Por. Bárbara Lejtik
La danza es tan antigua como la humanidad, tal vez mucho más, se ha comprobado que los seres vivos realizan movimientos rítmicos e intencionales con diferentes finalidades, agruparse, aparearse, pelear por territorio, incluso morir.
Los humanos hemos bailado desde siempre, por miedo y por felicidad, para pedir lluvias, para seducir y enamorar, para invitar a la guerra y para pedir paz, para tratar de comunicarnos con lo supremo y para sentirnos más personas y alegrar nuestras vidas.
El baile es mucho más que un pasatiempo, es una necesidad humana.
Un bebé sonríe y sigue rítmicamente y con alegría el canto y los aplausos de sus padres, antes siquiera de poder hablar o ponerse de pie.
El movimiento humano es la base de la vida, el reflejo de una época y la expresión del estado de la sociedad.
Hubo tiempos en los que bailar estuvo prohibido por ser considerado un acto sacrílego, sexual y licencioso; sin embargo los seres humanos buscamos siempre un espacio para hacerlo, aunque fuera mal visto y lo tuviésemos que hacer a escondidas. Bailar fue por siglos el único desahogo de esclavos y presos, la única opción para liberar el alma de sus ataduras, para bailar no se necesita nada, sólo querer hacerlo.
A lo largo de la historia hemos conocido diferentes tipos de danza, la mayoría característicos de cada región; así como muchos estilos que nos han unificado e identificado con otras culturas y formas de pensar. La danza ha hermanado a las sociedades demostrándonos que si bien podemos hablar diferentes idiomas, creer en distintos dioses, abrazar todo tipo de ideologías, la danza es un lenguaje universal.
Es obligación de los gobiernos permitir, proteger e impulsar a las instituciones que se han formado en torno a la danza, como lo es el CENADAC (Centro Nacional de Danza Contemporánea) legado artístico y cultural de la maestra Guillermina Bravo, artífice que dio origen a las múltiples expresiones dancísticas que hoy nutren la danza contemporánea, corriente artística libre y contundentemente humana, vital en nuestro país y que en estos días sufre su crisis más severa desde su creación en 1991.
Es así como el CENADAC emitió un pliego petitorio solicitando el apoyo del gobernador de Querétaro -sede del instituto y de todas las dependencias relacionadas con la cultura y el arte-, para que sea atendido su llamado:
- La asignación de presupuesto exclusivamente para cubrir la nómina del personal que labora en el CENADAC.
- La designación de recursos económicos para actividades artísticas y de mantenimiento del inmueble.
- Definir si el CENADAC forma parte de la Secretaría de Educación o de la Secretaria de Cultura del estado de Querétaro.
La importancia y trascendencia del legado de la maestra Guillermina Bravo no debe desaparecer, pues forma parte del acervo cultural de la nación.
Defender y promover todas las expresiones artísticas es reconocer que hemos evolucionado como nación y que reconocemos la importancia de la libertad de expresión y el derecho al bienestar y la felicidad que el arte, en este caso la danza, otorga a nuestra existencia.
“Y aquellos que eran vistos bailando, eran considerados locos por quienes no podían entender la música”.
-Nietzsche-