Por. Boris Berenzon Gorn
“Es estéril y peligroso creer que uno domina el
mundo entero gracias a Internet cuando no se
tiene la cultura suficiente que permite filtrar la
información buena de la mala.”
Zygmunt Bauman
Se habla mucho de las noticias falsas y la desinformación, temas que tienen en la mesa más de una década, pues se han convertido en una preocupación generalizada con el auge de las tecnologías de la información y la facilidad con la que todas las personas pueden acceder a la web 2.0, obteniendo datos de todo tipo en cuestión de segundos. Intuitivamente, hemos desarrollado la capacidad de comparar información en los sitios de internet para hacernos una idea estimada de si contamos con datos falsos o verdaderos; pero parece que esto no es suficiente cuando la propagación de noticias falsas ha crecido a tal nivel que puede ser replicada inclusive por portales serios y líderes de opinión reconocidos.
Pero ¿cuáles son los peligros de la desinformación?, ¿por qué nos preocupa tanto?, en todo caso, ¿qué es lo peor que podría pasar? Seguramente alguna vez se ha preguntado si en realidad el tema es para tanto, si la información falsa puede dañar a alguien en el mundo analógico, más allá de la red. La información falsa se produce y réplica al menos por dos vías: por un lado, están quienes la producen deliberadamente escribiendo textos, modificando imágenes o popularizando opiniones multimedia; por otro, quienes la consumen y se encargan de distribuirla masivamente a través de la red usando sus propias redes, proceso que la convierte en una bola de nieve, una que, a pesar de transformarse, se incrementa.
Y es que la desinformación y las noticias falsas pueden generar tal nivel de confusión que son capaces de producir apatía y daño entre las personas. Al no poder distinguir la información falsa de la verídica, se corre el riesgo de perdernos en un gigantesco mar de dudas que no nos permiten actuar o diseñar modelos de acción. La apatía y la inacción que sobrevienen con la propagación de noticias falsas se produce por el desconocimiento de las implicaciones reales de las problemáticas, hasta pasarlas por alto. Es algo similar a lo que ocurre con la sobreexposición a la violencia, cuando nos acostumbramos a ella nos volvemos incapaces de medir sus efectos, aparece un adormecimiento social indeleble pero habitual.
Pero la desinformación también produce desconfianza. Cuando los ciudadanos no saben qué esperar de los medios, cuando están bombardeados constantemente por tanta información de dudosa procedencia, imbuidos en el rumor de las múltiples máscaras y semblantes, naturalmente comienzan a desconfiar de las fuentes oficiales, ya sean gobiernos, instituciones o medios de comunicación tradicionales. La información alternativa siempre es pertinente y fomenta la participación, pero cuando las disyuntivas más populares son rumores e información falsa, se produce una oleada de desconfianza generalizada.
Si las personas no confían en la información con la que cuentan, además de no tener interés por resolver los problemas, pueden fomentar que estos se agudicen. Por un lado, porque seguir las instrucciones oficiales, como en el caso de un siniestro, una campaña de vacunación o las elecciones, se convertirá en algo difícil para la población dado que la desconfianza produce prácticas de resistencia que podrían tener efectos graves. La desinformación fomenta la división social, la polarización de las opiniones y el enfrentamiento directo entre los grupos sociales.
Un ejemplo de lo anterior ocurrió hace no mucho, en tiempos de pandemia. La propagación de noticias falsas fue tan grave que muchas personas se negaban a creer en la propia existencia del virus, incluso cuando este ya había afectado a gran parte de la población o hasta terminado en defunciones de seres cercanos. Las teorías conspiracionistas se propagaron ferozmente, el personal de salud vivía ataques todos los días, sobre todo durante los primeros meses de la emergencia sanitaria; gran parte de la población se negaba a la implementación de las medidas de sana distancia, lavado de manos o uso de cubrebocas. Hubo incluso personas que pusieron en riesgo sus vidas consumiendo cloro o exponiéndose al virus de manera deliberada y es vigente que la sociedad se automedique a partir de lo que lee siendo incluso contradictoria la información a la que tiene acceso.
