jueves 21 noviembre, 2024
Mujer es Más –

Por. Boris Berenzon Gorn

A La Báez con amor en su cumpleaños

 

“El exiliado mira hacia el pasado, lamiéndose las heridas; el inmigrante

mira hacia el futuro, dispuesto a aprovechar las oportunidades a su

alcance.”

Isabel Allende

 

Recientemente, estudiantes de diseño industrial de la Universidad Iberoamericana de Torreón despertaron una polémica en redes sociales tras la presentación de una “mochila para migrantes” que respondería a las necesidades, según las alumnas, de los americanos que se vieran en la necesidad de viajar a los Estados Unidos buscando las oportunidades que no consiguieran en su país. El artefacto contemplaba manijas para sostener a los niños en el viaje, una cangurera desmontable, un chaleco “en caso de que tuvieran que correr”, un compartimiento para documentos y una funda acojinada donde podía introducirse la mochila vacía y usarse como almohada en caso de que tuvieran que “dormir a la intemperie”. 

Como era de esperarse las críticas se desataron y la cuenta oficial de la Universidad eliminó el video que ya se había reproducido en los medios de comunicación y recibidos miles de comentarios negativos. La mayoría de los internautas señaló la falta de conexión de las alumnas con el mundo real, la poca sensibilidad de ciertos grupos para con los problemas sociales que aquejan a los grupos marginados—como las personas en condición de movilidad—e insistió en las dificultades económicas que enfrentaban los migrantes como para poder adquirir un artefacto como ese. Hubo quienes señalaron que no era del todo una mala idea, siempre y cuando la mochila no contribuyera a hacer de los migrantes un blanco de abuso y fuera entregada de manera gratuita por medio de organizaciones de apoyo.

El punto medular de la discusión, sin embargo, está lejos de la viabilidad o el buen diseño de la mochila. Pone en perspectiva las narrativas que hemos construido como sociedad y que nos han llevado a perder el foco de los problemas importantes. Se trata, por supuesto, de un problema educativo, no de falta de empatía, pues aunque estaban poco informadas, seguramente la intención de las alumnas era buena. La crisis migratoria a nivel global—no sólo en América Latina—es un hecho que expone las desigualdades y la conflictividad humana que no hemos podido resolver ni nivel local ni nacional, que trasgrede la estabilidad de miles de personas y que llama a tomar soluciones globales urgentes.

Las causas de la migración son muchas y generalmente son multifactoriales. El cliché común de que los migrantes van en “búsqueda de mejores oportunidades” podría no reflejar con precisión las condiciones que los llevan a tomar la decisión de abandonar completamente sus sitios de origen, sus familias y espacios conocidos y que conduce a familias enteras a transitar por peligros inimaginables y condiciones que ponen en riesgo su salud e integridad con la finalidad de que su futuro les presente perspectivas nuevas. 

La desigualdad económica y la pobreza son los principales móviles que conducen a las personas a migrar. Históricamente, cada que las condiciones de vida no están garantizadas en un sitio, los grupos humanos se movilizan para encontrar destinos mejores. La falta de oportunidades para conseguir un empleo, acceder a alimentación, educación, salud, una vivienda digna, agua, entre otras, genera migración. Cuando la pobreza se multiplica y multiplicando la cantidad de personas que viven en condiciones de marginación la migración suele darse en masa. Por ejemplo, en diversas zonas de nuestro país desde finales del siglo XX y todavía en la actualidad, surgieron poblados habitados mayoritariamente por mujeres y niños, dado que los hombres, siguiendo su rol social, se marcharon para buscar mejores oportunidades laborales y así poder mantener a sus familias. Las remesas son el principal motor de la economía en ciertas regiones del país y de América Latina. 

Aunque también se han dado migraciones femeninas masivas que responden al deseo de escapar de la violencia y de familias enteras que migran para reunirse con sus seres queridos después de que uno de ellos se ha establecido en otro lugar. Y es que verdaderamente las razones de la migración son numerosas y las causas no son unívocas. De hecho, la violencia y las violaciones a los derechos humanos son otra causa importante de la migración. En todo el mundo, las guerras y conflictos armados, el crimen organizado, la persecución y los crímenes de odio, la inestabilidad social o la carencia de un Estado de derecho llevan a las personas a adoptar la condición de movilidad.

