Por. Adriana Luna
Por qué si los mayas eran expertos matemáticos y aportaron su novedoso sistema vigesimal, la mayoría de los mexicanos tiembla ante simples problemas aritméticos. Los mayas le enseñaron al mundo su visión adelantada sobre astronomía y cómo una serpiente emplumada (Quetzalcóatl) desciende anualmente. Mientras que hoy muchos mexicanos confunden la astronomía con la astrología.
Nuestros ancestros construyeron no sólo una pirámide alrededor del año 500 D.C. sino toda una ciudad que hoy es una de las Maravillas del Mundo y Patrimonio de la Humanidad, pero todavía no terminamos de conocer la magnitud de la construcción. Los mayas planificaron a detalle la ciudad prehispánica, respetando el medio ambiente y exhibiendo sus profundos conocimientos de aritmética, geometría, astronomía, ingeniería y arquitectura, mientras nosotros seguimos creciendo las principales urbes del país sin planificación, sólo plantando casas y exterminando los otrora campos de cultivo.
Hoy arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia están trabajando en rescatar las construcciones indígenas, ubicadas en los alrededores de Chichen Itzá. Todos los días se emocionan con los hallazgos, como el Palacio Blanco de la Lectura, en Ek´Balam (Yucatán), una construcción hecha por el gobernante Ukit Kan Le´t Tok (año 770), a quien se le conocía como el Padre de los Cuatro Frentes de Pedernal.
En unos 15 kilómetros a la redonda se siguen encontrando valiosos hallazgos: edificaciones, murales, vasijas y piedras con datos históricos de gobernantes, dibujos y detalles sobre la forma de vida y costumbres ancestrales. Se observa el talento de los artistas, talladores, escultores y artesanos, así como arquitectos, constructores y diseñadores de joyas. Impresiona la mezcla de técnicas artesanales (de diversos pueblos indígenas) y de ingeniería durante el periodo Puuc.
Mientras que en el área del Cenote Sagrado se descubre cómo la serpiente emplumada también dirige a los humanos hacia el área principal de sacrificios. En toda esta zona se ve claramente como los mayas planeaban los asentamientos, totalmente se identifican las conexiones entre construcciones y como los planos del sitio, respetaron la naturaleza. Chichen Itzá tiene depresiones de terreno muy grandes, que si bien muchos no son cenotes, sí eran recargas de agua que volvían los terrenos húmedos y prósperos para cultivos especiales. Se volvieron una especie de viveros donde se podían cultivar todo tipo de productos, entre ellos, el cacao.
Los arqueólogos Víctor Castillo, Leticia Vargas y José Francisco Osorio León concuerdan en que sólo conocemos lo elemental de los mayas, aunque las investigaciones prehispánicas tienen más de cien años. Hay todo un mundo de información y tesoros bajo la tierra, hay muchísima historia esperando ser revelada.
El trabajo que realizan los expertos debe ser impulsado con presupuestos generosos. Finalmente, cada hallazgo significa una fortuna no sólo económica sino cultural, artística e histórica que terminará siendo atractivo turístico, y por ende, millonaria derrama económica para la región y el país.
Tal vez acercándonos a la cultura ancestral indígena recordemos la calidad genética que poseemos y cambiemos el chip dando paso a nuevos valores que nos permitan dignificar a nuestros antecesores.