La desinformación afecta también la toma de decisiones, desde el ámbito personal hasta las acciones políticas, económicas, en términos de salud, medioambiente, protección de datos y otros temas. Porque, parece una obviedad, pero no lo es tanto, que la información que tenemos justifica y fundamenta las acciones que tomamos. A menudo, la información se abarrota en nuestros cerebros de tal manera que las decisiones se vuelven instintivas, sobre todo al estar motivadas por el miedo, el temor a ser engañados o el desconocimiento de efectos y causas.
Las noticias falsas y la desinformación tienen el potencial de dañar la reputación de las personas e instituciones mediante el rumor. A esto se agrega el uso cada vez más generalizado desde inicios del 2023 de las tecnologías de inteligencia artificial (IA) que son capaces no sólo de manipular imágenes y videos, sino también de crear otros de la nada, como ha ocurrido con la popular foto del arresto de Donald Trump o del Papa Francisco vestido de Balenciaga. Aunque ninguna de estas imágenes dañó alguna reputación, sí confundió al público y podemos imaginarnos qué ocurriría si esta clase de tecnologías se utilizaran con el objetivo de afectar a una persona. A pesar de que detectar las imágenes falsas no es tan complicado, cabe esperar que la tecnología se perfeccione en un futuro cercano.
La reputación de las mujeres está siendo afectada por las inteligencias artificiales en todo el mundo. Los videos de índole íntimo o sexual donde se superponen rostros de personas con el uso de programas diversos, está teniendo un impacto importante. En México, las reformas conocidas como Ley Olimpia consideran los efectos nocivos de compartir material íntimo sin consentimiento de las personas implicadas, incluso cuando sean representadas con el uso de tecnologías. Por desgracia, muchas mujeres han sido victimizadas, y lo mismo ocurre con otras poblaciones vulnerables.
Las noticias falsas también fomentan la intolerancia y los discursos de odio. Muchas de ellas son fabricadas con el objetivo de afectar a ciertos grupos de población. Otras tergiversan la información y maximizan particularidades con el objetivo de generar reacciones específicas a manera de propaganda.
La libertad de expresión y la democracia se afectan con las noticias falsas, no sólo porque inciden en la opinión pública, sino porque también sirven de justificación para la censura. Incitan a la violencia y al odio. Las noticias falsas producen incertidumbre, y pueden generar ansiedad e inseguridad entre las personas, afectando su salud mental y bienestar. Las consecuencias, como puede verse, se sienten a nivel individual y colectivo.
Contar con acceso a la información veraz es un derecho de todas las personas, y no debería verse socavado por intereses económicos ni de ninguna otra índole. Lo cierto es que no podemos controlar la cantidad de información falsa o engañosa que prevalece en la web 2.0, pero sí podemos adquirir mejores instrumentos críticos que nos permitan ejercer la duda consciente, contar con fuentes fidedignas a nivel institucional que pongan constantemente a prueba la información que proporcionan a la ciudadanía y diseñar herramientas más avanzadas para descartarla.
Manchamanteles
Se ha desarrollado una nueva tecnología llamada Eye Alert capaz de detectar a las personas que stalkean a otras en redes sociales y buscadores, exponerlas públicamente y atacarlas en caso de reincidencia. Será gratuita por tres meses y podrá descargarse a partir de abril en la App Store y la Play Store; no funcionará en los celulares de gamas baja y media, únicamente podrán usarla las personas con un equipo de alta gama. Los usuarios podrán saber con exactitud quienes ha consultado su perfil en redes sociales o utilizado los buscadores para investigarlos por internet, incluso si emplean el modo incógnito. La nueva tecnología permitirá conocer la ubicación exacta de los stalkers, les tomará fotos y los expondrá automáticamente en una lista pública, además de que permitirá enviarles un virus informático en caso de registrar por lo menos tres visitas a la misma cuenta. Para prevenir ataques le sugerimos copiar esta información y reenviarla a todos sus contactos.
**Y así, es como se producen noticias falsas: refiriéndose a una actividad que todo el mundo realiza, creando polarización social, en este caso por cuestiones de clase social, incitando al miedo e invitando a replicar la desinformación. Por favor, verifique sus fuentes antes de contribuir.
Narciso el obsceno
Se tomó una selfie pero no le gustó. Se parecía mucho a ella.