Como es sabido, Europa está enfrentando una de las crisis migratorias más graves de su historia, no sólo ante Siria y los desplazados de la guerra entre Ucrania y Rusia, sino frente a la migración del norte de África y Oriente Medio desde donde desde hace décadas llegan diariamente miles de personas con la intención de establecerse en la Unión Europea huyendo de las desigualdades y la violencia que prevalece en sus países de origen. La situación de privilegio de los miembros de la UE o de los Estados Unidos de América y Canadá frente a las naciones del tercer mundo es uno de los desafíos más urgentes a atender en la posmodernidad, pues el desarrollo ha demostrado no ser para todos y las contradicciones entre el avance de la ciencia y la tecnología y la exorbitante cantidad de seres humanos que viven en pobreza extrema debería incitar la búsqueda de un cambio global y multidireccional.

Las razones de la migración reflejan la desigualdad desde diferentes perspectivas, ya sea por factores económicos o porque las personas huyen de la represión política, porque buscan acceder a una educación de calidad, porque esperan encontrar sociedades más abiertas a la diversidad sexual o menos agresivas para las mujeres, porque aspiran a espacios donde la ley se respete y la justicia se consiga por la vía legal, porque se sienten menospreciadas en sus lugares de origen o simplemente porque construyen ideales de mejoría no siempre reales. Además es común que los factores ambientales, los desastres naturales y el deterioro del medio ambiente afecten a la población vulnerable de manera directa, impulsándola a migrar.

Pero escapar de estas situaciones no siempre es fácil o siquiera posible. Los migrantes enfrentan una serie inimaginable de dificultades. Muchos de ellos son víctimas de violencia, discriminación y xenofobia, de polleros y coyotes, son blancos fáciles para el crimen organizado y la trata de personas, otros se encuentran con la muerte a consecuencia de enfermedades, falta de acceso a alimentos y servicios de salud, por las condiciones climáticas o el extenuante esfuerzo físico que conlleva la movilidad constante. Los factores emocionales suelen no considerarse, pero requieren mayor atención, pues abandonar el lugar de origen o a la familia podría bastar para afectar la salud mental.

Además, la mayor parte de las personas migrantes no alcanza el estatuto legal, por lo tanto, llegan a lugares en donde tienen que enfrentarse con la persecución constante, la falta de acceso a servicios, lidiar con las barreras culturales y lingüísticas, con la exclusión y falta de arraigo. Muchas comunidades de migrantes se reúnen en los sitios de acogida en un intento por conservar su identidad, pero a pesar del apoyo que se brindan entre sí, es poco común que sean bien recibidos por los habitantes locales. Son comunes los pretextos que se emplean para justificar la violencia y los discursos de odio, así como culpar a la migración de la falta de servicios y oportunidades laborales.

Desgraciadamente, la crisis migratoria global no parece estar próxima a terminar, sobre todo porque las desigualdades lejos de eliminarse se están acentuando, porque la violencia no ha logrado erradicarse y porque la movilidad tiende a ser considerada una forma de escape y de esperanza para las familias. La situación nos debe llamar a la empatía, a ser conscientes de los discursos que podrían replicar la xenofobia y la discriminación y, sobre todo, a un análisis constante de las condiciones que producen la migración, siempre valorando la dignidad humana y celebrando la riqueza de nuestras diferencias.

Ilustración. Diana Olvera

Manchamanteles

Y con la voz de los poetas, regalemos dos despedidas a quienes se van. 

*La primera de Borges:

Entre mi amor y yo han de levantarse

trescientas noches como trescientas paredes

y el mar será una magia entre nosotros.

 

No habrá sino recuerdos.

Oh tardes merecidas por la pena,

noches esperanzadas de mirarte,

campos de mi camino, firmamento

que estoy viendo y perdiendo…

Definitiva como un mármol

entristecerá tu ausencia otras tardes.

*La segunda de Pizarnik:

Mata su luz un fuego abandonado.

Sube su canto un pájaro enamorado.

Tantas criaturas ávidas en su silencio

y esta pequeña lluvia que me acompaña.

Narciso el obsceno

Y se marchó y a su barco le llamó soledad y en su pecho dibujó langostas y no pudo regresar.

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