampoco pueden promover sus plataformas ni desacreditar a otros para restarles apoyo.
Que es justamente lo que están haciendo: ya prometieron una nueva Secretaría, ya advirtieron que no permitirán el regreso de la oposición, que sacarán a los “inútiles de Guanajuato”; ya dijeron que las mujeres también pueden ser presidentas de México, incluso culparon a los tres últimos expresidentes de atraso y corrupción; ya anunciaron que defenderán los programas sociales y aseguraron que impulsarán la transición energética, por poner unos simples ejemplos.
¿Y qué es eso? Simple y sencillamente ofertas de campaña que vulneran las condiciones de equidad en la contienda.
Pero, confían en el presidente, quien para que burlaran la ley, les pidió cambiar el concepto de candidato a coordinador.
El presidente ya había enviado atisbos de mantener el control de todo.
Y lo está volviendo a hacer. Ya lanzó a sus gallos al ruedo para acomodarlos como él decida en la próxima administración. Sin importarle que haya equipos que no se quieren, pero que tendrán cohabitar el poder por instrucciones de su jefe máximo.
Imaginé usted a Claudia Sheinbaum, secretaria de gobernación de Marcelo Ebrard, o viceversa.
La supuesta cordialidad no creo dure tanto. Ricardo Monreal ya se quejó, dijo que, con los 5 millones de pesos para la precampaña, perdón, para las asambleas informativas, apenas alcanza para todas las bardas y espectaculares de sus compañeros.
Adán Augusto rechazó los 5 millones de pesos y buscando atención atacó a los medios con una frase muy estudiada: “Si el pueblo se organiza, no nos gana televisa”. Como si Televisa fuera la séptima corcholata.
Los reflectores estarán puestos en Claudia y Marcelo, así como en Ricardo, Adán, Noroña y Manuel.
Y aunque el presidente ya les pidió que no llevaran porras a su show del uno de julio, porque ahí el dueño del aplausómetro es él, ese día, no habrá control y las porras serán hasta manipuladas, para afectar a alguno de los contendientes.
No hay manera de que el INE siga siendo omiso ante esta simulación que instruyó el presidente.
Mal para la democracia, porque un árbitro que no se dé a respetar no sirve para nada.